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LA EX SEDE DEL CLUB ATLÉTICO, ABAJO A LA IZQUIERDA, SU PRESIDENTE Y FUNDADOR JOSÉ RIQUELME ARANEDA. |
«Mi
tío José Riquelme, fallecido hace un par de años, quien fuera
presidente y fundador del desaparecido club de fútbol Atlético de
Penco me contó un hecho que pertenece a lo inexplicable. Ocurrió en la
sede del club entonces ubicada en calle Penco, un poquito más allá
del puente de Freire, por la orilla del río, yendo hacia la
Planchada, donde hoy existe una bomba bencinera. Esa sede era de
madera y él la construyó con la participación de amigos, vecinos y
jóvenes socios. Cuando quedó habilitada se instalaron mesas de
pimpón, tableros de ajedrez, juegos de la dama y también había una
oficina. A veces se hacían fiestas para reunir fondos con fines
sociales o deportivos. En las tardes siempre había jóvenes, niños,
socios, realizando alguna actividad. También se planificaban los
partidos, se estructuraban los equipos para el fin de semana. La casa
del Atlético era una auténtica sede social, de la que mi tío
estaba muy orgulloso. Fue el sueño hecho realidad de mi tío que
su club tuviera un domiclio y lo consiguió también gracias al apoyo
del doctor Díaz. El espacio donde se edificó fue cedido, quizá con
alguna cláusula de temporalidad que desconozco. Eso fue a finales de
los años 60 o a comienzos de los 70.
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ANDY URRUTIA |
«Bueno,
él me contó que una noche, serían tal vez las 10, él se disponía
a cerrar la sede, como lo hacía todos los días, para irse a dormir
por sus actividades del día siguiente. Así que dio instrucciones a
los últimos niños y jóvenes que permanecían en el recinto que
terminaran lo que estaban haciendo y calabaza. Hora de cerrar. En ese
momento alguien tocó a la puerta. Le abrieron. Era un hombre
desconocido de edad adulta, algo barbón, vestía un abrigo oscuro,
descuidado, parecía venir viajando de lejos, ni bolsa ni maleta,
sólo lo que llevaba puesto. Era pobre, pero se expresaba bien,
parecía tener educación, daba la impresión de ser un rico venido a
menos por algún vicio. Mi tío José se acercó al umbral donde el
hombre permanecía para que alguien lo atendiera. Luego de los
saludos, mi tío José le preguntó que qué necesitaba. El
desconocido le dijo que había llegado a Penco esa noche, que estaba en tránsito en el pueblo y que iba no sé para adónde. Su problema era que necesitaba
pasar esa noche de invierno bajo un techo. Estaba a punto de llover.
Mi tío consideró suficiente la información que le dio así que no más preguntas, lo hizo pasar y le dijo bueno,
por una noche no hay problemas, veremos cómo usted se puede acomodar
por aquí. Los niños y jóvenes que quedaban en el club miraban
sorprendidos. De alguna parte alguien sacó una frazada se la pasó y
el hombre agradeció, no le quedaba más que dormir en el suelo, pero
había resuelto su problema más importante gracias a mi tío y al
Atlético.
«Entonces
el hombre dijo, “a modo de agredecimiento quiero hacerles una
demostración del arte que conozco y lo que sé hacer. ¿Me pueden
facilitar una escoba, por favor?”. Se la trajeron los muchachos, él
la tomó y la apoyó en uno de los muros, se sentó en una silla y se
tapó la cara con ambas manos, en un acto de aparente concentración.
No pasó un minuto cuando la escoba comenzó a levitar y a volar en
círculos por todo el ámbito del club...
«Eso
me contó mi tío, una persona seria. Yo no puedo dudar porque además
él había sido testigo directo igual que los otros niños. Y eso es
lo que lamento ahora, no haberle preguntado quiénes eran los que
estaban con él esa noche. A lo mejor ahora yo los hubiera buscado en Penco para escuchar la versión de ellos sobre ese episodio, a los
que todavía queden vivos».
Luego
de oír esta historia de mi amigo Andy, recordé una frase que leí
en el cuento «Prometeo» de Franz Kafka y que dice: «La leyenda
quiere explicar lo que no tiene explicación». Bastaría agregar que
un hecho de este tipo nacido de la verdad de un relato y contado por
una persona digna de credibilidad vuelve necesariamente al ámbito de
lo inexplicable. Siempre será así.
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CLUB DE HONOR DE ATLÉTICO DE 1959. La alineación: ARRIBA de derecha a izquierda Constanzo, B. Pantoja, Aguilar, Montero, Zambrano, Sánchez. ABAJO, Víctor Riquelme, Rivera, Molina, J. Pantoja y Lagos. |
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