domingo, septiembre 26, 2010

HÉCTOR BOERI, UN ITALIANO QUE VINO A PENCO PARA QUEDARSE

Nota de la Redacción: La "Casa Boeri" fue conocida por muchos años en Penco. Su dueño, el comerciante de origen italiano Ettore (Héctor) Boeri, atendía directamente a sus clientes tras el mesón con su acento genovés inconfundible. Como lo muestra un aviso publicado en la prensa de Concepción en 1948 y que aparece en este post, la tienda era muy variada y surtida. Don Ettore fue un gran colaborador del deporte de Penco, disfrutaba con los clásicos del fútbol local: Fanaloza-Coquimbo CRAV. Soñaba con que la comuna aprovechara la oportunidad de desarrollar su borde costero hasta Lirquén al estilo de la riviera francesa, reconocía el potencial turístico de la playa y amó a Penco como todos los extranjeros que llegaron a instalarse en la comuna. Y don Ettore vino para convertirse en un vecino más. Sus padres y familiares quedaron en Italia. Cuando viajó a Chile a edad muy temprana corrió riesgos, incertidumbres y enfrentó con coraje la aventura. A continuación presentamos la colaboración del ex alcalde de Penco Víctor Hugo Figueroa, quien redactó a solicitud de este blog una semblanza de Ettore Boeri, con la colaboración de la familia del recordado comerciante italiano. Agradecemos el texto así como las dos imágenes facilitadas para esta publicación: el aviso del periódico y la foto de Ettore en su tienda junto a su hija Gina y su hijo Vittorio. Gracias.


BREVE RESEÑA DE DON HÉCTOR BOERI



















Por Víctor Hugo Figueroa (ex alcalde)

                    Al igual que varios inmigrantes italianos Don Ettore Boeri Arrigo, fue uno de los comerciantes más antiguos de Penco, “Don Héctor”, formó familia junto a Doña Amelia Zappettini Pietrini, muchos la recuerdan a ella como una mujer dulce y sencilla. Don Héctor fue muy querido y reconocido durante los 59 años que atendió la famosa “Casa Boeri”, ubicada en la esquina de Robles con O”Higgins. El nació por allá por 1909 en el Norte de Italia, en la Comuna de Arma di Taggia, Provincia de Liguria. A sus catorce años sale de Italia, escapando de su destruido país al finalizar la Primera Gran Guerra, por allá por 1924.

                    Su viaje por barco, lo hace junto a un adulto conocido de la familia, cuando llegan al Puerto de Buenos Aires el acompañante del pequeño Ettore, es arrestado por la Policía Argentina, enfrentando cargos de contrabando. Es así como Ettore queda solo en la Capital Trasandina, al día siguiente decide viajar a Chile en busca de algún familiar que tenía en el Sur. Llega a Santiago mediante el Tren Trasandino, y luego a Concepción a colaborar como Junior en el almacén “La Princesa Mafalda”, de propiedad de su tío Honorato, hermano de su padre Giusseppe Boeri.
                    Al poco tiempo, se independiza y se traslada a Penco, abriendo su almacén el año 1937, casándose un año después con Doña Melita, a quién conocía años antes en reuniones familiares de italianos residentes en Concepción. Don Héctor es recordado como una persona íntegra, cariñosa y amable. En los años 50 colaboraba con premios al ganador del duelo Coquimbo Crav v/s Fanaloza, en la competencia local.
                    Muchos recordarán la famosa vitrina de la “Casa Boeri”, por calle O”Higgins, cuando a propósito de fechas importantes como Fiestas Patrias o Navidad, habilitaba un muñeco vestido de huaso o de viejo pascuero, quién a través de un rudimentario sistema de cuerdas, solicitaba a sus hijos Tito y Vittorio, tirar la cuerda para simular movimientos y dar vida al curioso personaje.
                    El negocio de Don Héctor, el cual vendía los más variados artículos, desde un colchón, pasando por aceite, botones y zapatos, fue atendido por el mismo hasta su sensible fallecimiento el año 1996, a la edad de 86 años.

FOTOS ADJUNTAS:
-Don Héctor en su Almacén junto a sus hijos Vittorio y Gina (1950)
-Recorte Periódico “Clásico” (1948)

sábado, septiembre 25, 2010

BARRIOS TRADICIONALES DE PENCO



EL RECINTO DE LA REFINERÍA
El recinto de la Refinería fue desde sus inicios el barrio alto de Penco. Se accedía por un gran portal con barrera resguardado por celadores. Mientras algún automovilista esperaba que le cedieran el paso podía oír los compases del orfeón de CRAV, porque junto a las garitas de los guardias estaba la sala de ensayos de la banda. Los músicos se reunían periódicamente allí a practicar y ensayar sus marchas para sus presentaciones públicas. El recinto refinero tenía dos grandes referentes: la casa del administrador de la fábrica con un enorme jardín en la pendiente del cerro y que colindaba con el bosque. El segundo punto referencial era la parroquia del Cristo Redentor, desde cuya ubicación se bifurcan las calles. El recinto se jactaba y con razón de ser en sí mismo un excelente concepto urbano y arquitectónico construido sobre la base de las tendencias europeas de comienzos del siglo XX.
EL BARRIO MEMBRILLAR

El barrio Membrillar adoptaba ese nombre por el eje que comprende la calle del mismo nombre, que nace en la línea, se empina por el cerro hasta llegar a Penco Chico. Sin duda que el complejo de casas que vierten para el lado norte y sur del cerro se identifican con el barrio. Originalmente Membrillar en su entorno incluía la quinta de Recreo Paragüita muy cerca de Penco Chico. En su zona se encuentra desde la colonia el sitio que recuerda a la Virgen del Boldo. Una modesta ermita evoca el episodio de la aparición de la divinidad que salvó a la ciudad amenazada. En la parte más alta de esta calle existe una conexión con el recinto de la Refinería.
PENCO CHICO

El sector de Penco Chico también es un barrio clásico de la comuna. Situado en una pendiente, mira directamente hacia el norte, recostado al oriente de Penco. El barrio era quieto, ideal para las personas que buscaban vivir en la tranquilidad plena, característica que se perdió cuando la calle comenzó a usarse como una alternativa para salir de Penco en dirección a Concepción.
VILLARRICA

Villarrica se convirtió en un barrio con su progresivo poblamiento. Era el acceso nororiente de la comuna y conectaba con interesantes zonas rurales de Los Barones, Primer Agua, Agua Amarilla, Rafael y lo demás. Las primeras casas con las que se encontraban los campesinos y gente de los campos que venían a Penco eran las de Villarrica. Se dice que el camino de Villarrica fue el usado por los conquistadores cuando descubrieron Penco, la bahía y el resto de la zona. Los vecinos de este barrio disfrutan de una excelente vista y para este fin aprovechan el amplio mirador construido hace años en la parte alta de la calle Alcázar. Villarrica es el único barrio de Penco que tiene una gran escala de acceso.

PLAYA NEGRA
Playa Negra nació de la nada. Paulatinamente se fue poblando con los años gracias a los estrechos espacios que se abrían entre la línea ferroviaria y la playa. En consecuencia quienes primero llegaron allí eran familias de pescadores. Sus largos sitios que daban a la arena de color oscuro siempre albergaban botes, embarcaciones y aparejos de pesca. Una lectora de este blog narró una vez que las olas del mar se sentían tan cerca de la casa en invierno que parecía que las gotas de agua salada golpeaban los muros de su dormitorio.
BARRIO GENTE DE MAR

El barrio Gente de Mar se aglutina en torno a la antigua cancha del mismo nombre. El terreno de juego está tan cerca del mar, que si un defensor chutea para la galería, corría el riesgo de echar la pelota al agua. Zona de pescadores. Hace años, se podía ir temprano a la cancha para esperar a los pescadores que regresaban de la pesca nocturna. Las pescadas o merluzas que vendía allí nunca pudieron ser más frescas, apenas horas antes esos peces habían integrado cardúmenes en la bahía. En alambradas detrás de los arcos, los pescadores tendían los filetes para que se secaran al sol del verano. En distintos lugares del barrio Gente de Mar era posible comprar paquetes de pescada seca para guisos.
 
COREA

Las casas que se construyeron junto al camino viejo a Lirquén constituyeron originalmente el barrio Corea. El nombre se lo adjudicaron en los años 40 (1940-1950) suponemos por la fama de la guerra de Corea, en la que destacó el general Mc Arthur. Con los años el barrio fue absorbido por el desarrollo de Cerro Verde Alto. Muchas de las casas de Corea estaban entre los bosques de pino. El camino estaba adoquinado y en la parte más alta había un recinto al aire libre para fiestas. Dicen que allí se dieron a conocer los Hermanos Arriaga, un grupo musical de moda en aquellos años.
CERRO VERDE


Familias de pescadores y mineros poblaron el sector de Cerro Verde, esa bella y amplia explanada que se extendía desde la línea ferroviaria al mar. Durante muchos años a ese barrio sólo se podía llegar en tren, en bote o caminando por la línea. El camino propiamente tal era una huella sobre la arena, que quedaba cubierta con las altas mareas. Pasó mucho tiempo hasta que se pudo construir los accesos de que Cerro Verde goza hoy. Los habitantes de este barrio sienten una gran identidad propia y han tenido paladines, uno de ellos mister Campbell, un educador de trayectoria local. La escuela principal de Cerro Verde lleva su nombre. Junto con la actividad de pesca artesanal, allí hubo también un pique carbonífero. Mineros descendían al fondo de la tierra a extraer el apetecido carbón de piedra.
LIRQUÉN

¿Es Lirquén un barrio? ¡Es mucho más que eso! Pero, por respeto no podríamos dejarlo al margen de este recorrido territorial. Es un lugar pujante, con una excelente industria de vidrios planos, antiguamente con una gran mina de carbón. Gracias a las características de su rada de aguas profundas, Lirquén es un notable puerto natural. De antiguo el puerto Lirquén tiene renombre internacional. ¡¿Cuántos marineros de ultramar se fueron prendados de buenasmozas lirqueninas?! Nadie podría desconocer lo famoso que es un barrio chino, su mirador, su quieta playa y el sector de la Cata, junto a la línea férrea rumbo a Tomé. Lirquén alcanza de por sí mismo una potente identidad propia.
 
COSMITO

Cosmito es un sector que con el tiempo adquiere vida urbana, luego de haber sido por años una granja. Sus antiguos edificios interiores propios de la actividad agrícola son un acierto arquitectónico. El camino perpendicular que lo une a la carretera tiene un arco interesante y característico. El fundo tiene varias construcciones en que destacan el estilo y sus tejas rojas. Cosmito tuvo un paradero de tren, había un pique de extracción de carbón de piedra y los pencones más antiguos recuerdan que Cosmito se hizo popular por ser un proveedor de leche fresca y hortalizas. Sus vegas inundadas por el río Andalién en agosto producían en forma natural sabrosos camarones.
 
                                                               PRIMER AGUA

 
En nuestra enumeración de los barrios no podemos dejar afuera a ese segmento rural tan importante de Penco: Primera Agua Arriba y Primer Agua Abajo, sin desconocer  Los Barones. La gente de Primer Agua es tan cálida y hospitalaria que merece con creces un comentario en este post. Aunque aislada por muchos años durante los inviernos, con un camino intransitable, sus pocos habitantes hacían esfuerzos sobre humanos para traer carbón y leña a Penco. Regresaban a duras penas con sus carretas de bueyes con mercaderías para subsistir. Primera Agua no puede quedar al margen de los destinos de progreso que se observan en Penco. 
 

FANALOZA Y EL GOLPE DE LA SILICOSIS

Cuando hoy la antigua vivificante industria Fanaloza se desploma por la acción de la naturaleza, por el descuido o por el olvido, hay que recordar realidades que afectaron a cientos de sus trabajadores durante su pasado esplendoroso. En la fabricación de loza se utilizaba caolín (arcilla blanca), un recurso extraído de depósitos naturales en los cerros de Penco. Con ese mineral y otros ingredientes se preparaba una pasta gredosa, material con la que se hacían las tazas, los platos, los azulejos y los artefactos sanitarios que dieron vida a la industria y a Penco. Pero, trabajar con caolín encerraba riesgos. El abundante polvo en suspensión en las faenas (mayormente silicato de alumnio) y la falta de medidas de prevención enfermaban a los obreros de silicosis. O sea, trabajar expuestos a esos materiales por espacios prolongados constituía un grave peligro. Había obreros que morían a causa de este mal al pulmón. Fabricar loza sin resguardos adecuados es por tanto una actividad de riesgo para la salud, porque la silicosis termina por ahogar a quienes la padecen, debido a que los pulmones se inundan de partículas microscópicas de sílice cristalina.

Enfrentados a este fantasma amenazante, considerado una enfermedad profesional, tanto la empresa como las organizaciones sindicales tuvieron que realizar acciones para mitigar los costos económicos y humanos de las tareas industriales. Por eso se aplicó un régimen de salud que alcanzaba a todos los trabajadores expuestos al riesgo. Se la denominó medicina preventiva la que consistía en someter a exámenes periódicos a los trabajadores. Quienes primero manifestaban los efectos de la silicosis eran aquellos que presentaban “sombras al pulmón”, según los médicos debido al material inerte depositado en sus vías aéreas.

La preventiva –como la gente llamaba entonces a ese programa de medicina laboral—determinaba el efecto de la exposición al polvo de caolín. Dependiendo de cada situación los pacientes recibían un tratamiento especial. Por esos años funcionaba en el Cajón del Maipo, en Santiago, un sanatorio especial para enfermos al pulmón (foto). Debió existir algún convenio entre Fanaloza, el mencionado hospital y el ministerio de Salud, mediante el cual trabajadores pencones con sombra al pulmón eran derivados a este centro para someterse a largos períodos de recuperación. La calidad del aire cordillerano y las medicinas aplicadas eran el santo remedio que permitía el retorno de los loceros al seno de sus familias en Penco.

Deben ser muchos los parientes de trabajadores de la ex Fanaloza que aún recuerden las largas ausencias de sus familiares, que debieron ser trasladados al Cajón del Maipo en busca de la salud minada por la traicionera fabricación de la loza. Aquellos trabajadores regresaron felices y recuperados. Pero, también existió otra cifra de obreros –silenciosa y desconocida-- que no alcanzó a recibir el tratamiento oportuno con las consecuencias obvias.

lunes, septiembre 20, 2010

PENCO Y BUENOS AIRES TIENEN SU CALLE TALCAHUANO


No son muchas las ciudades que tienen una calle Talcahuano. En eso Penco y Buenos Aires comparten el parecido. Esa calle (foto) corre paralela a la importante arteria Nueve de Julio, en pleno centro de la capital federal. Hay una buena cantidad de restaurantes y bares. Son algunas cuadras de pizzerías y bohemia. De allí que se diga “irse por Talcahuano” como sinónimo de andar semi curado.

En Penco, calle Talcahuano también tiene su historia. Fue la salida y la entrada de los productos de la Refinería de Azúcar. La esquina de Talcahuano con O’Higgins era una encrucijada de intensa actividad, un hervidero de transporte de la índole más variada. Por aquella puerta ingresaban camiones y el tren. Sí, el tren, porque junto a la vereda había un tendido de línea férrea que conectaba con el ramal de Penco y se prolongaba hacia el muelle proyectando calle Talcahuano al mar. Tres locomotoras livianas a vapor efectuaban el movimiento de carros que traían desde el muelle a la refinería el azúcar a granel procedente de los barcos.

La calle Talcahuano era un rechinar de fierros, pitazos, negros penachos de humo y el silbido duro del vapor escapando de los cilindros calientes de aquellas locomotoras aun recordadas por pencones. El paso de estos convoyes cortaba el tránsito en las calles perpendiculares Freire, Las Heras y O’Higgins y la duración de los cortes dependía de la velocidad que pudieran imprimir los maquinistas, la cantidad de carros que arrastrara el tren y lo despejado del flujo vehicular. Esta operación se repetía a lo largo de la jornada en varias ocasiones.

Debido al tendido de la trocha calle Talcahuano es hoy más ancha que las demás. Cuando se retiraron las vías quedó la huella. La municipalidad aprovechó el bandejón para hacer jardines durante un tiempo. Pero, la costumbre se olvidó y hoy el espacio que dejó el tren sirvió para ampliar la calzada.

Hay otras calles en Penco donde hay bares como para hacer el parangón con la calle Talcahuano Buenos Aires. Sólo uno hubo allí que fue un símbolo de la bohemia pencona. Estaba en la mitad de la cuadra entre Las Heras y Freire y se llamó El Pollo Dorado. Como no era una picada, sus precios estaban fuera del alcance de todos. Por eso sus empingorotados clientes mayormente venían de Concepción. Sin embargo, en Penco nunca oí el dicho bonaerense “éste se fue por Talcahuano”.

(Foto: en parte calle Talcahuano, de Penco, aun conserva las líneas del tren.)

domingo, septiembre 05, 2010

LAS SIETE MARAVILLAS NATURALES DE PENCO

Estimado lector y estimada lectora, me atribuí el derecho de elegir sin consultar lo que para mí son las siete bellezas naturales de nuestra querida comuna. Veamos...
1
El estero (o el río)
El estero de Penco cruza la ciudad recostado al norte de la calle del mismo nombre. Sus aguas cristalinas pudieron haber sido una de las razones por las que el conquistador Pedro de Valdivia decidiera emplazar aquí la antigua Concepción. Agua fresca y limpia para el consumo de la población y abrevadero de animales de labranza y de transporte. El flujo es constante durante todo el año, sus riberas generan abundante pasto, entre el cual es posible hallar vegetales comestibles como romaza o berros. Ya en la playa y dependiendo de las mareas, el río se expande creando un pequeño humedal. 
       En el extremo oriente de la calle Penco se formaba antiguamente un remanso rodeado de sauces llorones. La enorme poza servía a los vecinos para criar aves como patos y gansos. En las aguas del estero los niños pescaban peces pequeños con la ayuda de anzuelos improvisados. Después que las autoridades decidieran canalizarlo desde la plaza hasta la Planchada, en ocasiones el río servía como escenario acuático de carnavales de verano. Controlada la salida al mar con un dique de sacos de arena, el lecho se inundaba completamente sirviendo de curso navegable para pasear en bote y lucir a la reina del certamen.

2
El bosque de pinos (de calle Los Olivos en la parte alta del camino viejo a Lirquén.)
Hoy ese grupo de pinos añosos es un bosque urbano, desde cuya ubicación se tiene una hermosa vista de la playa de Penco, la cancha de Gente de Mar, la desembocadura del Andalién y la isla Rocuant. Para los amantes de la fotografía o los videos, las imágenes que se pueden lograr desde ahí incluyen los troncos de los pinos en primer plano, como si fueran oscuras columnas de algún imaginario templo clásico. (Parte del bosque fue cortado por orden de la ex autoridad edilicia. El nuevo alcalde ha prometido recuperar ese sitio).

3

El mirador de Lirquén (a la salida hacia Tomé.)
Ninguna vista de la bahía de Concepción incluidas la boca grande, la isla Quiriquina, Talcahuano y las tareas portuarias del puerto de Lirquén resulta más espectacular que desde ese sitio. Es una tentación detener el auto allí, observar o hacerse fotografiar. Los atardeceres ya sea en invierno o en verano son incomparables contemplados desde esa ubicación. El mirador es único para reflexionar y reconocer la belleza “de la mejor bahía de todas las Indias” (cita de Pedro de Valdivia en su carta al rey de España).

4
El fundo Coihueco
El acceso al fundo hoy está cerrado, pero no hace muchos años, se podía ingresar sin inconvenientes. Bastaba con caminar hasta el fondo de la calle Maipú y tomar la bifurcación a la izquierda. El camino seguía la huella del fondo de la quebrada junto al estero. Flanqueado por los cerros el camino serpentea por zonas estrechas y otras más amplias que dejan al descubierto pequeños valles llenos de hierbas aromáticas. El fundo es un pedazo de micro clima con un régimen de vientos particular. Rachas irregulares bajan desde lo alto trayendo fragancias de pino, eucaliptos y algunas especies autóctonas. La abundante zarzamora que crece en las laderas del estero entrega generosos racimos de berries a la entrada del otoño, una delicia de buscadores del fruto para fabricar mermeladas. En el fundo Coihueco el curso superior del estero Penco tiene reservadas una poza y un pequeño salto donde antes niños y jóvenes encontraban cualquier pretexto para bañarse a gusto.
5

Desembocadura del Andalién
El río Andalién que nace 42 kilómetros más arriba de vertientes, afluentes y aguas invernales guardadas por los bosques. Desemboca en la bahía de Concepción en el extremo suroeste de la comuna. Es uno de los límites geográficos de Penco. En su tiempo fue un agradable paseo y es posible que las bondades anotadas vuelvan algún día, particularmente si el fantasma de la termoeléctrica desaparece definitivamente. La boca del Andalién es la entrada y salida natural de aves silvestres y marinas que lo usan como referente para ingresar a humedales que surgen del mismo río en las inmediaciones de isla Rocuant. La boca del cauce genera un polo de atracción para peces. En esa zona son famosas las corvinillas, los róbalos y los lenguados. La desembocadura es un hermoso sitio para ver puestas de sol y respirar aire fresco ya se marino o ya sea campestre.
6
La playa de Penco
La playa pencona de arenas doradas debe ser una de las más amplias en la región. Su espacio acoge a centenares de veraneantes que buscan disfrutar del mar. Porque la bahía se convierte en Penco en una zona de aguas muy bajas y de olas pequeñas. Esta curiosa combinación sirve plenamente al propósito del turismo local y además no constituye amenaza para los niños. Con un buen plan municipal de aseo y campaña de limpieza, la playa de Penco es uno de los grandes orgullos de la comuna.

7

Primer Agua
Este entrañable lugar bucólico se encuentra a 10 kilómetros de Penco, siguiendo el camino de Villarrica. Es un entorno natural inigualable para hacer camping o disfrutar de un picnic. Primer Agua es un villorrio escondido libre de la contaminación de la modernidad. Abastece a Penco de carbón de madera, tan útil y económico durante la estación fría. De gran renombre son sus trillas a yegua suelta en el verano. Hay que visitar Primer Agua para conocer lo hermoso que es y lo que deberíamos hacer para desarrollarlo y cuidarlo como una pequeña joyita oculta, una exclusividad de Penco.


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OTRAS MARAVILLAS PENCONAS RECORDADAS DESDE VENEZUELA

Por Iván Ramos Castro
Es sorprendente descubrir lo maravilloso del entorno en donde hemos nacido y crecido. Lugares que siempre están presentes en nuestro diario vivir. Quién no recuerda el bosque de pinos de Playa Negra, ahora desaparecido y que mantenía a raya la desembocadura del río Andalién. Allí se reunían las familias a disfrutar de un asado al palo, pichangas de futbol y chapuzones en las mansas aguas de su playa. Durante el invierno, a pesar de los días fríos o lluviosos, el Coquimbo Crav entrenaba con su plana mayor de adultos y de juveniles, a la cual tuve el honor y la satisfacción de pertenecer. Tardes de entrenamiento duro y concentrado, allí estaban el "Chico" Pérez, los hermanos Pardo, el arquero Vial, Juan Reyes, Danilo Inostroza, "Minero" Vera, el "Pavo" Sandoval, el "Bigote" Venegas (hijo), el "Chueco" Pardo, Los hermanos Villegas, el "Viejo" Neira, Sánchez, Baeza, y otros como Los hermanos Pedro (el perro) y Miguel (Mickey) Vergara, de la calle Cruz. Entrañables compañeros de esas inolvidables tardes deportivas dirigidas por el eterno Juan Muñiz Vila (don Juan). Tampoco no se perdía ni un dia de entrenamiento don Juan Galloso, un humilde comerciante vendedor de pescados, quién sentía un gran apego y entusiasmo por la camiseta de nuestro club. De Playa Negra también eran o son, los hermanos Jara, yo era más conocido de "Tolé", muy buen boxeador, con una excelente zurda y muy sereno en el cuadrilátero, su hermano Enrique era marino y entrenador del club Naval. Otro centro de formidables combates eran los llamados chochos de esa playa, así como los tiros que suspiraban a un costado de los cañones del viejo fuerte de la Planchada, cuyo nombre concuerda al centro de toda discusión, pero esto es otra historia de la picaresca Pencona, Se podría agregar que el bosque de Pinos de Playa Negra fue una de las tantas maravillas de nuestra comuna al igual que sus chochos aledaños. Tal motel natural, gratis a toda hora tenía eso sí el inconveniente de las picadas de fieros tábanos que hacían su agosto por entre las nalgas al descubierto de las furtivas parejas. Tomando en cuenta el aspecto demográfico, se podría asegurar que la primera maravilla de nuestra comuna es su población, por su capacidad para resistir desastres de máxima envergadura, por su porfía a toda prueba ante la adversidad, lo que hace comprensible el que siendo una comuna fundamentalmente obrera, siga castigando a una pobre clase dirigente, votando para el cargo de Alcalde por un representante de la derecha. Felicitaciones Señor Alcalde, siga dándoles de nalgadas a esos apuntales, apuñales, perdón, apóstoles del divisionismo popular. Me parece que usted, es otra de las grandes maravillas de nuestra comuna, así sea oriundo de la región de la Mocha. Otra maravilla, esta vez en serio, es el monumento situado al centro de plaza, justo en donde antiguamente existía una hermosa pileta con pececitos de colores, además de un viejo fotógrafo y su máquina de cajón. Este el, un señor muy paciente, siempre con un cigarrillo entre los labios, sombrero y abrigo cafés. El arte de su fotografía, reveladas a la vista de uno era de por sí una maravilla, veíamos aparecer nuestras caras sobre el húmedo papel como viniendo del más allá. las fotos son excelentes y en los álbumes familiares de muchos están registradas. No recuerdo el nombre del fotógrafo (tarea de investigación para Nelson). Todo un artista el caballero. El último terremoto y tsunami que nos asoló, jamás podrá doblegar a esa primera maravilla que es nuestro Pueblo pencón, comuna que no se doblega ante nada y se niega a la adversidad. Penco es como un faro, en el que, cuando lejos del terruño natal, tras otras fronteras, en otros continentes por lejanos que sean, en los momentos duros y difíciles, nos levanta con su ejemplo, de perseverancia y sencillez.