Fantasía producida en un computador muestra cómo se vería un mastodonte en un potrero de Primer Agua. |
Pues bien, los mastodontes eran unos animales con una alzada de casi tres metros, que poseían una trompa y un par de enormes colmillos. Su
aspecto semejaba a un elefante, pero el parentesco entre ambas especies es
lejano y su piel presentaba un abundante pelaje grueso. De acuerdo con los estudios de
peleontólogos, estos proboscidios desaparecieron de la faz de la tierra hace
unos diez mil años, en parte por alguna enfermedad o por la cacería que practicaron nuestros parientes ancestrales. Quizá por esto último, en nuestra memoria más profunda la
imagen de estos animales pareciera estar presente aún. Es común oír a alguien
decir sobre una persona de gran envergadura «¡tremendo mastodonte!». Si la
afirmación se usa, debe ser por los ecos ignotos de la cultura oral.
No imagino a estos animales deambulando hoy por ahí. Pero, a
juzgar por los hallazgos y las publicaciones de científicos ─Oliver Schneider,
entre otros─, los mastodontes estuvieron aquí. Sus huesos son los testimonios.
Lo que no sabemos todavía es si nuestros mastodontes presentaron alguna
característica singular, algún rasgo propio, que hubiera permitido clasificarlos como «mastodontes de
Primer Agua».
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