En el actual negocio de flores, en la esquina de las calles Penco con Freire, tenía su tienda de libros y su residencia el profesor de educación física (y entonces para nosotros desconocido poeta) don Enrique Fernández Salgado (fallecido). Tuvimos acceso a algunos de sus escritos en el Menaje Lina, porque su dueño Luis Navarrete, los guardaba en una carpeta. Para este post escogimos un poema inspirado en el personal de aseo de la Municipalidad de Penco y el trabajo que ellos desempeñan. Resulta interesante comprobar cómo una actividad tan distante del glamour haya sido tema para unos versos, hecho que dejó al descubierto las escondidas sensibilidades literarias de don Enrique. La breve composición poética es la siguiente:
ASEO
Autor: Enrique Fernández (10 de octubre de 1989)
Aquí, están listos para la jornada.
personal del aseo, de fibra asegurada.
Guiñosos, con su nueva distribución.
….........
Temprano limpian las arterias de Penco,
retiran los desechos, estimulan la belleza,
se estiman prevenidos, --sanos
elementos.
Al rato, los camiones ubican los
residuos,
personal aleccionado, cumple su
obligación,
únicamente: desea público
comprensivo.
Todo, resuelven con diligencias,
e ideas luminosas.
Brigada del aseo.....de labor modesta,
encomiable,.......... es una ocupación.
Alguien tiene que efectuarla, con razón.
Su figura es opaca. …. Con la vida
guarda:
conexión.
Arriban estos pensamientos,
al valle de la concordia,
de recíproco amor y aliento,
a los que hacen aseo. A mucha honra.
Están, justos, en el camino,
que, conduce al bienestar:
buen sino.
1 comentario:
Te felicito Nelson por escarbar en los papeles, comos se ve, no totalmente olvidados; porque quijotes como tú, ponen en valor el patrimonio inmaterial de nuestro Penco de todo tiempo. Porque Don Enrique, a quien conocí entrando en más de alguna vez a su librería (frente a otro icono de Penco, la Farmacia Méndez) fue más que un librero y abastecedor del estudiante y la oficina... fue un reconocedor de su entorno y de su época; muestra de ello, el poema "ASEO" que nos acabas compartir, y que después de 31 años de su debut, vuelve a ser expuesto tanto en transcripción como en su escritura original, tipeado en alguna de esas antigua máquinas de escribir, cuya duras teclas, eran el terror de las yemas de los dedos, más aún cundo el escribiente se daba con fervor a su tarea. Un abrazo, Jaime Robles.-
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