Lorena Poblete Bustos intervino en el acto de la Sociedad de Historia de Penco en defensa del ex edificio administrativo de la Refinería. (Foto de Jaime Robles). |
TERRÓN DE AZÚCAR
Por Lorena Poblete Bustos
El abuelito José caminaba de la mano con su
nieto rumbo a la escuela. Muy cerca del
colegio el niño se detiene, mira hacia el frente y le dice:
“Mira
abuelito que feo y viejo ese edificio”.
No me gusta.
Ojalá se hubiera caído con el Terremoto.
En la ciudad sólo debieran haber edificios nuevos y de lindos colores.
El abuelo
mira al niño y le responde:
Nietecito:
Lo que a veces es feo ante los ojos, en la realidad no lo es.
¿Cómo es eso
abuelito?
Mira, yo te
voy a contar la historia de ese viejo y feo edificio.
En unos grandes camiones llegaba hasta la
fábrica azúcar en granitos de color amarillo. Tan amarillita como las trenzas
de tu hermana. Cuando los niños veian
esos camiones corrian a recoger azúcar….¡era tan dulce¡…. Una vez que los
camiones llegaban a la fábrica allí los trabajadores la convertían en pancitos o terrones de color
blanco, con los cuales en ese tiempo se
daba dulzor al café.
La Escuela
donde tú estudias se hizo gracias a esa fábrica de azúcar. También la Iglesia
que puedes ver desde aquí.
Había un
gran estadio y los niños para la navidad corrian por el pasto para ver llegar
al Viejito Pascuero, que venia en un helicóptero, cargado de regalos.
Pero los
años han pasado y sólo quedan los
recuerdos. Eso se llama historia.
Ohhhh,
abuelito. Me hubiera gustado comer de esa azúcar amarilla y ver al Viejito
Pascuero en ese Estadio.
Y dime,
nietecito…… aún te parece feo y viejo ese edificio?
Yo tampoco
quiero que lo saquen, porque trabajé
muchos años ahí y tuve grandes amigos.
¿Por qué
lloras abuelito?
Lloro de
alegría, porque ahora tú sabes la historia y sé que llegarás a querer tanto
como yo a ese viejo edificio…..
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NOTA DE LA EDITORIAL: Este cuento lo hizo llegar Lorena a la Sociedad de Historia de Penco y su presidente Jaime Robles lo reenvió a nuestra redacción.
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