Don David Queirolo –fallecido hace un año y medio—creó la ferretería El Ancla, en la esquina de El Roble y Las Heras en Penco en 1942. Como buen emprendedor comenzó de a poco hasta que el negocio alcanzó el tamaño justo para vivir él y su familia así como para atender las demandas del mercado local, mayormente plomeros, albañiles, mueblistas, maestros chasquillas, campesinos de los fundos cercanos y la población de Penco, en general.
Con don David a la cabeza, El Ancla alcanzó la categoría de un ícono a lo largo de gran parte del siglo XX. ¿Qué pencón no fue alguna vez a comprar alguna herramienta, pintura, barniz, macilla, clavos, alambre, cola para fabricar volantines o fonolitas a esa ferretería? ¿Qué obrero agrícola del fundo El Cabrito, Los Varones, Primer Agua o Agua Amarilla no pasó a comprar grasa para lubricar los ejes de su carreta?
Don David, con su voz profunda y su cotona azul, el lápiz en la oreja y un cigarrillo, atendía con la misma amabilidad a quien fuera. El Ancla era un negocio personalizado.
Hoy, El Ancla está en poder de la sucesión de los hijos de don David. sin embargo, luego de largas conversaciones y reflexiones sobre el futuro de la actividad ferretera, los hermanos Queirolo decidieron terminar el giro y ponerle candado para siempre.
Jorge Queirolo nos dijo que El Ancla bajará la cortina tan pronto se terminen los actuales stocks de productos a la venta. Sin esa ferretería en ese lugar clásico, la esquina de Robles y Las Heras ya no será la misma.
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