jueves, junio 14, 2007

PIN PUENTES: "EN PENCO COMÍ CHUMILCOS"

NOTA DE LA EDITORIAL:  Mi "encuentro" con Pin Puentes descrito aquí es ficticio, creado sólo en mi intento de hacer más entretenido un cuestionario con preguntas que le envié por mail y que él gustoso me envió de vuelta con sus respuestas. Así que esto queda claro desde el comienzo, yo no viajé a Australia. Espero, estimado lector que usted se sienta a gusto leyendo la descripción del contexto que es fruto de mi imaginación. Las preguntas y las respuestas son verdaderas).


    Bastó un contacto telefónico para concertar una conversación con Enrique Pin Puentes, un conterráneo radicado en Melbourne. A las 13:30 horas nos juntamos en el Food Court, un restaurant muy top, ubicado en la sexta planta del High Point, el centro comercial más concurrido de esa ciudad australiana.

     Cuando nos encontramos nos dimos un gran abrazo de saludo y nos dirigimos a una mesa que yo había reservado desde mi hotel. El lugar, algo bullicioso, tenía una excelente vista hacia río Yarra (foto 1). Yo pedí un martini, para empezar, y atún acompañado de papas doradas, como plato fuerte. Enrique se inclinó por un bloody mary, al que agregó un poco de pimienta molida, y de fondo pidió bife con ensaladas. Para beber, un carménère de Chianti. Es que Enrique tiene buen gusto y para él no hay como los vinos italianos.
--En Penco tomábamos puro pipeño de Quillón--, le dije a modo de inicio. Me respondió con una sonora carcajada. Y continué: --No tenía idea que fuiste amigo de Luciano Cruz. ¡Quién no lo vio durante las protestas estudiantiles en Concepción durante los sesenta!

 --Todo comenzó con el Partido Radical. (foto 2, Enrique en el restaurant). Yo fui presidente de la JR de Penco. Al mismo tiempo era director scoutivo, bombero, basquebolista del "Federico Carvallo" y atleta del cuadro refinero. También, director de la JR provincial. Fui a 13 convenciones del partido como delegado oficial. Dirigente del Centro de Alumnos del Enrique Molina Garmendia donde me echaron, Presidente del Liceo de Tomé, donde también me echaron y Presidente provincial de los Estudiantes Secundarios de Concepción, FEPRESCO, donde mi contrario en la lista era Luciano Cruz Aguayo, mi compañero de banco y secretario del curso donde yo era el presidente y más tarde fundador del MIR. Claro que lo conocí.

 --Enrique, veo que eras bastante dado a la política.

 --Te quiero decir que por mi actividad tenía muchos amigos, pero eran más mis detractores y enemigos declarados, entre ellos el cabeza de ratón Fuentealba, sempiterno candidato a alcalde. Espero que ya hayan canalizado el río Penco, porque ése era su único discurso. El jetón Jara del PANAPO tampoco me quería mucho. En Penco fui además el primer Presidente del GRUMIX, Grupo Mixto, donde la membresía era estrictamente de quince hombres y quince mujeres. Lo pasábamos re mal. (foto 3: Enrique Pin con su familia durante un paseo) Ahí estaban, el ponchera Fernández, quien era el sostenedor económico del grupo, el Beñe y el Nolly Careaga, el Omar "Pichula" Moreno, el Tito Boeri, el Enrique Barra, el Mario Sanhueza, el Quelo Bustos y todas las minas más bonitas de Penco y alrededores, como mi novia de entonces la Alicia Álvarez de Lirquén, un par de las hermanas Ocampo, la Rosita Careaga, la Shely casada después con Walter Müller…

--Veo también que eres bueno para hablar y que no tienes pelos en la lengua, mi estimado amigo--. Me aprovecho de su entusiasmo y la circunstancia del almuerzo, para pedirle que recordara alguna comidas penconas…

-- Mira, he comido todo lo que es posible recoger en Penco: frutos de boldo, de copihues, de coigües, maqui, pepas de piña de pino, callampas y frutillas silvestres, pencas y cardos. De la mar, pa’qué te digo, desde chumilcos, esos caracoles gigantes que se deban tanto en el Penco de antes, hasta una gran ballena que varó una vez en la playa cerca de Playa Negra y que yo mismo le saqué a medianoche con un machete tremendo bistec que me costó llevar a casa porque iba con cuero y grasa y pesaba unos cuántos kilos.

--Pero, dime algo gastronómico especial que recuerdes…

-- Si tengo que decirte la verdad, lo que más añoro o recuerdo o quisiera comer otra vez, es ese platacho del barrio chino, del negocio de Carlitos Moreno en sus inicios, que los habitúes del negocio bautizamos como consomé de reina, que eran por supuesto cholgas de Lirquén, longanizas ahumadas de Chillán y pollo de corral, de ese con enjundia y que corría suelto por la orilla del mar y los conventillos picoteando lo que hubiera.

--¿Por qué te viniste a este enorme país como es Australia, tan lejos de Chile y de Penco?

-- Un día debí abandonar Penco. Era una cuestión de sobrevivencia. Alguien me quería matar. Además en ese tiempo hacíamos demasiada política. Las elecciones cada cuatro años, de alcaldes, de diputados, parciales de senadores y Presidente de la República nos mantenía, a quienes nos gustaba la chuchoca política, pendientes de las campañas. Eso significaba trasnochadas, tomateras, peleas disputando las paredes a pintar, concentraciones, etc.

--Si bien me cuentas que te echaron de los colegios, ¿cuál fue tu profesión?

-- Imagínate, postulé a varios servicios públicos, con quinto año de humanidades y exámenes pendientes del sexto. Quedé en el Banco del Estado e Investigaciones.
Me presenté al examen en la Escuela de Investigaciones en Santiago. Estando mis padres separados, le metí mano a la recaudación de la matiné de un domingo del Teatro Crav, diciéndole a María, la boletera que me entregara a mí la plata. Mi papá administraba el teatro. Dos días antes de la fecha, tomé mi bolso de gimnasia y los 36 pesos o escudos de la recaudación y así me fui a presentar junto a Juan González Fuica. Juan tenía familia en Santiago. Yo no, así que pasé mi primera noche en el Hotel Albion cerca de la Estación Central en la Alameda.

-- ¿Y qué pasó entonces?.

-- De ahí salí con seis pesos rumbo a la Plaza Ñuñoa durante tres días consecutivos de exámenes, los que pasé sin comer, salvo algún trozo de pan que me convidaron, una malta, recuerdo, en el restaurante Las Lanzas y pare de contar. El último día dormí al lado fuera de la Escuela, arrimado a una mata muy fragante. Por suerte aprobé; se apiadó de mí el Director de la Escuela un hombre a quien respeté mucho por su calidad humana, don Oscar Lennon Salas y me firmó un vale para que viviera en una pensión sin pagar durante tres meses, al cabo de los cuales empezaría a recibir mi primer sueldo. Te imaginarás que la pensión no era muy buena y que todos los días durante tres meses debí caminar cuarenta y dos cuadras, de ida y de vuelta desde Brown Norte en Ñuñoa a la Plaza Brasil. donde estaba la pensión.

--Pero, dime, ¿te recibiste de detective?

--Bueno, me recibí de detective y empecé a estudiar leyes en la U. de Chile en Santiago, con muchos lapsos y postergaciones y congelaciones. Finalmente, aprobé Relaciones Públicas, que nunca ocupé, salvo un par de años, cuando fui jefe de RR.PP. de la Prefectura de Antofagasta.

-- Volvamos a Penco, tú eras del recinto de la refinería y te conocías los cerros como la palma de la mano. ¿Es cierto?

-- Nosotros íbamos frecuentemente hasta el retén Chaimávida a pie y una vez, fuimos con amigos mayores en un grupo de doce o catorce personas hasta Chillán, a un rodeo, donde estuvimos tres días antes de regresar en tren. Nunca fuimos para el lado del pueblo, sino hacia el sur. Primer Agua lo conocí después porque íbamos con mi padre a cazar y a las carreras de caballos a la chilena y a las peleas de gallos. Lo que te puedo decir, es que conocimos cada metro de ese bosque, cazando pajaritos y pequeños animales con nuestras hondas.

(foto 4: junto a leones en un zoo australiano)

--Oye Enrique, el almuerzo se nos pasó volando. Estaba delicioso. Fue increíble recordar a nuestro pueblo común desde un lugar tan remoto, como es Melbourne, Australia.

--Fue un agrado compartir este almuerzo contigo, Nelson, y espero que escribas estos recuerdos y los publiques en el blog que yo siempre leo, al igual que mucha gente.

-- Te garantizo que haré un extracto de todo lo que hablamos, porque los temas que abordamos fueron innumerables, de manera que será una edición…

En la puerta del Food Court nos despedimos con otro abrazo. Enrique Pin Puentes se dirigió a su auto y se alejó, yo me fui caminando a mi hotel cerca del mall High Point, para continuar mi programa de visita a Australia.

1 comentario:

Vivianne dijo...

Que buenísima idea, esta entrevista está de pelos y como no, si Enrique Pin Puentes es una fuente inagotable de historias y anécdotas muy sabrosas y divertidas, quedé con gusto a poco debió ser más extensa, mi humilde opinión, los felicito por este espacio que nos conecta con nuestro querido y recordado Penco.