lunes, agosto 17, 2009

LAS GRACIAS DEL PERRO DE DON JOSÉ

Cuento de Iván Ramos Castro.


Fue en aquellos fríos días del mes de junio de los años setenta. - ¿Que celebrábamos? - ¿Y qué vamos a celebrar gil oh! - No se puh cualquier g.- El gordo Beltrán después de medio orientarse propuso que nos juntáramos en la plaza de Lirquén. - ¿Les parece a las seis..? - Démosle pues, allá nos vemos, sin achaplinarse. Celebrábamos las dos últimas horas libres de clases en el Liceo, el profe de artes plásticas estaba con gripe o enfrascado de dia viernes. Fin de semana largo, mañana a las nueve un partido de futbol en la cancha de Gente de Mar contra el Atlético F. C. Bueno, que más, seguro que don José después del partido nos va a mirar con enojo, pero así es el futbol, esta vez les vamos a pasar por arriba. Yo iba a jugar por un combinado de jugadores de los clubes Miramar, Cerro Porteño, Unión Cruz y el Coquimbo Crav en un clásico en homenaje al Club más antiguo de los barrios de Penco. Llovía, salimos del liceo como a las cinco de la tarde y me fui derechito a la parada de buses, era cruzar la plaza nomás y en un dos por tres ya estaba en Lirquén. - Un ratito nomás cabros, tengo partido mañana. Ahí estábamos, el gordo Nelson, el flaco Belmar, el Tomate Rivera, el Ariel Muñoz y quién les cuenta. Vamos donde Cayo a picar algo. Y fuimos puh. Rebuscamos en los bolsillos, monedas y algunos billetes los cuales fueron aumentando las esperanzas de pasar un rato agradable en el bar de nuestro amigo ubicado allá en el Barrio Chino. El ratito se fue animando a razón de unos cuantos chufláis y unas empanaditas de mariscos para picar, después otra jarrita de chuflái, otras empanaditas, salud carajo, ¡viva la libertad!- El gordo Nelson estaba eufórico y medio agresivo. -¿qué, dijo el flaco Belmar, acaso estabai preso guatón..- Mi amigo el Tomate, más sobrio que nosotros nos paró en seco: - Nada de política, ni de religión. Seamos tolerantes, hablemos de algo interesante, de pintura o literatura por ejemplo. Ni lo uno ni lo otro, optamos por enfrascarnos en el tema del futbol. Mi amigo el tomate escuchaba a cada uno, escuchó y escuchó los mejores goles del Beltrán en el patio del liceo, las mejores paradas de pelota del Flaco, el oportuno saque en boca del arco de..- ¡Ya basta! me cansaron, ¿alguno de ustedes conoce algo sobre Robles Acuña, Lavanchy o de quien m.. pintó el mural de la estación central en Conce.- Este gil ya está curao, dijo el flaco Belmar, vamos a llevarlo a su casa. El gordo Nelson se opuso, había mandado a preparar un curanto, pero como nos vieron pelando, no le pararon bola. Nos fuimos caminando por la línea férrea rumbo a Penco después de sacar a empujones al Nelson de aquel lugar, pues le quería dar unos puñetes al Cayo por lo del curanto. - Vámonos por Cerro Verde Alto. Y subimos. Llegamos encendidos, agitados y con la garganta más seca que una lija. De pronto frente a nosotros, el muro blanco y silente del Cementerio. Nos miramos, y después de pensarlo brevemente decidimos brincar y atravesar el Campo Santo saltando de tumba en tumba y haciendo maromas frente a los silenciosos habitantes de los nichos adyacentes. Fue cuando el Tomate Rivera dijo: - Entre las doce y la una se remueven las losas de los sepulcros y las aves que velan el reposo de los muertos, alzan vuelo para espantar a los intrusos que les perturban el sueño que debe durar hasta el dia del Juicio. - Pensé que mi amigo se había vuelto más loco o estaría leyéndose algo de Edgar Allan Poe o de otro autor medio misterioso. Eché un vistazo a la esfera luminosa del reloj que me regalara mi viejo. Chuuuch..es casi la una.., y justo cuando el gordo Nelson gritara:-¡Yo no creo en h..! - se escuchó un sordo aletear de una gran bandada de pajarracos ocultos entre los nichos vacíos. La carrera que pegamos fue a una. Lo terrible es que mientras más empeño y fuerza le imprimíamos a nuestras extremidades, parecíamos simples corderitos corriendo en cámara lenta. Era el sello del miedo, sentíamos por nuestras espaldas un frío espantoso y pesado, el que se fue disipando a poco de llegar cerca de la entrada. - ¡Que susto de madre carajo! - Poco a poco nos fuimos calmando, y luego hasta nos reímos a gritos imitando a personajes como el inefable y siniestro doctor Mortis o a más de un personaje de la serie radiofónica, "Las Confesiones de un Espejo". De nuevo la burla, pero detrás, el miedo. Vamos, salgamos de acá.., - Brincamos por sobre los nichos por un costado de la entrada principal, el flaco en su apuro se metió de cuerpo entero dentro de un nicho vacío dándole un fuerte golpe a la pared del fondo, escalamos y..- escuchamos unos gritos de espanto, de verdadero terror. Entonces vimos como a cuatro tipos que salieron corriendo cuesta abajo como almas que lleva el diablo. Bajamos y allí bajo el alumbrado, en el suelo y sobre un pedazo de tela vimos tiradas unas cartas de baraja española, unas cuantas monedas y un gran fajo de billetes sujetos por un elástico. Lo recogimos todo y pegamos carrera por senderos alternos hasta llegar a la vía férrea. La aventura no termina allí, el hambre nos acorraló hasta "El Casino Oriente", Emilio Jr. se nos acercó preguntándonos de quién veníamos escapando. Plata había y sobraba, pedimos cuatro mariscales calientes y dos botellas de blanco.., y que sea rápido. Suculenta la comida, calmada la sed y el hambre, ya eran cerca de las dos y media. Fuimos, nos fueron o que, pero el flaco Belmar se fue a dormir a la casa del Nelson allá en la calle Yerbas Buenas, El Tomate tomó rumbo por la calle Cruz y yo, comiéndome la cuesta hacia Penco Chico. Así pasan las cosas, de andar pelando sin niuno en el bolsillo, a tener para darse un banquete a lo señor. Llegué tarde al partido, bien pasado el segundo tiempo e íbamos ganándole al Atlético una pepa a cero, Don José estaba serio, junto a él un enorme perro pastor alemán, y que la mascota del equipo. Veremos en que te ponemos, fallero, me dijo el entrenador y capitán de nuestro combinado, el "Beno" Torres quien por esa época jugara de titular por el "Fanaloza" junto a otros conocidos como el viejo Ocaranza. El partido estaba al rojo, Atlético presionaba, en eso vi al perro de don José merodear por donde estaba nuestra ropa por un costado de un bote. El muy descarado se pegó de un costado de la embarcación, levantó una pata y nos orinó la ropa, los zapatos y el orgullo propio. Perro de m..., después regresó junto a su amo echándose a sus pies como si nada. En eso, un pitazo, se detiene el partido y sacan al Tiuque Monsalve, el arquero nuestro, totalmente nocaut después de chocar con un delantero del equipo contrario. Llegó la orden: Vas por el Tiuque Pájaro..- y allí bajo los tres palos me creía el Misael Escuti, Yashin, la araña neg..en eso un tiro y goool, goool, y yo parado ahí bajo el arco como un pájaro bobo. Nos empataron y no moviste un dedo jetón y el juego ya termina, concéntrate en el juego, concéntrate en el..viene el ataque, un centro, el delantero salta a cabecear, yo también salté y puenteo el balón con fuerza, sentí un fuerte dolor en mi mano y caí sobre mi atacante quien se desploma aparatosamente sobre la arena, sobre él don José lo auxilia con prontitud, lo vi que sangraba, sangraba espeso de una de sus orejas. Don José le aplicó un paño e hizo presión sobre la herida mientras sus compañeros lo sacaban a un costado de la cancha. La barra del Atlético fue implacable, me gritaron de todo: anda a pelear pal Roberto Ovalle abusador, penal, penal, el arco se me hizo inmenso, el delantero, ya repuesto del nocaut se metió de nuevo al juego, carajo, estoy seguro que le dí a la pelota con el puño flojito, por eso me torcí la mano con el balón, y el arbitro, viejo ciego y de por ahí mismo.., pero la sangre, esa estuvo fea. Y vino la cuenta de los doce pasos, balón en el punto y el agraviado tomando distancia, vino el pitazo, el verdugo pega la carrera y..se detiene justo antes de patear, pero también justo al momento en que volada hacia el palo vertical izquierdo, mi cuerpo patinó unos centímetros, me permitió ver, con rabia y desesperación como el infeliz se puso de espaldas a la pelota y darle un suave taconazo mandándola por el centro al fondo de la red. Casi ahí mismo, se termina el partido, mis compañeros se fueron molestos, por supuesto con el principal culpable, o sea Yo. Los orines de la mascota ya medio se habían secado, me vestí y guardé mi equipo en el bolso, de pronto una voz. Era don José: “mira cabro, vente con nosotros”. Compró unos refrescos en un negocio que quedaba a mitad de cuadra de allí antes de llegar a la Población Perú, el perro daba vueltas entre los muchachos como celebrando el triunfo de su equipo, el delantero goleador tragándose la Bilz, se tragaría las cataratas de Iguazú el desgraciado este y seguiría tragando, alguien le quita su bolso y lo lanza por los aires celebrando, la camiseta rayada del número nueve se desprendió del bolso y me cae sobre el hombro, lo agarro y observo, la mancha roja, aun húmeda desprendía un olor dulzón por mi nariz, don José reía, entonces, no me quedó más remedio que acompañarlo en su gracia. Aprendí que además de condimentar la pasta, la pomarola también puede definir un partido.

2 comentarios:

Nelson Palma dijo...

Reproduzco textual la siguiente correspondencia que nos ha llegado a propósito de este artículo, escrito por I. Ramos.:

"Señor Palma, me permito felicitarlo por su blogspot, ya que gracias a él, hemos ido descubriendo y recordando, la historia de nuestra aguerrida comuna, me emociona realmente, leer los comentarios e historias de realismo magico, ya que algunas historias y nombres se vienen del pasado al presente, muchas gracias por haber descrito muy bien, la vida de don José Riquelme Araneda, que tengo el orgullo de ser sobrino, gracias como familia se lo agradecemos y cualquier informacion o fotos que necesite, se las podre enviar via mail, con mucho gusto.
Gracias.

PD: el perro mascota de Atlético, de esos años 60, se llamaba Rasthy, era un perro grande, negro y lanudo, hay una muy buena historia, de una pelea que tuvo ese perro, con dos perros que tenia don Atilo."
Firmado ANDY

Nelson Palma dijo...

Andy nos cumplió y nos hizo llegar la foto en la que aparece el equipo Juvenil de Atlético 1966con don José al lado izquierdo. También se aprecia el perro Rasthy en primer plano, tema de esta nota.
Gracias