miércoles, julio 29, 2009

PENCO Y LA "RUTA DE LA SEDA"


          El tren chillanejo (el ramal) de los sábado al mediodía era en Penco una fiesta del comercio informal. ¿Cuándo terminó la fiesta?, seguramente cuando se extinguió la era del tren.
             Los proveedores venían con sus mercaderías de Chillán, de Ñipas, Coelemu, Dichato y otros puntos, los que generaban esta pintoresca economía. El trazado ferroviario a Ñuble por la costa vía Penco-Tomé era metafóricamente la ruta de la seda.

         ¿Cuáles eran los productos? Dependía de la época del año. Los canastos de uva Italia, en marzo; los panes de luche envueltos en hojas de nalcas y amarrados con pita, en el invierno; los atados de ulte en julio; las ristras de machas cocidas ensartadas en junquillos, invierno y verano. Las tortillas de Menque con ají y huevos duros se ofrecían todo el tiempo. Huevos frescos, quesos, aves de corral vivas, costillares de cerdo aliñados y tritres ahumados no fallaban. Todo esto se vendía a la pasada del tren sabatino.

      Los comerciantes voceaban sus productos desde las ventanillas de los carros de tercera clase o desde las pisaderas, los que querían rematar sus existencias, se bajaban, se instalaban en el andén y se quedaban allí hasta agotar stock. Decenas de mesas de Penco se engalanaban los fines de semana con sabrosos platos hechos con suministros del ramal chillanejo.

            Pero, había otras fuentes típicas.

       La estación de las nalcas es la primavera, por tanto, en octubre las carretas que bajaban por Villarrica las traían de los más variados tamaños y precios. Viajeros de los campos que venían al pueblo a caballo aprovechaban los animales para arrearloss cargados de productos: dos sacos de carbón a cada lado y nalcas. Vendidos estos productos los huasos hacían sus compras, visitaban a amigos o parientes y regresaban con los bolsillos con algunos billetes. Sin embargo, las nalcas insuperables que se marketeaban solas eran las provenientes de Lebu. Sabrosas como manzanas esos tallos tenía su slogan: “Nalcas de Lebu, si no me las compra me las llevu”.

         Los chupones tienen su temporada en verano. Estos frutos de plantas de largas hojas espinosas, parecidas al maguey, eran vendidas en canastos, ya por la misma personas que los extraía exponiendo sus manos (era fácil notarlo, si tenía las manos rasguñadas) o por comerciantes. Los chupones se vendían en su envase natural, un envoltorio de hojas café que llamaban cajetilla. Cada cajetilla trae una docena de chupones. El fruto se muerde por el extremo blanco y se lo sujeta con firmeza por el lado café, se le extrae el zumo deliciosamente agridulce y, después, por cierto, hay que escupir la semilla. Este consumo con la operación de eliminar las pepas era muy común entre quienes hacían cola para entrar a alguna función del teatro de la Refinería.

        El aguardiente que bajaba de contrabando desde Florida, Peña Blanca y otros lugares vía Los Varones venía celosamente escondido en gomas selladas, obtenidas de cámaras de neumáticos. Este producto conocido como alambre de púa era traslado de esa forma para evitar que fuera incautado por la policía. Era ilegal.

        Por último, el producto insuperable en calidad, sabor y aspecto era la fruta que provenía de Coyanco, un lugar muy simpático cerca de Quillón. Los duraznos más ricos que he comido en mi vida, los vendían en la feria de Penco bajo el rótulo: duraznos de Coyanco.

         ¿Y no dije nada de las cholguas de Lirquén y Cerro Verde? Bueno ése será tema de otro post.

1 comentario:

Unknown dijo...

Estimados compatriotas Palma y Ramos:
Continúo agradeciendo y felicitándolos por sus dedicadas e interesantes publicaciones.
Muy bueno el "realismo fantástico" de Penco Chico.
Muy buenas también las metáforas últimas como "ruta de la seda" para el tren Chillanejo y "alambre de púa" para las once letras ilegales que venían por el "Camino Real" de Primer Agua y Villarrica.
A las cholguas lirqueninas (tema de otra charla) habría que agregarles las jaivas de Dichato.
A las frutas silvestres y otras golosinas naturales, agregaría los quebles, albaricoques, la zarza mora(no me acuerdo si "zarza" se escribe así) y las deliciosas murtillas, que se vendían inclusive en la entrada del teatro CRAV, además de las humitas, castañas, avellanas y piñones "casi calientes".
También habría que acordarse del "maní tostado por estos lados"...
Es bueno matar las "saudades" de tanta delicia de culinaria popular.
Como curiosidad, en Brasil (y en otros países tropicales) existen las primas grandes de las murtillas: las "pitangas".
Hasta se prepara trago con ellas (con aguardiente de caña).
Tienen la misma hoja y el sabor parecido, son grandotas (algunas casi del tamaño de una cereza) pero son menos sabrosas que las murtillas y la semilla ("pepa") un poco grande, que no se puede tragar directo como en el caso de las murtillas.
Investigando en el diccionario, la "pitanga" tiene en Portugués un nombre más "docto".
Se llama "murta". Miren lo que "descubrí": qué es "murtilla" sino el diminutivo español de "murta" ??.
O sea, son la misma fruta que se dió de manera diferente en latitudes y climas diferentes.
Viviendo y aprendiendo.
Abrazos.
Augusto.