viernes, noviembre 25, 2016

EN PENCO LOS ADORNOS NAVIDEÑOS SE HACÍAN EN CASA

Los adornos del árbol de Navidad fueron un tema en Penco. Aquellos que se vendían en los quioscos –no en las tiendas— eran de fabricación casera, así que se podían replicar en las casas si había la voluntad de ahorrar algunos pesos y si alguien estaba dispuesto a tomarse el trabajo. Los ornamentos más importantes eran las guirnaldas, las que consistían en largas tiras de celofán de distintos colores y papel plateado cosidos a máquina por el centro. Una vez hechas las tiras debían ser pacientemente desflecadas con una tijera para convertirlas en guirnaldas propiamente tales. Las de luces tan comunes hoy en día, entonces eran un lujo de estilo Trump.
Otro adorno importante, el algodón, imitaba a la nieve. Ése, al igual que hoy, se compraba en las farmacias. Venía empaquetado en cartulina azul amarrado con hilo de bolsa. Este elemento servía para dar la ilusión de una nevada. Curioso el propósito si se piensa que en Penco debe nevar una vez cada 400 años. Pero, la idea consistía en adornar el árbol como se vía en las revistas con ilustraciones.
Las figuritas angelicales eran el otro ingrediente, generalmente hechas de papel por los niños como tarea del colegio. Y los demás personajes estaban inspirados en el sentido de la Navidad: el pesebre. Las velitas de las fiestas de cumpleaños servían para instalarlas estratégicamente en los lugares más despejados del árbol y encenderlas bajo rigurosa vigilancia.
Pues, bien, el último elemento: el árbol mismo. A pesar que había gente vendiendo pinos cortados por todas partes, lo mejor era ir personalmente al bosque a buscar y traer el más conveniente en tamaño y aspecto. No había vigilantes, nadie se enojaba, nadie decía nada, ni siquiera había alguna alambrada que saltar. Simplemente entrábamos en el bosque sin ningún obstáculo de por medio, elegíamos, cortábamos y para la casa.
En un bosque de árboles de Navidad (en el norte de EE.UU.), una familia elige un ejemplar para comprar o alquilar.. (Foto referencial tomada de internet.)

Las mamás ponían su buen gusto para adornar el pino con los elementos que mencionábamos. Porque entre los vecinos se daba una indisimulada competencia: quién presentaba el árbol más bello. Decíamos que había que vigilar las velitas al momento de encenderlas y el afán consistía en mantenerlas prendidas sólo un par de minutos para evitar el riesgo de un incendio. Fue precisamente por ese riesgo que pude perder mi árbol de Navidad en una ocasión. En un abrir y cerrar de ojos una llama en contacto con una rama produjo una explosión de fuego. Todos alrededor debimos actuar con mucha rapidez para evitar la propagación. Mi árbol quedó chamuscado, pero para eso había algodón para rellenar esa parte calcinada con más motas de nieve… Las velitas de colores de los cumpleaños eran sólo adornos, no había que encenderlas…

2 comentarios:

Rosa de Penco dijo...

Siiii,Nelson,recuerdo tu árbol, suempre lo encontre hermosi con las velitas,y el de mi tío Juan con luces de verdad,y mi árbol, con cerezas,peritas y chocolates.

Rosa de Penco dijo...

Siiii,Nelson,recuerdo tu árbol, suempre lo encontre hermosi con las velitas,y el de mi tío Juan con luces de verdad,y mi árbol, con cerezas,peritas y chocolates.