domingo, julio 26, 2020

YA NO SE VEN CABALLOS NI BUEYES POR LAS CALLES DE PENCO


         Era una visión común: el transitar lento de carretas de bueyes por las vacías calles de Penco y jinetes que iban en sus cabalgaduras en distintas direcciones y propósitos, carretas de mano de un solo eje con alguna carga menor empujadas por personas se añadían a la escena de aquellas calzadas en mal estado. Esos medios urbanos de movilización y transporte entraban en la categoría tracción de sangre, clasificación que se modificó después. Y el panorama urbano se completaba con ene peatones que iban y venían por las aceras entonces de tierra y empedrado. Era habitual ver caballos o bueyes en sitios baldíos de esos años, por ejemplo donde hoy se levanta la población Facundo Díaz o la población Perú. Otros simplemente, por descuido de sus dueños, andaban sueltos por las calles de las afueras.
         Los almacenes que usaban sus propios carretones tirados por caballos para los antiguos delivery guardaban y mantenían sus equinos no lejos de las tiendas. El negocio de abarrotes de Mario Zúñiga, por ejemplo, tenía una pesebrera para tres pingos en un sitio de calle Alcázar detrás de los pabellones de madera. Santiago Herrera, poseedor de fundos en los alrededores del pueblo, mantenía su caballo en el patio trasero de su casa por calle Penco. Carabineros disponía de pesebreras que lindaban con casas particulares. 
        Los equinos y los bueyes que cumplían estos trabajos descansaban en horario nocturno bajo techos especialmente construidos para ellos en medio de las poblaciones. En la mitad de las noches o en las madrugadas se oían los relinchos y los bramidos cerca de los dormitorios. Pero, el pueblo estaba acostumbrado a estos inconvenientes porque entendía que esos animales eran parte de la rutina.
            En términos históricos, los caballos y los bueyes fueron unos afortunados en cuidados y supervivencia, pero sólo por sus servicios. En Penco, en tiempos aún más pretéritos, hubo otros animales también, pero que se fueron, los correteamos, los arrinconamos, los matamos porque no nos servían. Había pudúes, huemules, zorros, coipos, chingues, huiñas, gatos monteses, pumas, guanacos. Todos estos animales nombrados, hoy ausentes y tal vez otros más, convivían con los grupos humanos originarios aquí en Penco. Ninguno estaba demás, ni ninguno era eliminado por criterios economicistas. Se los cazaba nada más que para comer su carne o para conseguir sus pellejos.
PINTURA RUPESTRE descubierta en Tassili, Argelia, data de 12 mil años (Wikipedia).
        Veamos ejemplos en otros lugares: en pinturas rupestres en la meseta de Tassili en el sur de Argelia que datan de 12 mil años se ven hombres de raza negra arreando un rebaño. Y registros más antiguos aún de unos 44 mil años muestran escenas de cacería. Nos referimos a pinturas descubiertas recientemente en Indonesia. A comienzos del Neolítico la humanidad estableció las primeras ciudades, las que se formaron en lugares donde había alimentos. Esto ocurrió cuando el ser humano se hizo sedentario, porque desarrolló la agricultura y la ganadería. Ya no fue necesario salir a cazar ni a recolectar frutos u hortalizas. Eso estaba en casa, en las huertas y en los corrales. A partir de entonces, el hombre seleccionó los animales que más le servían y los más favorecidos fueron los vacunos y los equinos, además de algunos otros. Pero, la gran mayoría fue descartada. Desde entonces comenzó la extinción de especies por responsabilidad humana. Y hoy en día esos animales exóticos que han sobrevivido permanecen encarcelados en los zoológicos.
CACERÍA prehistórica. Pintura rupestre descubierta en Indonesia.
Su fecha ronda los 44 mil años (The Economist).
           Pero, volvamos a Penco. Vemos menos caballos, como decíamos al comienzo. Tampoco se ven carretas tiradas por yuntas, la carretas de mano tampoco se ven. Sin embargo, cuidado, no hay que sacar cuentas rápidas. Ni los vacunos ni los equinos están en peligro de extinción. Se puede asegurar como si se tratara de una hipótesis comprobada, que primero se extinguirá el ser humano. Las vacas nos sobrevivirán.

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