Las «chuicas» en las que también se vendía el vino pipeño. |
En esos años en Penco, Lirquén y Cerro
Verde se vendía para el consumo un vino a granel: el pipeño, que recibía el
nombre por las pipas que lo contenían, hoy las llaman barricas. El pipeño era
un vino bruto, opaco en sus versiones blanco o tinto con aspecto de turbiedad. La
borra estaba disuelta así que muchas veces producía concho cuando permanecía un
largo rato en reposo. Tampoco se hablaba de las cepas de hoy en día, como por
ejemplo, cabernet sauvignon, merlot, carménère. No. Se mencionaba un vino chacolí, un mangarral, un Italia…
Sin ser enólogo, pero teniendo la
experiencia de ese vino, se puede decir que el pipeño es áspero, crudo, de
mucho cuerpo, con matices ácidos a veces dulzón, otras algo salobre, sin
refinación, en algunos casos chispeante. Si el premio Nóbel Mario Vargas
Llosa lo hubiera bebido alguna vez, lo habría llamado pipeño cavernario. Y para qué pensar en la réplica que el peruano habría recibido del rector (UDP) Carlos Peña, para quien pipeño «cavernario» habría sido una tautología metafísica (una redundancia), imperdonable para un Nóbel de Literatura, según él. Ahora,
amigo lector, si usted puede llegar a imaginar un vino así, ése era el que se
expendía en Penco, en lugares especializados llamados bodegas. Justo es aclarar, sin embargo, que aquel pipeño no tenía nada que ver con el que actualmente se vende para hacer
los llamados «terremotos».
Y para completar el cuadro, el vino se
ofrecía al público en pipas recostadas sobre un encatrado de palos para
conseguir un poco de altura. Se les ajustaba una espita (llave de madera hecha en tornos) a la que se le daba un par de golpes para conseguir que quedaran bien
aprisionadas y evitar el escurrimiento del mosto.
A pesar de toda esta mala prensa en torno al pipeño —alguna real, otra ficticia—, el consumo de este vino fue casi una
religión en Penco. No hubo ser humano en toda la comuna por aquellos años que
no hubiera brindado con ese caldo turbio y haya tenido que cerrar fuertemente los ojos y
dar en forma involuntaria a lo menos tres tiritones al terminar el último sorbo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario