El año 1945 debió ser el mejor año para Penco en todo el siglo XX. La comuna y los ánimos ya se habían repuesto del trauma del terremoto de 1939, nuevas edificaciones reemplazaban a las destruidas y un cierto bienestar comenzaba lentamente a extenderse a toda la población. Aunque deficiente todavía, el agua potable y el alcantarillado avanzaban en todas direcciones. El alcalde Héctor Navarro y el equipo de regidores manejaban diestramente la política local acorde con los avances del país.
Los capitales que llegaban a Fanaloza luego de su formación como sociedad anónima, en la década anterior, la habían potenciado fuertemente. Favorecieron a la industria las nuevas normativas impuestas después de 1939 en orden a que todas las construcciones formales debían contar con baños higiénicos, hecho que planteó la demanda creciente de sanitarios. La compra por parte de la empresa de una pequeña fábrica de cerámicas en Santiago, ubicada en el sector Carrascal, abarcó nuevas áreas por cubrir, como por ejemplo los aislantes de loza para el tendido eléctrico y la telefonía. En los 40 fue tal el impulso que logró la fábrica (protegida, hay que reconocerlo) que la gerencia encargó al pintor Santiago Prudanti que llevara el conjunto de la fábrica a un lienzo representativo. La pintura abarcó desde la calle Infante al nororiente toda Fanaloza de entonces. No sabemos si Prudanti se instaló a pintar durante horas en el cerro Las Cruz para cumplir con la solicitud y si trabajó sobre una fotografía en su taller. Cuando se toman decisiones de este tipo, que van más allá de la producción para ganar dinero, es decir que recurren al arte para trascender, nos transmite la idea de que las cosas marchan muy bien.
La Refinería, por su parte navegaba viento en popa, por las mejoras introducidas en los procesos, en su infraestructura y los estudios para reemplazar pronto las locomotoras de vapor por las de petróleo para las faenas de transporte y carga y descarga de su muelle. Pero, lo más alentador en 1945 se relacionaba con los progresos en su gran apuesta e inversión: la granja Cosmito. Los alimentos que se producían en el fundo alcanzaban niveles de gran calidad y aceptación en las ferias penquistas. En sólo cuatro años, Cosmito estaba posicionado como una gran empresa y contaba con la confianza de sus consumidores. Sin embargo, y esto también merece ser aclarado, el éxito de la producción aún no alcanzaba (ni alcanzaría) para cubrir las enormes inversiones realizadas en Cosmito por la Refinería. No obstante, el optimismo mantenía la esperanza de que las cosas mejorarían pronto. Por ese motivo, también, la compañía CRAV apoyó la idea de producir un calendario a todo color en 1945 con fotografías profesionales y una excelente impresión acerca de la granja así como el desarrollo urbanístico del recinto residencial para los trabajadores refineros. Muchas de las imágenes de entonces tanto de la granja como del recinto se conocen nada más que por ese calendario.
Muelles y Bosques Lirquén, propietaria de la mina de carbón había incorporado muchas de las sugerencias del gobierno en materia de seguridad laboral para la explotación carbonífera. Es cierto que aún quedaba harto por hacer, pero la capacidad de empleo de trabajadores estaba en un buen nivel y el producto se usaba como fuerza motriz en las industrias de la zona y en ferrocarriles. Hay que recordar que la empresa había sido pionera en Chile en incorporar sistemas de duchas para los mineros, había construido un recinto habitacional y un población básica para hogar de sus obreros. Tampoco había descuidado la educación ni la entretención, florecían los clubes de fútbol y disponía de un casino y teatro para la comunidad lirquenina.
Decíamos al comienzo que avanzaban los trabajos de alcantarillado, pero que faltaba mucho. Por tal motivo, en el camino a Cerro Verde Bajo junto a la línea operaba un par de hornos caleros cuyo insumo era la abundancia de conchas marina. La producción de cal servía para tratar pozos sépticos que aún permanecían en servicio por diversos sectores. Este recurso sanitario, la cal, estaba disponible en la mima comuna.
1945 pudo ser el año de inflexión en Penco que significó bonanza y buen augurio para la comuna, aunque la pobreza todavía no se batía en retirada, seguían llegando de los campos y de otras provincias nuevas migraciones alentadas por las buenas noticias de la actividad industrial y portuaria en Penco. Pero, insistimos, aún faltaba mucho e incluso se presentaron otros obstáculos (¡cuándo no!) que emergieron después.
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