miércoles, agosto 23, 2023

LOS PARAGUAS DE PENCO

PENCO CON LLUVIA Y con paraguas en la Plaza de Los Conquistadores. Vísperas del 18 de Septiembre de 2023. (Foto Jaime Robles Rivera).


                    Andaba el viejo aquel por las calles con una maleta que parecía hecha de lata. No voceaba el servicio que ofrecía, iba puerta por puerta: «Arreglo paraguas». Clientes no le faltaban porque entonces no había comerciantes oportunistas que se instalaran en las esquinas a vender paraguas chinos. No, entonces esos implementos eran permanentes, no desechables. Y en Penco el peor enemigo de los paraguas era el viento, cuando una ráfaga azotaba de abajo hacia arriba doblaba las débiles estructuras metálicas de las varillas. Dañado de esa forma se podía usar de nuevo, claro pero no se veían bien, se convertía en un paragua cojo, sin estética. Por eso había un nicho para personas dedicadas a recuperarlos. Por eso el viejo iba de casa en casa ofreciendo repararlos.

                    La magia de la recuperación estaba en la maleta que portaba el artesano paragüero. En su interior guardaba pinzas metálicas, alicates, una lima, martillo de peña, un rollo de alambre acerado y otro de alambre delgado galvanizado común y corriente. El resto radicaba en su destreza para sacar adelante el trabajo.


                    Decíamos que la principal avería de un paraguas se presentaba en sus varillas, consistentes en tiras de lata finamente acanaladas.Por tanto para recuperar la forma de hongo perfecto había que corregir las torceduras. Para ese fin se necesitaba un refuerzo y para eso servía el rollo de alambre acerado. Requería de técnica hacer la reparación para que el paragua junto con recuperar su forma permaneciera firme y elástico al mismo tiempo para cumplir su papel: funcionar como paraguas.

                    Este oficio callejero y a veces doméstico –porque por ahí por calle Robles, en una casa había un papel pegado en una de sus ventanas «se arreglan paraguas»– se terminó con la llegada de los desechables. Hoy paraguas que se echa a perder, se va directamente al tacho.

UNA MAÑANA CON lluvia ligera en Penco, en la pre primavera del 2023. Fotos de Jaime Robles Rivera, presidente de la Sociedad de Historia de Penco.

            Y sobre esto de las reparaciones, mi amigo pencón Andy Urrutia Riquelme me dijo que en una oportunidad acompañó a su tío, don José Riquelme (QEPD), a componer dos paraguas adonde un técnico paragüero. Así ambos llegaron a la casa de un tal Carlitos "Twist" que se dedicaba a eso, además que cantar en lugares de la bohemia de Penco. El problema consistía en reparar algunas varillas torcidas para recuperar la forma y la funcionalidad de ambos paraguas. Andy me contó que los dos con su tío fueron un par de días después a retirarlos y Carlitos "Twist" los tenía impecables. Los paraguas recompuestos sirvieron varios inviernos más. Digamos que el lugar o su casa donde Carlitos reparaba esos equipos para protegerse de la lluvia se ubicaba, según él recuerda, bien arriba de la calle Chacabuco, casi al lado de la ermita de El Boldo.
                    A los paraguas descompuestos no sólo se les reparaban las varillas, en algunos casos, con otras de repuesto obtenidas, a su vez, de paraguas arruinados y sin posibilidad de arreglo.También se remendaban las telas rotas. Sin embargo, a este respecto, había todavía una solución más radical: cambiar la tela completa del paraguas averiado. En las tiendas de materiales para sastres vendían unas telas tipo seda para cambiar la apariencia de un paraguas. Incluso, nos contó Cristina Ferrada, vecina de Penco e integrante de la Sociedad de Historia, que su madre guardaba en una bolsa algunas de esas telas como repuesto para mandar a arreglar sus paraguas en caso de necesidad.    

                    Los paraguas con historia de milenios, tienen una belleza cautivadora, cuando se los despliega. Recuerdo, en una oportunidad, haber mirado desde el cuarto piso de la Escuela de Farmacia de la Universidad de Concepción, donde entonces funcionaba la Radio de la Universidad, hacia la peatonal central del campus en un día de lluvia. Decenas de estudiantes, hombres y mujeres iban y venían bajo la lluvia con sus paraguas abiertos negros y de colores. Era un espectáculo tan poético, de alumnos andando rápido de aquí para allá y vice versa protegidas sus cabezas por esos vistosos implementos invernales. La lluvia caía sobre sus paraguas y el viento amenazaba con dañarlos. Eran los tiempos en que fue famosa la película Los Paraguas de Cherburgo y también de la necesidad de servicio de los artesanos paragüeros solícitos y dispuestos a recuperarlos.

ESCENA de la película Los Paraguas de Cherburgo con la protagonista Catherine Deneuve. (Francia,1964).

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