UNA FOTO PARA EXPONER EN UN MUSEO. Fernando Cabezón López entrega un regalo de vajillería pencona al Papa Juan Pablo II, hoy Santo de la Iglesia Católica, en Hualpén, abril de 1987. |
Por Abel Soto Medina, Aficionado a la Historia.
¿Sabía usted estimado lector que en Penco existe un grupo de amigos denominado P&P (Personas y Personajes)? En muy pocas localidades existe este tipo de organizaciones, en que personas se aglutinan nada más que movidos por la amistad. Sin ir muy lejos en Talcahuano existió un grupo con este fin llamado «Los Trece Gallos», admirado por la relación de cercanía entre sus miembros. Pero, debemos decir también, que cada grupo tiene sus códigos propios que hacen de ligazón entre sus asociados para compartir y disfrutar la amistad con el otro. Se forma una malla de conexiones, basada simplemente en eso que resaltó alguna vez el filósofo francés Voltaire, «sólo los hombres de buena voluntad, logran tener amigos».
En el caso de Penco lo singular del grupo P&P, fue que aquí no hubo congéneres homogéneos, para darle forma. En nuestro caso quien nos aglutinó es una persona común y corriente. Cualquiera podría decir con desdén alguien sin formación letrada, pero ¡cuidado!, su intelecto funciona y funcionó con creces. A quienes él comunicó su proyecto lo escucharon con atención y respeto. De ese modo nuestro organizador demostró capacidad persuasiva para amalgamar voluntades y caracteres muy diversos y cuyo resultado es Personas y Personajes, P&P de Penco que ahora comentamos.
Pero, ¿quién es nuestro hombre? La idea de formar este grupo de amigos, se forjó hace casi veinte años en la mente de Fernando Cabezón López, todo un personaje local sin duda alguna, criado y formado en el barrio del Club Gente de Mar, calle Infante con línea férrea, donde antiguamente se ubicaba el Matadero de Penco, y hoy son dependencias ocupadas por la Municipalidad. Ese entorno fue y es el ecosistema de Fernando, día a día circulando por ahí, conocido de la gente y amigo de jugadores de fútbol. Por inercia llegó al club de fútbol Gente de Mar, primero como jugador y después como director técnico. Aunque esta nota no contempla ahondar en su vida deportiva sí tiene mucho que ver dado sus pergaminos deportivos. (Tema de otro post). Sin embargo, antes de salirnos de esto del fútbol, digamos que el dueño del afamado Restaurante Rincón Marino de Lirquén, don José Arturo Fuentes (QEPD), le dio la oportunidad de dirigir el Club Deportes Lirquén, que de hecho asumió. Pero, un día cualquiera Fernando cambió el switch del deporte por otro distinto. Porque don Arturo había comprobado su virtuosa locuacidad lo invitó a trabajar con él en funciones propias del restaurant. Esta instancia posibilitó a López –un hombre por lo demás inteligente– conocer a personalidades diversas por los eventos del restaurante tanto dentro del local como en reuniones sociales in situ de instituciones, ya por celebraciones u otras actividades ad hoc como eventos especiales, etc. Fue precisamente en esas circunstancias, donde nuestro personaje –muy observador también– se percató que las personas ya incorporadas en las celebraciones se explayaban y se notaba que tenían ansias de compartir, pero que muchas veces por lo rutinario de sus actividades, se restaban. Les faltaban ocasiones para hacerlo. O sea, Fernando captó muy bien esa necesidad de convivencia fuera de las pautas diarias.
CABEZÓN LÓPEZ en sus tiempos de jugador de la U de Conce. Al lado, la fachada del restaurant El Rincón Marino. |
La distracción de la mente hace más productivos nuestros quehaceres diarios, dicen los entendidos, y nuestro mentor, sin saber de eso, lo intuyó. Una buena tarde le propuso a don Arturo, su jefe: «tengo la idea de juntar a un grupo de personas, que por sus rutinas yo veo que no tienen la oportunidad de distraerse, incluido usted, jefe». Desconozco las palabras de la respuesta de don Arturo, pero pudieron ser éstas: «Ya Cabezón, te apoyo». Se lo debió decir con alguna picardía y también con indisimulado sentido de desafío. De ese modo Cabezón López comenzó la paciente tarea de conversar con personas –con su bla-blá virtuoso– para reunirlas y lo consiguió.
La cadena de invitaciones funcionó por efecto dominó. Miguel Riffo, dueño de la bomba de bencina Copec, todo el día pendiente de su negocio, más otro, agregado en el mismo lugar, éste a su vez, invitó a Juan Yévenes, un amigo, y comerciante de Penco, pero proveniente de Lirquén, personaje cargado de historias y anécdotas, Don Sergio Hernán Núñez, dueño de la ferretería Núñez, de lunes a domigo, al pié del cañón como se dice, su hermano Mario lo acompañó en esta gesta, Don Fernando Chito Retamal, hijo del también distinguido comerciante de Penco, Don Abraham Retamal, con actividades dedicadas al área forestal, y que su cooperación sería pieza fundamental en los cimientos del grupo, al facilitar su parcela de Primera Agua, lugar que fue el hogar, en la formación. Don José Coté Ramírez y Omar Contreras, socios y dueños de la metalúrgica Inti, personas que le habían ganado a la vida como se le llama a quienes logran superarse, sobre todo quienes lo consiguen en tierras extranjeras, como lo hicieron ellos en Argentina, para venir a plasmar sus conocimientos adquiridos nuevamente en su Penco natal. Don Miguel Ramírez, hermano de Coté, y empresario de transporte, a corto andar, se sumaron Don Pedro Zambra, empresario del rubro Metalmecánico, un esforzado nieto de refinero, vecino del barrio San Vicente, e hijo de un deportista del ciclismo Don Enrique Zambra, Don Gabriel Albistur un ex Comisario de Carabineros de Penco, que por su carácter afable arraigó muchas amistades en la comunidad, por ende, un buen postulante al grupo. Don Ramón Fuentealba, Profesor, Ex Regidor, Ex Concejal y Ex Alcalde, pero tenía alma de P&P, gustaba de conversar, cantar, convivir y vivir la amistad, Don Patricio Pato Elgueta, siendo uno de los últimos en incorporarse, pero no menos importante para el grupo, todos éramos testigo de su permanencia en el supermercado «Don Chito», y el último en integrarse al grupo fue Don Sergio Ulloa, un comerciante y agricultor, que tiene toda su vida en Penco, de buen carácter, alegre, hombre serio, en sus apreciaciones, o sea digno del grupo.
EL EX ALCALDE Ramón Fuentealba fue un activo miembre de P&P. A la derecha, Gabriel Albistur, ex comisario de Carabineros de Penco, también asociado a P&P. |
Todos los descritos y otros que quedaron en el camino, dieron y sostienen todavía a P&P este maravilloso grupo. No debo dejar pasar un aspecto y es momento de reconocer a mi hijo mayor Christian Soto, quien también fue parte importante en la formación de este aglutinamiento de amigos, cuya sigla de amparo se determinó llamar P&P.
Todos sus integrantes pertenecían o habían integrado grupos sociales, pero éste era especial, porque había tantas ansias de compartir y contar vivencias, que la mayoría terminaban en risas y alegres momentos, no había nadie que se olvidara del día de la reunión, cada una de ella, era para salir fortalecido de gratitud y felicitarse por tener a los amigos con los que uno estaba compartiendo.
Indudablemente que esa pequeña y gran idea de López, tomó fuerza y su ancla ha servido durante estas casi dos décadas, para plasmar amistad, trayendo consigo por el otro, el afecto tan necesario en momentos difíciles. El grupo ha sufrido la partida de Arturo Fuentes o Arturito como a veces se le nombraba y a Don Ramón Fuentealba, cuyas memorias siguen viviendo en todo momento de los encuentros de convivencia.
Todo lo escrito, solo tiene el propósito de dar a conocer, que esto funciona cuando se aúnan voluntades, así como otros clubes de «Tobi», pero como éste, creo que es único. La oportunidad da para pensar que si esta idea funcionó, por qué Penco, nunca ha tenido un Club Social (como la ciudad penquista con su Club Concepción), donde todos nos sintamos iguales, donde podamos conversar y cada uno, no sólo sienta tener un espacio, sino que se sienta parte de esta comunidad llamada Penco, y quien llegue, sea siempre bienvenido, por el solo hecho de querer integrarse, y entre todos desarrollar ideas, escuchar, respetarse, y hacer placentera la vida pencona. A veces pienso que nos hacen falta muchos Cabezones López, que tengan ideas de aglutinar y así lograr un contento espiritual, y teniendo el espíritu feliz, la vida se observa con una mirada más dulce.
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