Ahora que se ha ido el pueblo entero lo recordará y será por mucho tiempo. Su modesta persona encarnó virtudes que, sin proponérselo, exhibió a lo largo de sus 78 años. Desde joven ejercía liderazgo entre sus amigo y sus hermanos. También desde temprana edad optó por el mundo obrero. Le gustaba ese trabajo de base, lo más lejos posible del arribismo o la pose afectada. Pese a su personalidad imponente, de seguro su aspiración fue ser uno más entre muchos. Trabajó como obrero en Fanaloza y en la Refinería. Sin embargo, cuando la acción virtuosa es auténtica en el puesto que sea en que el ser humano se desempeñe, no pasa inadvertida.
Chenko también fue activo y multifacético deportista. Practicó de todo y compitió en todo: fútbol, básquetbol, atletismo, salto alto, remo, boxeo, tirador de la cuerda. Su entusiasmo por participar invitaba a los demás a sumarse. Formaba equipos, alentaba a los suyos, celebraba. Las celebraciones fueron sin alcohol ni tabaco. Él no bebió ni fumó.
CHENKO, en el equipo de Fanaloza, es el segundo de pie de izquierda a derecha. |
CON LA CAMISETA número 8 en el equipo de básquetbol de Carvallo, Refinería. |
No estuvo libre de los dolores de este mundo. La muerte de una hija le partió el alma y esa pena, aunque disimulada, no lo abandonó nunca. En los últimos años se quebraba con facilidad por la emoción que le despertaba ese recuerdo.
Con el paso del tiempo este conjunto de razones le brindaron el reconocimiento y acentuaron el respeto que su persona merecía. No por ello claudicó a observar la realidad desde la perspectiva de la auténtica modestia. Su presencia y su mirada contenían un sutil tono de autoridad que a su vez transmitían calma y facilitaban una conversación reposada. Con el Chenko se podía hablar durante horas, cuál de todos los temas más entretenido.
Esta semblanza incompleta no pretende abarcarlo todo ni el propósito ha sido enumerar un par de episodios de los miles que jalonaron su vida dignos de ser comentados. Solamente diremos que la mejor de la virtudes del Chenko aparte de la solidaridad, la autenticidad, su opción por el obrero, el apoyo a los jóvenes a través del deporte y muchísimas más, fue su virtud moral. De esa fortaleza emanó esa fina autoridad, que mencionamos antes. Porque en una moral sólida, como la que él demostró en su vida, se sustenta el carácter y esa capacidad del ser humano de mirar al otro directo a los ojos. Y eso fue el Chenko.
Desde esta columna de nuestro blog, nuestra condolencia a Juanita Figueroa, su viuda y fiel y cariñosa esposa quien estuvo al lado de Chenko hasta el final. Extendemos también este saludo a sus hijos y familiares.
EL CHENKO TIRANDO de la cuerda, en olimpiadas penconas. |
EN LA PRUEBA DE salto alto. Observa en entrenador uruguayo Juan Muñiz. |
CHENKO entusiasta participante en pruebas de remo, en el mar de Penco. |
DE CAMISA OSCURA, Chenko durante un descanso, en las tareas de carga en las antiguas bodegas de Duncan Fox, en calle Talcahuano. |
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