miércoles, junio 17, 2009

LAS INDUSTRIAS NO SON EL DESTINO DE PENCO

Nos permitimos reproducir la opinión del arquitecto Gino Schiappacasse, publicada en la página 2 del diario El Sur, el 16 de junio de 2009.


Penco es Reconversión

Con la extensión del límite urbano que generó el plan regulador, probablemente Penco extienda su pobreza. No basta dibujar áreas de crecimiento si detrás no hay buenas estrategias de desarrollo económico. Penco no incentiva inversión privada, porque a su vez, nadie invierte. ¿Cómo rompe ese círculo vicioso?
Una autoreconversión espacial no es fácil, al mantener una visión industrialista y de desarrollo extensivo. Siendo un modelo persistente que tocó techo, cabe preguntarse si no hay que hacer lo contrario, algo muy radical.
Una cosa que obstruye la inversión es la restricción de sus zonas consolidadas para mayor densificación predial. Las inmobiliarias no llegan porque no hay un enfoque arquitectónico concentrado y centrado en otra imagen ciudad. El gran atractivo de Penco es el paisaje desplegado en su borde mar. Es su plus que potencia a toda su trama. Extrañamente, sin incentivo de desarrollo. El nuevo PRC casi congeló la altura de edificación. Esto ha hecho decaer el patrimonio de los pencones. Sus sitios no valen mucho. No es rentable invertir en ellos.
Los ex centros fabriles regionales top –mediados del siglo XX—son bolsones decadentes de gran deterioro urbano. Es el caso de Lota, Tomé y Penco, con altos peaks de cesantía a nivel nacional. Sus anacrónicas estructuras industriales, son factor que ahuyenta inversión: Áreas desmanteladas, mucho espacio residual, procesos truncos en descomposición y extensas acopiadoras atraen su colapso y amenazan su ocupación habitacional. El abandono no es agradable para vivir.
La necesaria reconversión urbana de Penco debe resurgir de una economía que acentúe consumo y servicios más que productividad industrial pesada y molesta. Necesariamente, traduciría grandes cambios macro arquitectónicos. La reestructuración espacial de la ciudad debe conducir a un nuevo desarrollo, algo muy diferente de su modelo existente. Curiosamente, hay algo en su pasado, muy revelador de su futuro.
Penco fue ciudad balneario, centro de ocio y recreación de Concepción, Chillán y Los Ángeles, una Viña del Mar sureña. Durante la belle époque preindustrial, tenía alto estatus de centro vacacional y paseo social. Las familias disfrutaban del mar con hoteles, casinos, hospederías, sanatorios y baños de cajón que convivían con la fabricación de loza fina y refinación de caña de azúcar cubana.
Para ello, la creación de una plataforma playera con régimen de parque urbano que borre el deterioro miserable del borde actual –un esqueleto muerto que debe reencajar contenedores y vacíos recreacionales—reutilizaría el paisaje y la abertura a la bahía. La generación de demanda de espacios de ocio garantiza más inversión inmobiliaria y renovación de su casco desgastado y se puede potenciar acogiéndose a área de revocación urbana habitacional.
Si lo productivo hoy apunta al hiperconsumo, la conclusión es que la industria exclusiva y excluyente, no es destino. Hay que cohabitar con más calidad.
Gino Schiappacasse

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