sábado, julio 04, 2020

LA FUERZA «INVISIBLE» QUE NOS SOSTIENE (₁)


          Busco en la Historia un ejemplo que me sirva como una ayuda para interpretar esta experiencia del trabajo productivo y práctico en pandemia. Porque en cuarentena desde casa compruebo como la ciudad sigue funcionando, no ha paralizado. Y se mueve sin magia, sino por el trabajo de millones de mujeres y hombres «invisibles». Les doy ese calificativo porque ni ellos ni ellas están en la televisión. Las pantallas están reservadas para los que no producen esos bienes concretos y los servicios que necesitamos para sobrevivir. [Apunto a los rostros de la clase política, preocupados a como dé lugar de mirarse en los medios]. Por tanto, veamos el modelo histórico que me inspira para testimoniar el aporte de esta fuerza «invisible» y lo ínfimo que ante ella llegan a ser los otros.
        Ocurrió en Roma el año 494 antes de Cristo, cuando los plebeyos (los trabajadores), molestos con leyes injustas impuestas por la clase gobernante (los patricios), paralizaron dejando a la ciudad desabastecida. Demostraron que eran ellos los que hacían la pega. Esas leyes, entre otras cosas por ejemplo, prohibían los matrimonios entre enamorados provenientes de clases distintas. Los patricios o si se quiere los políticos romanos, se dieron cuenta al fin que los «invisibles» tenían un valor clave en la sociedad y que merecían respeto y otro trato. A pesar suyo a los tribunos no les quedó otra opción que dialogar. Este episodio es más largo, tiene varias interpretaciones, sin embargo para nuestro relato lo dejamos hasta ahí.
       Ese ejemplo del pasado —si quitamos la circunstancia del paro y destacamos el reconocimiento― me permite apreciar hoy en su perfecta dimensión la relevancia del trabajo de las manos «invisibles»: la gente del aseo, sin su concurso estaríamos ahogados en basura; los trabajadores de la salud por su tarea que excede todo cálculo sumado el riesgo; los transportistas que silenciosos van y traen los alimentos desde los campos; esa otra gente que atiende el delivery; los que mantienen los servicios: agua potable, luz eléctrica, gas, las comunicaciones. A ellos le debemos todo aquello que tenemos a la mano, que es práctico y que nos sirve.
        Esa es la gente invisible y las llamé así, además, porque no puedo identificarlos uno a uno, ni conocer sus rostros adustos o sonrientes, feos o bonitos, pero sé que son nuestros queridos trabajadores del día a día y sé muy bien que sin ellos la vida en sociedad sería imposible. Ellos arriesgan su salud cada vez que salen de sus casas para ir al trabajo concreto, aquel que no se puede realizar on line. Infinitas veces, cuando van y cuando vienen, reciben improperios de los desubicados que no entienden que ellos no se pueden quedar en sus hogares. Nuestros trabajadores no quisieran meterse en las aglomeraciones por prevención, pero no les queda más remedio cuando el transporte público ha disminuido su frecuencia por la brutal economía.
         Esas manos invisibles que trabajan sostienen nuestra sociedad. Gracias a su coraje ni el peor de los virus podrá terminar con la vida.
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(₁) El municipio de Penco, por mediación de su alcalde Víctor Hugo Figueroa y el consejo municipal, entregó recientemente un estímulo al personal de aseo de la comuna por su gran labor en la presente crisis sanitaria.

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