POR ABEL SOTO MEDINA
Hotel Coddou, establecimiento que dio fama a Penco, en los años finales del siglo XIX y principios del XX, para los pencones su nombre nos es familiar o por lo menos la mayoría alguna vez escuchó de su existencia, Se ubicaba en la cuadra de línea férrea, calle Penco, Freire y Chacabuco, en esta última también disponía de algunas dependencias. Su fama se debió a que los turistas de esos años encontraron en esta ciudad una excelente área de descanso y recreación que principalmente la encontraban en la playa y en las tranquilas aguas de la bahía, donde podían disfrutar de baños de mar usando el muelle propiedad del Hotel. También servía cómo escenario para alguna actividad artística, principalmente las retretas musicales de las bandas militares. Esto y muchas otras cosas nos han contado sobre el Hotel Coddou, pero hoy quiero comentar una noticia que registra el Diario El Sur del 14 de febrero de 1892. El relato habla de la realización de una de las más grandes fiestas que se organizaron en el Hotel y por ende en la comunidad. Fue un hecho concreto y feliz que ocurrió en nuestro Penco, en otros tiempos y del que existe este registro.
La nota comienza: «Con la estadía de los buques de la escuadrilla en Penco, las familias veraneantes en este puerto, han pasado días alegres y animados. Los paseos a bordo, las magníficas retretas ejecutadas por las bandas de Cochrane y Esmeralda, las reuniones y tertulias dedicadas a los marinos, todo ha contribuido a despertar la misma animación que se notara en los primeros días de Enero, y que talvez por el tiempo transcurrido, había decaído un tanto».
Prosigue el texto: «La tertulia organizada por varias de las familias que residen actualmente en penco, y que tuvo lugar la noche del jueves ha sido una de las más notables de la que hasta la fecha ha habido en el vecino puerto. A las 9 y media el espacioso salón del Hotel Coddou era insuficiente para contener la numerosa concurrencia. La gracia y la hermosura estaban dignamente representadas. La animación y el contento comenzó a traslucirse en todos los semblantes, las horas pasan y el baile y el entusiasmo no decae un solo instante, hasta la 1 de la mañana, hora en que los concurrentes pasaron a una pálida y bien servida mesa de té. El Abogado don Aníbal Las Casas en un elocuente brindis ofreció la tertulia a los distinguidos miembros de la marina, el Capitán de Navío don A. Fernández V.* contestó a las palabras del señor Las Casas y terminó pidiendo una copa por la mujer chilena que con sus nobles sentimientos patriótico enseña el camino del deber y el civismo. Después de la mesa el baile continúo animadamente hasta las 2 y media de la madrugada, hora en que los asistentes empezaron a abandonar el salón, donde tan gratos momentos habían pasado».
Para terminar la nota registra la identificación de algunos y algunas de los asistentes, llamando la atención que estaban separadas las señoras, las señoritas y los caballeros y los jóvenes. Los apellidos más conspicuos mencionados por El Sur iban desde los Astaburoaga, Novoa, Pinto, Vildósola, Velazco, Tagle, Freire, Letelier, Hodge, Montt, Montalva, Zañartu, Barros, Del Río, Balmaceda, Bezanilla, Dittborn, Möller, etc., y como siempre no podía faltar un Soto, para hacer honor a mi apellido.
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* El Capitán de Navío de la nota periodística fue Arturo Fernández Vial, héroe de La Esmeralda en 1879 y posterior contraalmirante de la Armada. En 1903 intercedió en favor de trabajadores ferroviarios y portuarios de Valparaíso que estaban en huelga, contraviniendo una orden del presidente Riesco.
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