jueves, julio 05, 2018

MIGUEL DE CERVANTES ADMIRÓ EL TALENTO DE ALONSO DE ERCILLA.

Entrada marítima a Lepanto o Naupactos, en Grecia.

              Uno de los rasgos de la personalidad de Miguel de Cervantes  fue su testimonio por la buena escritura y, como tal, admiró a Alonso de Ercilla (1533-1594) por su poema épico “La Araucana”. Se deslumbró con ese relato en verso acerca de la bravura de los conquistadores y del valor indómito de los mapuche en los fieros combates en un ignoto lugar del Nuevo Mundo. La Enciclopedia Británica dice que los araucanos (gentilicio creado por Ercilla) fueron «los guerreros más feroces que los europeos hayan encontrado en las Américas».
Miguel de Cervantes, del artista Jaime Mir, 
           Hay  estatuas en homenaje a este egregio escritor español, autor de El Quijote, en muchas partes. En mi opinión, la mejor imagen, supuesta y metafórica, de Cervantes fue creada por Jaime Mir. Esa obra se levanta altiva en la estrechísima rada de Naupactos, en el golfo de Corinto, en Grecia. En el siglo XVI el lugar estaba bajo hegemonía turca, pero permanecía ocupado por su contra parte veneciana, quienes lo llamaron Lepanto. En la puerta marítima del enclave tuvo lugar la memorable batalla  entre el Imperio Turco Otomano y el Imperio de España, el 7 de octubre de 1571. En ella combatió el bravo Cervantes, a la orden de Juan de Austria, hermano del rey Felipe II. Y fue en esa circunstancia que el joven soldado de 24 años resultara herido con la secuela de la inmovilidad de su brazo izquierdo. Por eso, el mote de «El Manco de Lepanto».
CERVANTES: PLUMA Y ESPADA
          La estatua, a la que hago mención, del artista Mir (nacido en Mallorca en 1915) presenta a un Cervantes estilizado que alza su diestra con una pluma de ave mientras permanece de pie sobre unos libros y una espada doblada representando la derrota de las armas. El escultor dijo del mensaje que quiso transmitir con esta imagen de metáfora: «en la batalla de Lepanto el mundo perdió a un militar pero ganó a un escritor” y que “la concordia puede más que la fuerza».

       Naupactos o Lepanto es una localidad de unos 20.000 habitantes situada en el Épiro, en la costa del golfo de Corinto, que lo separa de la península del Peloponeso. Casi al frente está la ciudad de Patra. No he tenido la oportunidad de ir allí, sólo he visto fotos que comparto en esta crónica. De Lepanto se observan los muros almenados y el puerto, que testimonian su importancia estratégica de otro tiempo. Ahí, donde los españoles derrotaron a los turcos, se emplazó en 1998 la inspirada estatua de Miguel de Cervantes a la que me refiero.
«LA ARAUCANA» EN LA BIBLIOTECA DE DON QUIJOTE
         Decía que como admirador de Ercilla, soldado y escritor como él, Cervantes reconocía su excelso estilo literario y el valioso aporte de los datos históricos de este lugar ubicado en algún punto del Nuevo Mundo y de sus habitantes.  Por eso la incluyó como ejemplo de un buen texto en la trama de su obra máxima «El Quijote».  Y he aquí un botón de muestra, en el capítulo 6 de la primera parte. Según la novela, «La Araucana» estaba entre los casi 300 libros de la biblioteca propiedad del ingenioso hidalgo. Convencidos el cura y el barbero, amigos de don Quijote, que éste perdió el juicio por creer a pie juntillas lo que decían los nefastos libros de caballería, decidieron quemarlos todos. Pero, antes de lanzarlos a la pira, el cura pidió revisarlos para no cometer una injusticia quemando a justos por pecadores. Fue así que el barbero le mostró tres que tenía en las manos: «La Austríada», de Juan Rufo; «El Monserrato», de Cristóbal de Virués y «La Araucana», de Alonso de Ercilla. “Esos tres libros, dijo el cura, son los mejores en verso heroico, guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España”. La categórica sentencia del cura salvó al poema de Ercilla de arder en la hoguera suerte que no tuvieron los aborrecidos libros de caballería, de acuerdo con la novela.
Alonso Quijano (don Quijote) leyendo en su bibliotea. Sobre su escritorio se ve el Amadís de Gaula. 

            Existe una segunda cita de Ercilla en la novela de Cervantes. Son dos versos de «La Araucana», incluidos en el capítulo 14 de la segunda parte y que están en el segmento inicial del poema épico:
«y tanto el vencedor es más honrado
cuanto más el vencido es reputado».


REPRESENTACIÓN DE ERCILLA EN SANTIAGO
          En Santiago de Chile el poeta don Alonso es representado por un artístico monumento en la plaza que lleva su nombre, frente al Parque O’Higgins. La imagen es una pieza plena de simbolismos. En ella se observa a Ercilla sentado en actitud de serena concentración imaginando cómo sería finalmente «La Araucana». Tiene un lápiz en la mano la que se apoya en su mentón y cerca de sus pies, su espada dispuesta y el yelmo español. De enorme valor es la imagen que está detrás del poeta y en un nivel superior. Representa a una joven mapuche con el aspecto de una musa inspiradora. Ella levanta al cielo una rama de canelo sagrado, uno de sus senos se ve desnudo, mientras el viento hace flotar su chamal oscuro. La escena de alegoría es imponente.
         Las expresiones de ambos personajes son contrapuestas: Ercilla meditabundo y paciente contra la actitud enérgica de la mujer con el rasgo clásico mapuche, vestida a la usanza de su raza. Tal fue la obra del escultor Antonio Coll y Pi inaugurada con motivo de las celebraciones del centenario de nuestra Independencia en 1910 en la capital. La pieza fue una donación de la Colonia Española residente.
ERCILLA, LAUTARO Y UN CANELO EN PENCO
            Ercilla y los habitantes originarios de Penco ─representados por Lautaro─ tienen desde ahora su espacio en el corazón de Penco. La imagen escultórica del poeta madrileño fue descubierta en la plaza pencona en abril pasado. Sin la pretensión de la metáfora ni las licencias que regala el arte, esa obra es un reconocimiento.
          A un par de metros de allí se encuentra la estampa del capitán mapuche Lautaro en el muro de la Escuela Isla de Pascua y que fue desplegada en 2015. Es una hermosa pieza de gran formato en cerámica realizada por el artista pencón Roberto Zhuchel, y cuyo contenido es un detalle de la tela de P. Subercaseaux.
          Sin embargo, entre esos dos mundos, el de Ercilla y el de Lautaro existe de por medio un tercer componente: la naturaleza. Así, la trilogía se completa con la presencia en la plaza de un canelo, que para la cosmovisión mapuche  representa el eje del universo.
            

3 comentarios:

Andy Urrutia dijo...

Habian sido la causante de su locura, la insasiable insistencia de leer novelas de caballeria, como escribe usted, esos libros se salvaron por ser, libros de importancia para la lengua castellana, libros del sihlo de oro español...saludos

Andy Urrutia dijo...

Habian sido la causante de su locura, la insasiable insistencia de leer novelas de caballeria, como escribe usted, esos libros se salvaron por ser, libros de importancia para la lengua castellana, libros del sihlo de oro español...saludos

Julia Denegre dijo...

Gracias por su artículo. Soy mexicana viviendo en Chile, y a mi hija le han pedido desde el Toboso, España (Hospedería Casa de la Torre) que envíe información sobre esculturas o estatuas de Cervantes o El Quijote en Chile. Ahora tiene más información de que incluso en El Quijote se hace referencia a este país.