En el Día del Trabajo recuerdo a Penco y Lirquén como una
comuna de gente laboriosa. La historia así lo muestra. Sus calles de esos años era
transitadas de día y de noche por centenares de empleados y obreros de las
distintas industrias y otras actividades productivas, sin contar los trabajadores
de los diferentes emprendimientos que los había por todas partes. Penco fue y
es modelo de hombres y mujeres que dedicaron y dedican su tiempo al trabajo
sacrificado. Ellos celebran hoy su día con justificada razón y orgullo.
Pero. Hubo excepciones.
En más de una oportunidad en el pasado escuché un par de
expresiones casi generalizadas en Penco para apuntar a alguien sin ocupación (por propia decisión) ni
trabajo conocido. Podía haber muchas razones para que el aludido justificara
no estar ocupado en labores productivas. A modo de defensa quienes creían en
ellos argüirían que dichas personas no tenían carácter, por ejemplo; que
carecían de las técnicas básicas para desempeñarse en tal o cual oficio,
desconocimiento, falta de habilidades puntuales, incompetencia, etc. Nunca decían,
que sus defendidos carecían de voluntad para lanzarse a la aventura en el mundo
laboral. Consecuencia de esta situación era que cuando el tema de conversación
era el trabajo, salían los comentarios cáusticos: “ese gallo tiene pulmones
vírgenes”.
Que los pulmones tengan que marchar a un ritmo superior a su
función ordinaria fue sinónimo de trabajo esforzado. Quien no hubiera exigido más
a ese órgano corporal en una acción productiva no era digno de afirmar con la
frente en alto que había trabajado. De allí entonces que el tal “pulmones
vírgenes” era literalmente un flojo, más aún si le nacía serlo. En este sentido,
por tanto, no era recomendable tirarse a flojo en Penco porque la opción significaría
estar en boca de todos. Pero, había personas que por decisión propia se
rehusaban a buscar empleo. Hubo muchos casos reconocidos… Había, por cierto,
sinónimos para la metáfora de la flojera. Por ejemplo, a un flojo lo apodaban “solano”,
por estar tendido al sol, imagino. Una denominación menos usada era “sotigüe”,
cuyo desglose no viene al caso. Y, por último, el alias más hiriente para un
flojo era ser "bautizado" “primero de mayo” para significar exactamente lo opuesto, o sea, el
alto valor ético y moral del trabajo que nos recuerda esa fecha en todo el
mundo.
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