Luis Fifo Eyzaguirre, ex lateral derecho de la selección chilena, y Guillermo Memo Cartes conversando en el café Caribe del centro de Santiago. |
El fútbol callejero fue parte de la cultura de los jóvenes y
niños de Penco, quienes sin tener una pelota, ni una cancha ni un par de arcos
hacían artilugios para poder entretenerse jugando al balompié. La cancha podía
ser toda la calzada, de cuneta a cuneta, cuando no pasaban vehículos
como hoy. Los arcos se armaban con un par de piedras o parte de las prendas de
vestir de los jugadores: un chaleco, un vestón. Y la pelota era lo menos
problemático. Bastaba un calcetín viejo el que se llenaba de papeles a presión o pedazos de trapo
y ahí estaba el balón como una tortilla ovalada. Los equipos se enfrentaban
pateando la pelota “número cinco” a diestra y siniestra. Los gritos de gol iban
seguidos de abrazos y comentarios. Así nacieron clubes amateur, como Atlético,
por ejemplo.
Tuve la oportunidad de reunirme en el café con dos amigos
futbolistas: uno profesional, integrante de la selección chilena del mundial de
62, Luis Eyzaguirre; y otro amateur, pero no por eso menos bueno para la
pelota, quien seguramente se inició en Penco jugando con pelotas de trapo,
Guillermo Memo Cartes. Eyzaguirre recordó su participación en la selección
resto del mundo en 1963 que enfrentó a Inglaterra en el estadio Wembley de
Londres. El partido fue con motivo de la celebración del centenario de este
deporte y los ingleses ganaron por 2-1 al combinado internacional de FIFA. Fue
por ese match que Luis Eyzaguirre recibió el apelativo de Fifo Eyzaguirre,
que lo lleva hasta hoy.
Memo Cartes, futbolista nato, debió ser uno de los
mejores centro half que ha tenido el fútbol pencón. Cualquiera que lo haya
visto jugar en la cancha de Gente de Mar puede dar testimonio de ello. La
reunión informal en el café giró, por cierto, en torno al fútbol y a los
comienzos populares de la práctica de ese deporte, cuando los niños se iniciaban
no con un esférico profesional de cascos, sino con una pelota de trapo. Un detalle, respecto de la vestimenta, es
infinita la variedad de zapatos de fútbol que existe hoy en las tiendas, en aquellos
años, el sueño de todo joven era poder tener algún día un par de chuteadores
marca «Alonso», los zapatos de fútbol que usaban los mejores jugadores
chilenos. El mundo ha progresado, de seguro que hoy, ningún niño ha pateado una pelota de trapo con forma de almohadilla.
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