Por estos días, un conocido amigo preguntaba por redes, que a qué hora salía la última micro para Concepción. Las respuestas eran vagas, como a las 10, como a las 11. A este respecto, el transporte privado de pasajeros no ha tenido en el presente una disciplina de servicio al final del día, hecho que deja a muchos pasajeros sin un medio para ir de un punto a otro avanzada la noche.
Sin embargo, el asunto no es nuevo, la historia está llena de ejemplos. El dramaturgo y profesor José Chesta, quien a comienzo de los años cincuenta hacía clases en la escuela de mister Campbell en Cerro Verde (Cerro Verde Alto no existía) apostaba a tomar la última micro de regreso a Concepción, donde vivía, que salía de la plaza de Penco a las 9 de la noche. No una, sino varias veces, llegaba tarde y perdía la micro. Bueno, le quedaba la opción del tren tomecino, que pasaba por Penco a las 10:30. Y eso sí que era lo último de lo último para volver a la ciudad penquista. A veces Chesta también se quedaba abajo y se le iba ese tren, por las razones más variadas. Tenía que quedarse en Penco hasta la jornada siguiente, no le quedaba otra opción que caminar por los alrededores y meterse en un bar para pasar la noche ya fuera jugando al cacho, ya conversando con parroquianos bohemios. Así llegaba el día y él se iba a sus clases en Cerro Verde caminando por la línea. Esta realidad de Chesta me la contó el profesor Rosauro Montero (QEPD), amigo del dramaturgo.
Un lector de nuestro blog nos contó que un domingo de verano se quedó en Penco hasta tarde y se dio cuenta que ya no había ninguna micro para regresar a Concepción. Nos dijo que con otro amigo tuvo que volver a pie y que lo que más le preocupaba era pasar por Cosmito, pero que al final no tuvo ningún problema, en realidad más preocupante pudo ser pasar de madrugada el puente viejo del Andalién y tener que avanzar por las primeras cuadras de Camilo Henríquez.
Por distintas actividades laborales se necesitaba un servicio de transporte de pasajeros de trasnoche entre Conce y Penco. Por tal motivo, la Empresa de Transportes Colectivos del Estado de entonces (ETC del E) a comienzos de los años setenta extendió sus servicios nocturnos. Para este efecto destinaba un bus que pasaba cada hora a partir de las 12 de la noche. Así los pencones y los penquistas tuvieron por un tiempo un servicio horario regular que permitía ir y volver entre un punto y otro durante la madrugada. Las facilidades que dio este bus favoreció a mucha gente que sin tener medios propios debía ir o volver del trabajo e incluso por razones de emergencia acudir a los hospitales en caso de necesidad a esas horas. Hasta que el bus nocturno se acabó, no pasó más.
Más de 50 años después de esa experiencia, ¿cómo estamos hoy?
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