sábado, diciembre 22, 2012

UN DÍA DE VACACIONES EN PENCO


Crepúsculo en Penco. (Foto de Jaime Robles).
El día puede comenzar asistiendo a presenciar un entretenido partido en la cancha de Gente de Mar. La entrada es libre y uno puede elegir el sitio para instalarse. Sugiero que lo mejor es mirar el partido desde la línea porque más allá de las jugadas desde ahí se tiene una perspectiva única de la hermosa bahía de Penco. Además ahí es donde se escuchan las mejores tallas.


Cuando ya se acerca el mediodía, uno puede tomar su vehículo, subir por Villarrica y seguir hacia Primeragua. Apenas cuatro kilómetro camino arriba se llega al restaurant de Zulema, un muy buen lugar para almorzar sin apuro. Desde la galería orientada al poniente se tiene una magnífica vista hacia la isla Quiriquina. La especialidad de Zulema son las carnes preparadas al más puro estilo pencón: bien adobadas, deliciosas papas fritas y exquisito pan amasado. Una copa de buen vino tinto Merlot va muy bien.

Se puede hacer una agradable sobremesa junto a la piscina del lado norte bajo una pérgola y al cabo de haber reposado lo suficiente, uno regresa a la ciudad para concentrarse en la playa. Las cuatro de la tarde es la mejor hora para comenzar, sin alta radiación UV y con viento calmo. El mar sosegado invita a bañarse y dar un par de brazadas. Si las fuerzas dan, se puede ir nadando hasta la balsa. Allí, un par de piqueros y de regreso a la playa a tomar el buen sol y disfrutar del panorama, que siempre tiene novedades interesantes.

Cuando cae la tarde, hay que darse una ducha y después irse de paseo por la plaza de Penco. Luego de dar una vueltas y saludar a los amigos uno puede sentarse a leer un poco o revisar los mail en el Ipad. A esas alturas, la actividad de la tarde despierta el apetito. Nada mejor, entonces, que caminar rumbo a la Planchada para presenciar y fotografiar el atardecer el Penco.

De ahí, la sugerencia es ir caminando al Casino Oriente. Recomendable es hacerlo por la playa directamente. Ya en el recinto sugiero pedir un piscosur y sostener una distendida conversación con el dueño del local, mi amigo Navarrete. Siempre tiene noticias y copuchas penconas, harta historia también. Tras la conversación, lo mejor es pedir un plato de pescado (propongo atún) con ensaladas y un vino blanco frío, ojalá Chardonnay. La sobremesa puede prolongarse todo lo que uno quiera. Desde las ventanas del casino se divisa gran parte de la playa en perspectiva nocturna y al otro lado del mar, las luces de Talcahuano. ¿Qué mejor?

Terminada la jornada la mejor sugerencia es regresar caminando al hotel ahí frente a la plaza. Claro que es indispensable hacer todo este recorrido en buena compañía. ¿No creen lo mismo?


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