lunes, marzo 19, 2012

LOS TOMATES TARDÍOS DEL FIN DEL VERANO DE PENCO

La fruta sólo se consumía en su temporada. Las naranjas en invierno, las paltas en otoño, los tomates en verano. No era posible comer fruta fuera de su temporalidad. A los nostálgicos no les quedaba más remedio que esperar hasta el próximo verano, otoño, invierno o primavera. Así era el mundo de entonces, distinto al de hoy en que la fruta más variada está en los supermercados todo el año.

Los tomates que se producían en las huertas de Penco eran muy sabrosos, jugosos y apetitosos. Los niños se comían los tomates arrancados de las matas como si se trata de manzanas. Le agregaban sal y lo acompañaban con pan. Eran frutos sanos, sin pestes y no tratados con químicos. Ni siquiera había que lavarlos, esa tarea la había hecho la lluvia de la noche anterior.

Sin embargo, particularmente recuerdo esos tomates que producía una enorme chacra ubicada en el vallecito que se forma entre Penco y Lirquén y que se abre entre la carretera y la línea del tren, en el bajo al norte de Cerro Verde. Ese espacio hoy día es una cancha de tránsito de contenedores de Muelles Lirquén. Pues ahí cultivaban tomates en largas melgas para el comercio local y de Concepción. Salían camiones con cajas de esa fruta a sus destinos. Al final del verano, la actividad terminaba y la chacra abría sus trancas para que la gente de Penco, Lirquén y Cerro Verde comprara los últimos tomates in situ . Era una precesión. Había chipe libre para elegir ya sea de la planta o de los cajones apilados.

Ese espacio maravilloso hoy ocupado con fines industriales y comerciales tenía una historia de cultivos y hortalizas aún más antigua. Era trabajada en los años treinta por un vecino de apellido Huachales. Oí que fue una persona piadosa, que practicaba la fe evangélica y que frecuentaba una iglesia en Cerro Verde Bajo. Sus hermanos y hermanas en la religión le tenían gran estima por su personalidad afable; sin embargo él alcanzó renombre por su virtud para producir esos tomates.

Por algún motivo, sus herederos en el trabajo del cultivo continuaron produciendo los frutos tan sabrosos que desarrolló Huachales hasta que los intereses comerciales y la nueva realidad les pasó por encima. No recuerdo otros más deliciosos de pulpa firme, madura y ácida que aquellos de tono verde-marrón, color característico de los últimos tomates del verano de Penco.

2 comentarios:

ivan alejandro ramos castro dijo...

también hubo una familia italiana de apellido Bigliatti, quienes vivían en una casa de la calle Freire con Chacabuco. Ellos mantenían una chacrea y cosechaban abundante cantidad de tomates y otras hortalizas, creo que ahora se levantó una población en ese lugar que es un bajo entre el cementerio yla carretera via a Lirquén

ivan alejandro ramos castro dijo...

también hubo una familia italiana de apellido Bigliatti, quienes vivían en una casa de la calle Freire con Chacabuco. Ellos mantenían una chacrea y cosechaban abundante cantidad de tomates y otras hortalizas, creo que ahora se levantó una población en ese lugar que es un bajo entre el cementerio yla carretera via a Lirquén