Foto de comienzos del siglo XX. Se observa en el suelo el tendido de líneas en la esquina de O'Higgins y Talcahuano. |
Por décadas la calle Talcahuano fue una prolongación de la Refinería. Era, si se quiere, la industria misma cruzando la ciudad. De la esquina de O’Higgins a la línea de ferrocarriles, fue un tramo abierto, expuesto. Ese segmento de la calle tenía un tendido de rieles sobre durmientes para el tránsito de vagones ferroviarios. Entre Freire y la línea, la calle se encajonaba entre grandes bodegas, por ambos lados. Y cruzando el trazado del tren Concepción-Tomé, la calle se convertía en un muelle industrial, que se prolongaba unos 450 metros mar adentro.
No es necesario
tener mucha imaginación para visualizar el panorama: una calle de servicio industrial. Sólo una cuadra tenía casas por ambos costados, esto
era entre Las Heras y Freire. Porque saliendo de la Refinería hacia el muelle, estaba
la cancha o el fortín por un lado y por el otro un sitio baldío con una pequeña
elevación, donde hoy en día hay un colegio. Y el tramo entre Freire y el comienzo
del muelle era solamente bodegas enormes por ambos costados.
En la cuadra que se prolongaba entre Freire y la entrada del muelle existía cambio de líneas, o sea los trenes
ocupaban la calzada completa. Por un lado cargaban o descargaban en las bodegas
y por el otro, la vía seguía rumbo al terminal marítimo.
La calle
Talcahuano de hoy no tiene nada que ver con el bullicio, el traqueteo, los
silbatos, la grasa esparcida en el suelo, los durmientes mojados por el vapor, y
los trenes reclamando vía libre en la década del cuarenta,
quizá los años más activos y frenéticos de la Refinería de Penco.
En la foto se observa una sección de la Refinería de Penco con sus trabajadores. La planta cerró en 1976. |
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