La
gente de Playa Negra tuvo siempre vocación de mar, de actividad de pescadores.
La hilera de casas que se alineaba desde las instalaciones de la antigua Duncan
Fox, al comienzo; la Cosaf, después y Muelles de Penco, ahora, gozaba de esa
curiosa combinación de calle por el frente y de playa como patio trasero. En
esos años, no conocí ninguna casa de ese barrio pencón que hubiera sido
edificada con orientación frontal hacia la playa, en lugar de la línea y el
cerro Bellavista. Pero, en fin, así fue la cosa.
Don Héctor dedica horas a la paciente tarea de mantener su bote en buenas condiciones, en la arena frente a su casa. |
Los
patios traseros eran entonces tan alargados que llegaban hasta la arena, así
que sus moradores tenían la opción de guardar sus botes y chatas directamente
en esos espacios de su propiedad, con cercos de tablas cantoneras o alambradas de púas y
grandes puertas allá al fondo. Llevar y traer las embarcaciones desde el agua significaba arrastrarlas nada más que un par de metros por la escasa pendiente de la arena. Hasta
que el municipio, allá a finales de los 60, introdujo cambios en el plan
regulador de la comuna y expropió y redujo aquellos patios largos para
habilitar la calle costanera que existe hoy. Así, las casas perdieron el dominio sobre esa extensión añadida que las acercaba más a la rompiente, pero no por
ello, muchos de sus moradores de hoy han abandonado u olvidado su vocación de
mar.
Detalle de la tarea de calafateo para evitar filtraciones de una embarcación. |
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