El teatro de Fanaloza, en la esquina de Cochrane e Infante, fue destruido por el terremoto de 1939. Hoy en día sólo es posible saber cómo era por dentro, gracias a testimonios de ex loceros. |
Todavía hay ex loceros que nos pueden describir –porque no
existen registros gráficos— cómo fue el teatro de Fanaloza que estuvo en la
esquina de Cochrane con Infante y del que sólo existe una fotografía que llega
hasta nosotros dando testimonio de su imponente fachada. Lo inauguró el
presidente Arturo Alessandri el 27 de noviembre de 1933. Luego de poco más de
cinco años de estar en funciones, en las que se exhibieron películas, se dieron
conferencias, se pusieron en escena obras de teatro, etc., el edificio se vino
al suelo con el terremoto de 1939.
Entonces surgen preguntas acerca de su interior, cómo sería,
cuál era la distribución de los elementos relacionados con un recinto como ése.
Sin duda se trató de un edificio hecho con gran gusto arquitectónico, a juzgar por el frontis que se observa en la fotografía. Pero, saber como sería por adentro, es una inquietud insatisfecha. Afortunadamente hay en Penco personas que nos pueden dar detalles. Una de ellas
es el dentista Juanito Rifo Benítez, quien para los tiempos del teatro
trabajaba en Fanaloza como pañolero, pero a su vez integraba la banda de la
fábrica, porque ejecutaba muy bien el barítono, un instrumento de bronce.
“Estuve varias veces en el teatro tocando música para
acompañar espectáculos. Por ejemplo, había veladas de boxeo. Instalaban un
cuadrilátero en el escenario y se desarrollaban las peleas, nosotros tocábamos
entre round y round. La banda se ubicaba en la primera fila. No se veía bien
desde ese puesto, había que estar más atrás”, nos cuenta don Juanito, haciendo
memoria de cómo era el teatro.
“Daban hartas películas mexicanas. El teatro era un lugar
elegante. Tenía la entrada por Cochrane. Ahí estaban las boleterías. Había unas
mamparas por donde se ingresaba a la sala. Las escalas eran de mármol y los
pasamanos de bronce. Había lámparas y cortinas, especialmente en el escenario.
La galería estaba adelante, igual que en el teatro de la Refinería, y la platea
se desplegaba atrás. Los dos niveles tenían butacas, pero las de la platea eran
más confortables”, añade el relato de don Juanito Rifo.
Y, antes de terminar su interesante descripción del teatro
de Fanaloza, el señor Rifo nos dice que para él resultaba curioso que a ambos
lados de la platea había dos zonas cerradas, reservadas para los dueños de la
empresa, la familia Díaz. Nadie más podía ingresar a esos sitios dentro del
recinto. La idea, al parecer, imitaba a los balcones destinados tanto a la
Presidencia de la República, como a las autoridades edilicias del teatro
Municipal de Santiago, con la diferencia que los del teatro de Penco, estaban
localizados atrás.
Luego de su destrucción en 1939, Fanaloza no intentó
reconstruirlo, sin embargo, la empresa utilizó parte de los muros para la
levantar el edificio corporativo, según nos cuenta el señor Rifo. Baste agregar
que este último tampoco existe, porque fue demolido en el 2011.
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