Nota de la Editorial: El
periodista y narrador deportivo Max Wenger nos recuerda un
episodio anecdótico en el periodismo de Concepción de los años sesenta que tocó de cerca al arquero pencón Onofre Pino, hecho que se desarrolló
fuera de una cancha de fútbol:
Onofre Pino, gran arquero Penco. |
"EL MAESTRO" GARCÍA
y ONOFRE PINO
Por Max Wenger, desde Pucón
Eran
los buenos tiempos del Campeonato Regional de Fútbol de Concepción, de carácter
semi-profesional, a comienzos de la década de los 60.
El
certamen convocaba a
importantes clubes desde Linares hasta Temuco, pasando por
Chillán, Tomé, Penco, Chiguayante, Talcahuano, Lota Coronel, Los Ángeles y,
naturalmente la capital penquista.
Uno
de los más afamados animadores de ese campeonato era el Club Arturo Fernández
Vial, popularmente nombrado como el Vial o "el Vialito", de gran
arraigo popular por su estilo de mucha garra, vehemencia y luchador.
Luis García Díaz, periodista que firmaba como "El Maestro" |
Su hinchada no le iba en zaga y seguía a la enseña aurinegra a todos los escenarios del torneo, con gran entusiasmo y fervor en medio de una euforia permanente. La portería del Vial era custodiada por muchas temporadas por un joven muchacho, delgado, ágil y de grandes condiciones. Su nombre, Onofre Pino, quien sumaba a esas características una modestia y sencillez infrecuente entre los futbolistas de estos tiempos.
Los
aficionados le tenían suma confianza a su guardameta y lo demostraban con
sonoras ovaciones y aplausos ante cada atajada de Pino, quien pudo fácilmente
escalar hasta un club capitalino de haberlo querido, pues se cree que su propia
timidez lo frenó. Una
sombría tarde dominguera de invierno, ocurrió sin embargo una situación que no
es ajena a las veleidades del fútbol. El Vial fue goleado sin piedad en la
cancha de "El Morro" de Talcahuano, probablemente por el poderoso
Naval, de directo vínculo con la Armada. Una
humillante goleada de 5 goles a 1, dejó mudos primero a los hinchas y luego los
motivó a reforzar su apoyo al club de sus amores.
En
uno de los diarios de Concepción que, al igual que las radio-emisoras,
destinaba amplios espacios al certamen, ocurrió un hecho que con el correr de
los días se transformó en otra anécdota que jalonó los entretelones del popular
deporte en la vasta zona centro-sur del país.
Por
uno de esos errores "ajenos a la voluntad" de nadie y de todos,
apareció en la edición del día siguiente el consabido comentario analítico de
la derrota vialina, el recuento minuto a minuto de las principales
incidencias del juego y una reseña pormenorizada, individual, de la actuación
de cada uno de los 22 o más jugadores que habían sido los actores del partido.
En
la citada reseña, el famoso periodista Luis García Díaz, a quien todo el mundo
llamaba "El Maestro", por su atildada redacción, su aguda pluma y su
chispeante humor, escribió así:
"ONOFRE PINO: Un desastre. Una pobrísima actuación, que nadie se explicó ayer. Pareció un fantasma bajo el arco. Irreconocible labor del guardameta, a quien le pasaron goles hasta por debajo del abdomen."
"ONOFRE PINO: Un desastre. Una pobrísima actuación, que nadie se explicó ayer. Pareció un fantasma bajo el arco. Irreconocible labor del guardameta, a quien le pasaron goles hasta por debajo del abdomen."
Y
así seguía la reseña con otros nombres de jugadores, uno por uno.
El
asunto no habría revestido más importancia, en tiempos en que los futbolistas
sentían verdadero respeto por el periodismo y no se daban casos de divismo y
soberbia agudos como sucede en la actualidad.
Sin
embargo, al día siguiente por la tarde, luego que el diario había circulado
profusamente por toda la zona, apareció en la redacción el mismísimo Onofre
Pino, vestido formalmente de cuello y corbata, con su habitual sencillez y
modestia. Quería
hablar con "El Maestro" y así le fue transmitido a éste por un
auxiliar.
--¡Hola
Pinito, como te va! ¡Qué se te ofrece!--, díjole El Maestro García.
--Pucha,
Maestro...me tiró a partir en el diario con su comentario, poh...
--Qué
le vamos a hacer, respondió el periodista. Tú sabes que cuando uno de ustedes
juega mal, no está en su tarde, tenemos que decirlo no más...Para eso están los
diarios, pues.
--Sí,
está bien, casi susurró Onofre Pino...pero lo que pasa es que la goleada no me
la hicieron a mí... Yo no jugué porque estaba resfriado con grippe, explicó
compungido el guardavallas vialino...
--Pero
¿cómo? ¿Quién jugó entonces, pos hombre?--, preguntó sorprendido el
experimentado periodista.
--Jugó
Peña que es el suplente y como yo casi nunca fallo no lo conocen mucho, apuntó
Pino.
El
Maestro muy cazurro y canchero, se dio cuenta que se había cometido un error
entre Pino y Peña, apellidos de cierto parecido gráfico, y expresó entonces con
toda convicción:
--Mira,
Pinito, este asunto lo vamos a solucionar muy fácilmente... Cuando tú juegues
mal en algún otro partido y te pasen muchos goles, entonces sencillamente vamos
decir que jugó Peña...¿Qué te parece? Así van a quedar mano a mano...¿De
acuerdo?
--Bueno
Maestro, usted verá, pero yo lo único que le pido es que no me vaya a meter en
líos...musitó el gran portero vialino.
Y
se despidió caballerosamente, retirándose de la redacción tan silenciosamente
como había llegado.
Ésta
seguramente no debe ser la única anécdota que vivió Onofre Pino en su dilatada
y brillante trayectoria deportiva. Sí deja en claro que el respeto por los
medios, el periodismo y los periodistas alcanzaba de sobra entre muchos
futbolistas para disculpar errores involuntarios aunque perjudicaran algo
divertidamente su propia imagen deportiva.
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