EL 18 DE AGOSTO PASADO, DON JUANITO RIFO CELEBRÓ 96 AÑOS. Aquí aparece junto a su esposa Leticia Carrasco y sobre la mesa la torta de cumpleaños. (Foto cedida por la familia).
Decir que su vida fue un ejemplo podría resultar algo mezquino si no enumeráramos parte de sus logros más importantes producto de su solo esfuerzo, seriedad y perseverancia. Cuando llegó a Penco traía una sólida formación en música, por influencia paterna. Ejecutaba con gran talento un instrumento de bronce. Esa habilidad le permitió ingresar al orfeón de Fanaloza y, por consiguiente, obtuvo un puesto en la empresa. Estaba consciente que necesitaba superar su nivel educacional, pues desde Curanilahue llegó solamente con la primaria cursada (básica). Alternando trabajo y estudios, ingresó al Liceo penquista donde completó las humanidades.
Gracias a su dominio en la ejecución de instrumentos musicales fue aceptado en la Armada donde se integró a la banda de la Segunda Zona Naval y también se desempeñó en otras funciones. Don Juanito trabajaba, no malgastaba su tiempo y luchaba por alcanza metas, una de ellas fue construir su propia casa en calle Penco. La hizo con sus manos, serrucho, martillo, clavos y chuzo. No se tomó descanso hasta que no puso la última teja. En un nuevo impulso aprobó su bachillerato (equivalente a la PSU o PDT) y se postuló a la escuela de Odontología en la Universidad de Concepción. Por esa razón debió dejar la Armada para dedicar todo su tiempo a conseguir la carrera. Aquellos sí que fueron años duros. Pero, el sacrificio dio frutos en 1964 cuando se recibió de Odontólogo; para entonces tenía 40 años. Como dentista comenzó a atender pacientes en su casa como para recomponer la economía. Sin embargo, logró ser readmitido en la Armada y trabajó como profesional en la Escuela de Grumetes.
En Penco el matrimonio Rifo Carrasco ha obtenido varios reconocimientos por su trabajo de apoyo a obras sociales. Don Juanito fue presidente del centro de padres de la ex escuela 90 por años. En varios períodos fue presidente del liceo Pencopolitano. Desde 1966 se incorporó a los trabajos con la parroquia local junto al padre Jorge Fajardo y los padres redentoristas, una colaboración que se prolongó por cuarenta años. Integró el comité pro hogar Santa Catalina para niñas en riesgo social.
Decíamos que su partida fue inesperada. A ella se sumaron las consecuencias de este virus letal como la cuarentena y las medidas sanitarias. Ello impidió que don Juanito recibiera el último adiós de sus numerosos conocidos y amigos. Lo conocí en los años 50 y observé en él un hombre ordenado y amante de su familia. Visitaba periódicamente a sus hermanas Elena y Rosa. Me recibió en su casa el 2016 y conversamos de historias y de ese Penco que ya se fue. En la oportunidad hizo memoria de sus primeros años en el pueblo. Sus ojos brillaron por la emoción de recordar a su madre, quien perdiera la vida junto a dos de sus hermanos en el terremoto de esa noche de enero de 1939.
5 comentarios:
Gracias Nelson,mejor contada la historia de vida de mi tío, imposible
Agradecida de Dios,por formar parte de mi vida, fué para mí un gran ejemplo.
Se le extrañará en vida,pero se lleva en el corazón por siempre
Muchas gracias!!! Muchas cosas desconocía de mi tío abuelo y estoy sorprendida que en las páginas y redes sociales de Penco no se haya informado de su deceso. Partida inesperada pero agradecida de haber sido recibida en el verano en su hogar y que haya compartido con sus sobrinos bisnietos. Ahora desde el cielo cuidara a mi tía Leticia. Cariños a la distancia.
También fué nombrado Hijo Iluste de la ciudad de Penco.
También fué nombrado Hijo Iluste de la ciudad de Penco.
Que e injusta esta vida
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