viernes, abril 13, 2007

SILBATOS, ORFEONES Y CAÑONES DE PENCO


Por Max Wenger
El cuadro costumbrista de Penco ha tenido y tiene actores inanimados que con el tiempo han quedado en el olvido.

Las dos grandes industrias de la ciudad, Fanaloza y CRAV, disponían de sendos mecanismos – probablemente a vapor-- que emitían fuertes pitazos a ciertas horas. También había ulular de sirenas. Así, los sonidos de los pitazos se hacían oír en las mañanas temprano para marcar el inicio de las faenas, luego a mediodía para la salida a almorzar y, por último en las tardes, al cierre de la jornada de empleados y obreros.

De este modo, la población de Penco, estuviese o no vinculada al quehacer fabril locero y refinero, guiaba su trajinar cotidiano según los intervalos marcados inequívocamente por los silbatos de tonos graves y profundos en el caso de Fanaloza, que se dejaban oír en todo el ámbito de la ciudad.

Pero eso no era todo. En tiempos de auge del ferrocarril, era posible al menos para los vecinos más próximos, escuchar los pitos y las campanas de las locomotoras a vapor que hacían su recorrido por el ramal de Chillán.

Lo de las flautas es algo más musical. Las mismas industrias contaban con orfeones o bandas compuestas básicamente por flautas, clarinetes, pitos, trompetas, trombones y alguna tuba, además de la percusión con tambores, bombos y platillos.

Esas agrupaciones estaban encargadas de solemnizar actos y ceremonias al interior de las industrias, aunque también muchas veces su concurso era solicitado para actividades de la comunidad. Amenizaban encuentros de fútbol, paseos dominicales por la plaza o para aportar la nota marcial en desfiles patrióticos.

En cuanto a los cañones, aunque por mucho tiempo mudos, siguen siendo testigos hoy de un pasado en que la acción bélica era casi el único argumento de defensa de la ciudad de asonadas de piratas o de enemigos vía marítima.
El Fuerte de Penco o Planchada, como también se conoce al lugar frente a la playa, se constituyó en una especie de mirador que muchos paseantes frecuentaban en horas del día y de enamorados al oscurecer, para sus momentos de solaz y ensoñación.

El tiempo ha pasado y probablemente otros elementos de identidad han asomado en la vida pencona... Pero siempre es bueno recordar aquel pasado de pitos, flautas y cañones...
¿Qué fue de ellos?

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