miércoles, enero 01, 2025

EL CORAZÓN DE FANALOZA

 
                    Todo el trabajo creativo inicial se concentraba en hacer un buen molde. Ahí se aplicaba el máximo de inteligencia y de arte y ahí también se presentaban el estrés y los dolores de cabeza. Las matemáticas, la geometría, las leyes de la física, herramientas indispensables; el gusto estético y el sentido común también tenían voz. La perfección de una matriz bien lograda no tenía precio.

                    Primero se diseñaba en el papel el artefacto a construir, después siguiendo el modelo lo hacían a mano con greda. Se introducían correcciones en este prototipo y cuando no había opiniones en contrario se le sacaba el molde con yeso. Prototipo y molde equivalían al positivo y el negativo en una fotografía antigua. Cuando la matriz estaba seca era pulida por obreros especializados. Con una pasta suave de caolín, arcilla y feldespato se rellaba el molde y después que la pasta se secaba se obtenía el primer ejemplar. Luego del cocido al horno, se lo sometía a exigentes pruebas de resistencia, de funcionamiento y respuesta al uso cotidiano antes de iniciar la producción en serie. Ya no bastaba con el buen molde, había que confrontar el producto que se obtenía de él con la realidad

                    En la fabricación de los moldes descansaba la esencia de la fábrica, por eso ahí estaban los hermanos Díaz, Reginald, Facundo, Juan opinando y haciendo, se planteaban consultas técnicas, apreciaciones de mercado y finalmente se adoptaban decisiones. La sección moldes fue el corazón de Fanaloza. Cuánto conocimiento, cuánto saber hacer, cuánto de ingeniería y de arte que se ha ido con la desaparición de esta orgullosa ex fábrica pencona.


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