lunes, abril 08, 2019

LA TRANSICIÓN LLENA DE MATICES DE LIRQUÉN A LA PLENA URBANIDAD

Lirquén en los sesentas. Al centro, a la derecha se puede ver el antiguo retén de Carabineros al otro lado del camino a Tomé. Hoy eso está todo cambiado.
(Foto cedida por Jorge Nova).

          Hay estudios que anuncian que para el 2050 la mitad de la población mundial vivirá en zonas urbanas (ciudades) a lo largo y ancho del planeta. La gente de los campos irá disminuyendo rápidamente, según los expertos. Sin embargo, la esperanza de una mejor vida en las mega ciudades podría ser lo contrario a las expectativas, por lo que migrar de la ruralidad a la urbanidad no tendría mucho atractivo. Pero, es la tendencia. Sin embargo, se observan luces de lo opuesto.
               Hará una par de semanas, una nota en la televisión chilena mostró a una mujer, perteneciente a una etnia, interrumpir con su cuerpo los avances para pavimentar el camino que pasaba frente a su vivienda en un campo del sur. Una última lectura sobre esa acción sería «no quiero ser urbana, sino del campo», entendiendo esto último como la preferencia por lo natural sin los artificios o los «adelantos» de la modernidad. Por otra parte, la revista británica The Economist publicó ayer un artículo sobre la comunidad de Andorra, situada en los Pirineos. Una pantacarta de una manifestación en las calles decía «Soy Rural y Seguiré Siendo Rural», ello en respuesta a los abruptos planes de urbanización que se anuncian para Andorra en España…
Manifestación  reciente a favor de la ruralidad en Andorra. (Foto The Economist).
               Barrios de Penco fueron semi rurales, por muchos años, muchos más de lo que ha sido su avance en la urbanidad. En esos tiempos eran numerosos los sitios baldíos que había por todos lados, donde pacían bueyes y caballos. La población Perú, por ejemplo se construyó sobre un sitio vacuo enorme a fines de los 50. La esquina de Freire y Maipú, frente a las señoritas Ulloa era un gran espacio vacío donde una vez al año se instalaban los juegos de un carrusel ambulante. Y para qué seguir con esta enumeración.
               Lirquén tardó más en entrar en la modernidad, porque los sitios baldíos ocupaban manzanas enteras en el plan de la población en el sector sur, incluso en los años 60. Esos se ha ido ocupando. Por ejemplo, Carabineros y Bomberos edificaron sus cuarteles en espacios como los mencionados. La policía uniformada cambió el lugar de su retén con el sólo hecho de cruzar la calzada del camino a Tomé. O sea, estas modificaciones urbanas en Lirquén se han notado más, porque ha sido más rápidas. Sin embargo, uno de los encantos de Lirquén es que perdura ese ambiente intermedio entre un gran perfil urbano y algo de campo: no es extraño toparse con reses sueltas en las calles e incluso en la plaza y nadie se inmuta o, por ejemplo, tener la facilidad de bajar caminando al estero para vadearlo al final de la población Jaime Lea Plaza. Es agradable la paz que esos detalles significativos le otorgan a Lirquén.
Una vaca cruzando la plaza de Lirquén. (2016, foto del archivo del blog).

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