OPINIÓN:
Que haya en Penco
personas o grupos de personas que defiendan la bahía, los cerros, el
agua del estero, en general la naturaleza, es un asunto que va más
allá de simples protestas. Es la conciencia colectiva que valora el entorno,
lo quiere, lo respeta y desea mantenerlo, por tanto, merece nuestro
respaldo. Y de otro lado están las empresas que buscan generar
riqueza interviniendo y alterando el medio natural que además es muy
frágil.
Hay a lo menos 3 razones
muy fuertes detrás de este conflicto de la ciudadanía frente a las
empresas cuya dedicación es instalar un terminal de gas en la bahía
y la explotación de mineral estratégico en el fundo El Cabrito.
Analizaremos esta controversia con criterio científico para
comprender mejor.
La primera razón es la
economía o, mejor dicho, el capital. Lo que buscan las empresas es
generar riqueza y aprovechan cualquiera oportunidad para conseguirlo.
A primera vista se ve razonable. Sin embargo, este principio de
racionalidad de aumentar la tasa de ganancia se vuelve irracional
porque es ambientalmente destructivo. Está probado en todo el mundo,
y todos lo pueden ver: las montañas de basura producida por la
industria, la tierra irremediablemente destruida por la explotación
de minerales, el mar vacío por la pesca indiscriminada y la
contaminación. O sea, vamos directo al abismo, al suicidio. Entonces
esta es una causa, sino LA causa, del rechazo a que estos proyectos
sigan adelante. Los habitantes de Penco intuyen y saben que hay que
detener esta lógica, que la economía por sí misma ya no es capaz
de parar. Al capital se le cortaron los frenos. Se hace necesario
plantear una economía de otra manera.
Una segunda razón de la
lucha pencona contra la lógica del capital es de tipo estético. Y
entendemos la estética como una emoción de alegría frente a la
vida. Ahí radica el estímulo que proviene de la naturaleza y que en
nosotros se traduce como la vibración de la belleza. Entonces
comprendemos que los pencones y lirqueninos quieran preservar la
belleza de la bahía, ya bastante congestionada, porque cualquier
proyecto de la envergadura de la gasífera cambiará eso
irremediablemente. O sea, sería una pérdida que todavía se puede
evitar. Porque decíamos que el capital sólo quiere ganancias no le
interesa la estética. Además, la defensa que hace la gente tiene que ver con lo que los griegos llamaban el telos: eso de
dejar que la naturaleza sea y se realice en su fin. Lo opuesto es
interrumpir ese fin con el abuso. Lo mismo aplica para la extracción
de mineral en los cerros. Es la destrucción de todo el delicado
sistema ecológico. Las salvaguardas que la empresa dice emplear son
contradictorias. La lucha también es estética.
Y la tercera razón de
este conflicto, es moral. Conseguir detener la destrucción del medio
ambiente si la empresa logra los permisos para montar toda la
infraestructura de explotación que necesita, es una pelea ética.
¿Cómo no va a ser ético luchar en favor de la vida? De este modo, la postura
social de los pencones contiene un principio justo que es
innegablemente moral. El capital trabaja como si el planeta fuera
infinito, pero es finito, o sea, hay límites. Por un lado con la explotación irracional los
recursos se acaban y por otro, la actividad económica produce
contaminación, basura inmanejable y destrucción de la que no nos
podremos recuperar. Los movimientos pencones que están en esta lucha
deben tener claro que pelean contra el poderoso capital, pero que los
ampara la moral y la estética. Hallar una forma moderada,
equilibrada y humana para construir una economía es un desafío. Y,
lamentablemente, la respuesta nadie la tiene. Esto es como el virus
no hay remedio ni vacuna, estamos expuestos. Así nuestra única esperanza es tratar de pisar
el freno, es lo que está intentando la sociedad pencona.
EL DIRECTOR
1 comentario:
Hola Buenas tardes, me gustó el blog, muy bien realizado.
Me gustaría saber donde poder escribirte directamente.
Saludos
Natalia Urrutia.
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