domingo, enero 03, 2021

LA MINERA DEJARÁ LOS CERROS DE PENCO COMO «MAD MAX»

 

NOTA EDITORIAL: Nuestro blog no puede pasar por alto una inquietud que cruza transversalmente a la comuna. Con los elementos, los hechos y los antecedentes disponibles sobre el controvertido proyecto minero de biolantánidos que se aplicará en Penco, podemos extrapolar una historia del futuro cercano. A Dios gracias, cuando las historias están por venir, todavía es tiempo de evitarlas.

 

PENCO, AÑO 2038 

          En noviembre de 2038, el último camión con tierras raras salió del fundo El Cabrito en dirección a Lirquén donde esperaba un buque granelero. Era la carga final, con la que terminaban 15 años de faenas extractivas. El conductor del camión miró por el retrovisor y pudo cuantificar en parte dentro del encuadre de su espejo la magnitud del desastre, un panorama desolador. Por un lado, un cerro de arena, piedras y arcilla, yermo e interminable. Por el otro, un agujero inmenso de 270 hectáreas de superficie, más grande que Penco y Lirquén juntos. El hoyo de dimensiones colosales tenía 40 metros de profundidad. El camión avanzaba pesadamente por el camino que se abría entre el hoyo y el talud de arena antes de desembocar en la ruta de Itata.

          En ese paisaje apocalíptico parecido a la escenografía de la película Mad Max (Máxima Locura)–  no existía ni un solo árbol, ni era posible oír un solo trino de alguna ave silvestre. Una postal del planeta marte transmitiría más vida que eso. Así quedó el terreno que quince años antes era campo verde, bosques, esteros, quebradas, pequeños valles. Para finales del 2038 la empresa Minera Biolantánidos cerraba su planta de extracción de tierras raras, en cuyas faenas aplicó «las últimas tecnologías en la explotación minera, amistosas con el medio ambiente y con la comunidad». Porque eso prometió desde los inicios al Servicio de Evaluación Ambiental para persuadirlo cuando se armó el proyecto en 2015.

          A pesar de las objeciones de la comunidad y de las autoridades locales, la minera salió con la suya. Hochschild Mining, dueña de la minera, lo sabía desde el comienzo de su incursión empresarial. Antes que terminaran el debate, las objeciones y las consultas para las autorizaciones, desplegó con arrogancia en su sitio web el anuncio que la explotación se iniciaría en el primer trimestre de 2023. El proyecto extractivo terminaría 15 años más tarde, el 2038.

         Terminadas las faenas en Penco, Hochschild Mining aumentó sus ganancias inmensamente gracias al negocio y a sus éxitos en la Bolsa de Metales de Londres. Y Penco no disfrutó nunca su riqueza natural minera, solo pudo exhibir las cicatrices, así como quedaron las antiguas salitreras del siglo XIX abandonadas en el desierto de Atacama.

PENCO REAL HOY

          Esta imagen que hemos proyectado parece un mal sueño. Afortunadamente la realidad hoy no es aún la que hemos descrito de como sería el 2038. He leído y oído muchas afirmaciones tales como “ya no hay nada que hacer, todo está arreglado en favor de la minera” o “está todo el pescado vendido”. En estas frases hay una fuerte carga de pesimismo y de bajar los brazos. La minera necesita que este pesimismo se instale en el imaginario local. A la empresa le va mucho mejor si quienes se oponen se sienten derrotados desde el comienzo.

          La estrategia comunicacional de la minera no exhibe ninguna genialidad. Se enfoca en las bondades del producto: los lantánidos son indispensables para la eficiencia de las nuevas tecnologías. Y enumera todos los usos de las tierras raras con el fin de que la comunidad pencona sienta orgullo por disponer de ese bien, regalo de la naturaleza. Pero, la minera dice muy poco sobre las desastrosas consecuencia de la extracción. De partida tiene que echar abajo todo el bosque. Imagínese usted, 270 hectáreas taladas a ras. Para formarnos una idea de la superficie involucrada, imaginemos la plaza de Penco, que tiene 1,5 hectáreas. O sea, son 180 plazas juntas. Y después moverán millones de toneladas de tierra. El mineral que buscan es tan disperso que por cada tonelada removida obtienen 1 kilo de tierras raras en el mejor de los casos. La remoción se hará hasta una profundidad de 40 metros, o su equivalente a un edificio de 15 pisos. Por eso se habla de un proyecto tipo cantera. El material desechado, es decir 999 kilos por tonelada, se amontonará a conveniencia dentro de la propiedad. O sea, cerros y cerros de tierra, expuestos a la erosión por lluvias y vientos. Esas son en líneas gruesas las consecuencias físicas de la extracción. No hemos dicho ni una palabra de la contaminación, que será tema de otro post. Pero a modo general, las tierras raras es mineral ionizado, peligroso para la salud de las poblaciones circundantes. 

        La minera jura que utilizará poca agua. Sin embargo, a esa escala ¿qué es poco o mucho? Para procesar semejante cantidad de material usará a voluntad los recursos hídricos de Penco. Afirma que no empleará explosivos ni aditivos químicos. Eso no está garantizado puesto que aplicará algún procedimiento –físico o químico– para separar el material de interés del desecho. La desinformación es parte del juego: confundir. La misma autoridad comunal pencona ha dicho que el proyecto que se conoció el 2018 nada tiene que ver con el del 2019. La minera va modificando progresivamente su propuesta y así descoloca a la comunidad y a sus representantes.

          Para cerrar esta crónica, la minera ha dicho que ha informado convenientemente a la comunidad y que ha hecho encuestas. Pero, eso no está respaldado. Si ha tenido encuentros con vecinos ha sido en forma aislada, casi a escondidas, sin la participación de actores sociales, a los que no ha invitado. Afortunadamente el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) de la región, a solicitud del municipio, otorgó una nueva ventana de 30 días para argumentar contra el proyecto. Podría ser la última esperanza de los pencones para frenarlo. 

         La comunidad tiene que actuar, reunirse, plantear objeciones, discutirlas, buscar apoyo, incluso internacional si fuera el caso, de organizaciones mediambientalistas para detener este Mad Max. Exigerles a sus autoridades locales, regionales, sus parlamentarios acciones firmes, posturas definidas. Poner este problema en las televisoras de alcance nacional y denunciarlo. De lo contrario el capital se lo llevará todo y dejará sólo desolación. La batalla final no ha tenido lugar aún, la comunidad con toda su fuerza podría lograr desbaratar este proyecto. Penco tiene vocación para el turismo, no para planes mineros contaminantes y de escala colosal.


1 comentario:

Unknown dijo...

La comunidad,se está organizando y gracias a esas comunidades,es que el proyecto aún puede morir,pero al alcalde,no lo veo muy comprometido,en proteger,los cerros de penco.eso observo a la distancia,espero estar errada.
Penco,o una gran parte de la comunidad de Penco,le tiene en buena estima al alcalde,ha hecho un buen trabajo,rescatando el valor histórico de la ciudad de Penco.
Espero se la juegue junto a la comunidad,y ese horrible desierto que nos cuentas cómo una pesadilla,no sea más que eso:"un mal sueño"
Rosa Aqueveque