La fecha roja muestra una liana. La foto fue captada en el bosque nativo del cerro Cayumanque. |
Viajar
en lianas es una manera poco ortodoxa de ir de un punto a otro. Pero, se puede al menos en la ficción como, en parte, sólo en parte, en la realidad. Tarzán, por ejemplo, el
personaje creado por escritor norteamericano Edgard Rice Burroughs en 1912, como se
sabe, vivía en la selva africana y se
desplazaba usando lianas que colgaban de los árboles y que estaban perfectamente
ubicadas para que sirvieran al propósito de la historieta. Eso es en la ficción.
Pero, centrémonos en las posibilidades que ofrecía Penco para el empleo de tan inusual medio de transporte…
Se
podía imitar a Tarzán en los bosques nativos que para entonces aún había en los
cerros pencones. En esos lugares colgaban lianas, esas plantas que trepan
adhiriéndose a un tronco firme para llegar al follaje superior y allí recibir
la luz solar. Estaban tan bien agarradas, que si uno tomaba un extremo, se
aferraba firme y daba un salto con fuerte impulso, la liana funcionaba como un
péndulo, llevando su carga humana varios metros más allá, donde uno podía
descolgarse y tomar otra liana y seguir «viajando». Estos juegos disponible
sólo en los montes eran comunes en el fundo Coihueco, más allá del tranque
donde se podía internar un poco en el tupido bosque chileno.
Pues
bien, la liana a que nos referimos, también recibe el nombre de boqui o
voqui, en mapudungún. Los campesinos de antaño y los aborígenes usaban el boqui
como cuerdas para atar troncos, por su firmeza y flexibilidad. En los cerros de
Penco era frecuente ver cercos en que los palos estaban amarrados con esos
tallos. Por estas características, también se lo emplea en cestería. Recién
cortado el boqui parece un cordel y su elasticidad es notable. Además tiene la
ventaja que una vez que se seca ya es imposible de desatar por su componente de
madera dura. En tal caso, no queda más que quebrarlo o usar un hacha. El boqui
siempre salvaba si se presentaba la necesidad urgente de algo con qué amarrar y
no se disponía de un cable o un cordel a la mano.
Tenemos
que precisar eso de medio de transporte, dicho al comienzo de este post. No es
tan así, esas ramas sirven para saltar grandes trechos, pero no es canopy o tirolesa
tradicional. No es un medio para viajar dentro del monte. El giro que he usado es sólo una hipérbole para condimentar el cuento. Pero, los
niños y niñas montaraces de Penco, en especial los que vivían en Villarrica, hallaban en los boquis no cables que sirvieran para
atar, sino «cordeles» pendiendo de árboles con los que divertirse. Grupos de ellos desaparecían de sus casas para ir a jugar a las lianas: volar en el bosque colgando de una rama como Tarzán y Jane. Y cómo no, con el grito característico
del héroe salvaje de ficción incluido:
¡AAAAAAoooooooooooooouuuuuuu!
El actor Johnny Weissmuller, encarnando al célebre Tarzán en el momento del famoso grito. |
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