lunes, octubre 04, 2010

UN SITIO BALDÍO DONDE ESTUVO FANALOZA

¿Descorazonador?

Sí, descorazonadoras son las fotos que me ha enviado Andy Urrutia Riquelme y que nos muestran el amplio espacio que han dejado las máquinas luego de retirar los escombros de la antigua planta de Fanaloza, que se levantaba en la manzana comprendida por las calles Toltén, Cochrane, Infante y Freire. Los niños que han nacido hoy en Penco no tendrán la imagen de la vieja fábrica grabada en sus memorias. Para ellos, la industria nunca habrá existido. Es la ley de la vida.

La planta vajillería de Fanaloza funcionó la mayor parte del siglo XX en ese espacio. Fueron miles los obreros y empleados los que trabajaron a lo largo del tiempo en la industria. Esa labor les permitió mantener y hacer crecer a sus familias y hacer grande la economía de Penco.

Fue una fábrica que dio tanto empleo a la población local, que era habitual ver en la esquina de Cochrane e Infante a personas esperando su turno para una entrevista en el edificio de la administración --que aún permanece en pie--, con miras a obtener un trabajo allí. Esta demanda por mano de obra generó migraciones de familias de los campos, cuyos jefes de hogar terminaban siendo obreros de esa fábrica.

Fanaloza laboraba con un régimen de tres turnos. Tenía una sirena eléctrica de la segunda guerra mundial, que marcaba el comienzo de cada turno y el mediodía. Más que un llamado a su gente para presentarse al trabajo, la sirena era una alarma. En Europa usaron ese tipo de alerta ante la proximidad de un ataque de la aviación enemiga durante el conflicto. Oírla de lejos parecía el largo maullido de un gato.

Fanaloza tuvo una vida provechosa para Penco, pero también fue un fiero impacto al medio ambiente. Durante un tiempo fue una costumbre de la administración arrojar los desechos industriales en la playa, que si bien no eran orgánicos ni mal olientes, creaban problemas. Esta operación se cumplía a la entrada del camino a Cerro Verde. Camiones con loza rota arrojaban su carga al mar, la que debido al efecto de las corrientes terminaba en la playa. Hasta que se terminó esa práctica y el balneario se libró de los platos rotos.

Hay que recordar con cariño sin olvidar que también se cometieron errores. Cuando veo el espacio del barrido de las máquinas de demolición sobreviene una pena grande. Pero, habrá que pensar en positivo, que el lugar podría ser usado en creativas nuevas ideas empresariales, ideas limpias, renovadoras y modernas que levanten otra vez a Penco y devuelvan a su gente la fe y la esperanza.

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