miércoles, abril 11, 2012

ESE DÍA EN QUE PENCO PERDIÓ A UNA FAMILIA...

Otto Wedel, junto a sus sobrinas Elvira y Guille, sostiene en brazos a Claudio.
La foto fue captada en los años sesenta en los pabellones de Lirquén donde hoy está el muelle.
 Les decían “los gringos” a los hermanos Otto, Carlos y Sergio Wedel, sin duda por el apellido, pero también por la pinta: fornidos y rubios. Un tercer hermano, Eitel, vivía en Huasco por tanto no era conocido en Penco. Carlos y Otto trabajaban en el muelle de Lirquén como estibadores, un empleo muy apetecido en ese tiempo por las remuneraciones altas para los estándares locales. Carlos fue dirigente del gremio. Otto, en cambio, no se metió en cuestiones sindicales. Fruto de su trabajo compró una casa en calle Las Heras casi al llegar a Infante, la pintó de un color alegre y la amononó incluso con una escala lateral en la puerta de calle. Se compró un auto y se convirtió en uno de los pocos pencones no empresarios que circulaba en su vehículo propio.
Hermosa vista del muelle de Lirquén captada por Cristina Suárez.
Los hermanos Wedel eran intrépidos deportistas. Años antes, cuando eran más jóvenes, se contaba entre sus hazañas que cruzaban a nado desde Penco a la isla Quiriquina, se supone acompañados de un bote. Pasaban la noche allí, donde se alimentaban de mariscos y regresaban en el bote a vela al día siguiente. Pareciera que esta proeza la hicieron en más de una oportunidad, de acuerdo con las versiones de esa época.


Otto Wedel (fecha) entre Carlos y Sergio.
Otto tenía la tez blanca, cabello rubio y ojos azules. Era clásico verlo caminando a tranco rápido por las calles penconas y de Lirquén. Usaba blujeans de fabricación norteamericana, escasos entonces, y zapatos de seguridad la mayor de las veces. En otras ocasiones guiaba su auto con el vidrio abajo, junto a su mujer Olimpia Mora. Tenía dos hijos Claudio Otto Wedel Alarcón –hijo de su primer matriomonio—y Verónica Wedel Mora. A comienzos de 1967 Otto Wedel comunicó a sus familiares en Penco, en Lirquén y en Huasco que su esposa esperaba un hijo. Erwin nació a fines de ese año. Felices los Wedel Mora veían aumentada la familia. Entretanto, Otto trabajaba duro en el muelle de Lirquén en su tarea de cargar y descargar buques.

Por algún motivo a sus pocos meses de vida Erwin enfermó y en sólo semanas falleció. Con la misma prontitud como informara de la proximidad del nacimiento, Otto comunicó la mala noticia. Fue un golpe emocional inesperado y profundo en el seno de la familia. Impactado también por este lamentable hecho, Eitel le escribió una carta desde Huasco en que invitaba a su hermano a tomarse unos días de descanso en su casa, como una forma de brindarle consuelo por la prematura partida de Erwin.
 
En junio de ese 1968 el invierno estaba a las puertas en Penco y como siempre se anunciaba fiero. Qué mejor, pensó Otto Wedel, que aceptar la invitación de Eitel y viajar unos días al norte, donde la temporada invernal es más llevadera. Fue así como planificó el viaje al norte. Con su hija Verónica no había problemas, porque ella no estaba aún en la escuela. Pero, Claudio Otto sí. Tendría que pedir permiso en el colegio para que lo dejaran ir. Así lo hizo. Otto, el padre, se presentó en el establecimiento y la profesora, firme de carácter, le dijo que no, que no autorizaba a ese alumno a abandonar la escuela por tantos días.

De ese modo, la familia Wedel Mora partió rumbo a Huasco sin el hijo mayor.  

Otto adquirió pasajes en la línea Cóndor de esos años. Desde Penco el viaje al norte tomaba dos días. Uno para llegar a Santiago y otro para ir a Huasco pasando por La Serena. El trayecto transcurrió monótono y lento. Sin embargo, fue en una de las curvas de la sinuosa panamericana norte donde aparentemente un vehículo  fuera de control cruzó el eje de la calzada y chocó por un costado al bus de pasajeros en el que viajaban los Wedel Mora. El impacto fue de tal magnitud que los tres integrantes de la familia de Penco murieron en forma instantánea.

Los noticiarios radiales de la época informaron del accidente, hecho que causó hondo dolor en Penco y Lirquén. Los Wedel Mora ya no regresarían a su casa de calle Las Heras al llegar a Infante porque la muerte los había sorprendido precisamente tratando de superar la partida del hijo menor.

Los funerales constituyeron un acontecimiento en Penco y en Lirquén. Después de su velatorio en el sindicato de estibadores, los cuerpos de Otto y Olimpia fueron depositados en una carrosa tirada por caballos con crespones negros. Y más atrás en una carrosa blanca los familiares pusieron el pequeño ataúd de Verónica. Centenares de personas acudieron al funeral para el adiós en el cementerio local. Los comentarios de los vecinos por este hecho y la enorme pena que desató se prolongaron por un buen tiempo. Así fue la despedida de esa conocida familia pencona que tuvo un inimaginado y trágico fin lejos de Penco y que posiblemente todavía está en el recuerdo de muchos.

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Claudio Otto se fue a vivir con la familia de su tío Carlos, quien se preocupó de su educación y protección. Cuando éste alcanzó la mayoría de edad, le hizo entrega de los bienes de su padre.
Nota de la editorial: Gran parte de la información contenida en esta historia la proporcionó Carlos Wedel Muñoz.

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