Foto obtenida de internet. |
En Penco la gente
cantaba, en el pueblo y en el campo. En los bosques cantar servía
para sentirse acompañado aunque fuera por su propia voz. En las
lomas, arreando animales, los arreadores iban cantando también. Las
mujeres que barrían veredas frente a sus casas lo hacían cantando,
aunque fuera en voz baja. Y lo mejor, los cantores se sabían las
letras. El sabérselas no era de casualidad o de imitar a las radios.
Había unas revistas de papel diario que se vendían en quioscos y
que suplementeros las ofrecían de puerta en puerta: los cancioneros.
También se exhibían en las librerías. Incluían un largo menú con
la lírica de canciones de moda. Esos cancioneros estaban en cada
casa que yo recuerde. Encima de cualquiera mesa o cerca de la cocina
había uno a la mano, ahí estaban las últimas novedades o las
letras más antiguas.
Las religiones también
influían en este hábito. Los evangélicos tenían himnarios,
denominarlos cancioneros hubiera sido una irreverencia. En sus
numerosas páginas distribuidas en el formato de libro estaban los
versos de los himnos. Cada uno de estos registros impresos se cantaban
con el acompañamiento de guitarras, acordeones y mandolinas de hasta
16 cuerdas estas últimas. En Cerro Verde Bajo, los evangélicos
tenían y tocaban una buena cantidad de estos instrumentos, donde las
mandolinas tenían gran presencia. No habia un grupo mejor para
cantar que el que había en Cerro Verde.
En aquellas casas donde las familias eran
católicas, había por lo general dos libros para asistir a las
misas: un himnario también con sus líricas enumeradas y un
devocionario con las oraciones. A diferencia de los evangélicos que
también cantaban en el culto y en las calles a cielo abierto, los
católicos lo hacían mayormente que en el recinto de la iglesia. Pero, para las procesiones también cantaban al aire libre aunque eso sí, sin acompañamiento de instrumentos.
Ya fuera en el ámbito
religioso o no religioso, en Penco se cantaba como lo hemos demostrado. Eran expresiones de
alegría en el primer caso, y en el segundo caso, que quien cantaba
demostraba saberse las letras de las canciones en boga. Los primeros
cantaban con los himnarios en la mano, los segundos se aprendían las
líricas de memoria. No se necesitaba saber música para cantar en
cualquiera circunstancia, bastaba poner oído, afinar la garganta y
largarse siguiendo la melodía y pronunciando los versos. Muchos años
después con los avances de las tecnologías, los cancioneros
desaparecieron de los quioscos y de otros puntos de venta, porque las
letras están en internet y por la invención del karaoke. ¿Se han fijado que no hay que aprenderse nada?
Hagan cantar a un par de viejos y les aseguro que se saben de memoria varias de las canciones de esos años: "Me voy p'al pueblo", "La batelera", "Las campanas del rosario", "Pénjamo". Porque se las aprendieron en los cancioneros.
Hagan cantar a un par de viejos y les aseguro que se saben de memoria varias de las canciones de esos años: "Me voy p'al pueblo", "La batelera", "Las campanas del rosario", "Pénjamo". Porque se las aprendieron en los cancioneros.
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