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La
alcaldía de Valparaíso se propone ofrecerles a detenidos por delitos menores, a
través de Gendarmería y de acuerdo con el tribunal, la posibilidad de realizar trabajos voluntarios en
favor de la comunidad para conmutar penas o multas. En el caso de ese puerto
las labores serían la limpieza de calles y recintos públicos. Sin embargo, es
la persona condenada quien finalmente acepta o no la propuesta de cambio
de pena.
En Penco existió esta práctica allá por la década de 1950, pero estaba acotada a
los detenidos por estado de ebriedad en la vía pública o por riñas callejeras.
Y al parecer no estaba sujeta a la decisión de un juez de policía local, sino
que de los propios carabineros. Ciertamente que el acuerdo era mutuo, al día
siguiente de la detención, para cuando a los borrachitos se les había pasado la
“mona”.
Se difundía de boca en boca y en forma muy rápida la noticia de que a algún conocido lo habían visto con un
escobillón en la mano limpiando calles cuando aquel no era su oficio ni menos
su ocupación habitual. De esa forma los borrachitos recuperados obtenían su
libertad luego de haber sudado la gota gorda aseando las calles de Penco, pero
enfocados en los alrededores de la comisaría. La medida tenía un
propósito disuasivo para reducir los casos de detenidos por consumo excesivo de alcohol en
la vía pública. Personas que recuerdan estas conmutaciones de penas, y que fueron consultadas para la preparación de esta nota, afirman que “los trabajadores no voluntarios” por lo general hacían el aseo de
la plaza pencona y que barrían procurando no levantar sus cabezas.
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