martes, mayo 30, 2023

COMUNICARSE A LOS GRITOS

 

            Cuando las madres de Penco necesitaban la presencia de alguno de sus hijos en casa y los niños estaban jugando en la calle, salían a la puerta y voceaban el nombre, al mayor volumen posible. Eso era común, mujeres llamando a su prole. El aludido tenía que renunciar al juego en que se encontraba diciendo «me están llamando» y se iba a casa. Hoy me pregunto por qué se practicaba esa forma de llamar en el sentido de citar, convocar. La respuesta estaba en el campo, en los cerros.

            Las muchas veces que visité Primer Agua, Los Varones, Las Margaritas y otros lugares de los alrededores de Penco observé que los gritos eran un medio de comunición. La gente voceaba con toda su fuerza para hacerse oír a distancia. De ese modo se convocaba a alguien o se hacían encargos, se pedían favores ('présteme una yunta de bueyes para ir a Florida mañana', es un ejemplo de conversación entre dos campesinos gritándose de una loma a otra). Sin embargo, no bastaba con decir a grandes voces el mensaje, importante era tener una respuesta (otro grito de vuelta). Ayudaba a este propósito, el eco de los cerros o de las quebradas. Propagaba el mensaje un poco más allá del alcance natural de la voz humana.

            Cuando me pregunto sobre la formas de comunicación que ha desarrollado el ser humano en el tiempo sin el apoyo de las tecnologías, se me viene a la mente este recurso que he expuesto y que seguramente es todavía más anterior que los simples gritos para hacer encargos en los campos de los alrededores. No hay duda que también lo emplearon nuestros ancestros. Lo que yo vi se refería a palabras habituales que el receptor debía comprender al oírlas a lo lejos. No se trataba de un código desarrollado especial de interpretación de gritos.

            A lo anterior habría que citar el uso de los silbidos, como ocurre desde tiempos inmemoriales en la isla La Gomera del archipiélago de Las Canarias. Sus habitantes silban mensajes empleando un código compartido por todos. De ese modo se informan de un sitio a otros sin el apoyo de los equipos móviles de que disponemos en la actualidad. En La Gomera este código, exclusivamente cultural, se enseña en las escuelas.

            Por la necesidad de una comunicación a distancia es que estamos dotados de la posibilidad de gritar o silbar no para imprecar ni faltar el respeto, sino para enviar mensajes lo más lejos que podamos.

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