HACE FALTA UN BOTE CON REMOS JUNTO A LA CANCHA
Analicemos primero el lado simpático de este episodio registrado en la cancha de Gente de Mar. El partido se desarrollaba con normalidad, pese a las adversas condiciones climáticas y el campo en mal estado. El rechazo de un defensor envió directamente la pelota al agua ‒al mar‒. Seguramente ese mismo jugador que tuvo la mala suerte de mandarla afuera tuvo que ir a recuperar el balón. La alta marea y la corriente se llevaron «la número 5» rápidamente aguas adentro. Había que actuar de inmediato porque además los dos equipos reclamaban por la interrupción. El afectado se metió al mar, avanzó hacia donde estaba la pelota, fue sobrepasado por el nivel y tuvo que nadar. Debió dar numerosas brazadas para alcanzar el escurridizo balón. Después del chascarro, el partido prosiguió.
Ahora interpretemos la cara menos simpática. Cuesta creer que la juventud pencona tenga que pasar por estas situaciones para poder jugar un partido de fútbol en forma. Y aquí hay a lo menos tres problemas. Primero, cuentan con una sola pelota, si se escapa lejos y no se la puede recuperar se terminó el partido. Segundo, la cancha no tiene resguardos para evitar que el balón caiga al mar. Y tercero, esos jóvenes entusiastas, ávidos de practicar deportes, lo hacen en esas condiciones paupérrimas. Porque no hay otra opción.
Estos pequeños hechos, casi cotidianos, demuestran que Penco se merece un estadio digno para apoyar a sus jóvenes.
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