Estibadores cargan sacos de azúcar en Lirquén. |
Con toda seguridad, la Refinería debió cambiar la estrategia
de su desembarco de materia prima, luego de la destrucción de su muelle, cuyo
umbral estaba en la prolongación de la calle Talcahuano. El mar de Penco, poco
profundo, obligó a mirar hacia Lirquén que reunía mejores condiciones para la
operación de naves de mayor calado. De ese modo, entonces, ya no se pudo
continuar con la descarga de azúcar en estado natural en el terminal propio y por
tanto, el uso del ferrocarril urbano, que iba desde el muelle hasta la
Refinería a lo largo de calle Talcahuano, quedó obsoleto. Además, las largas hileras de
carros arrastrados por locomotoras a carbón muchas veces bloqueaban las calles
Freire y Las Heras, generando tacos de vehículos a la espera del lento avance del
tren.
Por lo tanto, se hizo necesario usar camiones los que
cubrían el tramo Lirquén-Penco en pocos minutos y con un costo no muy elevado.
De ese modo, la entrada de líneas ferroviarias a la industria fueron
reemplazadas por un amplio acceso para camiones con una báscula, para pesar las
cargas.
Equipo de estibadores en la bodega de un barco. |
Este cambio acorde con los tiempos, fortaleció el oficio de los
estibadores. En los años sesenta este trabajo en Lirquén alcanzó su apogeo por
las altas demandas de azúcar para refinar así como las materias primas para el
abono sintético que se fabricaba en la Cosaf. El azúcar llegaba en sacos hechos
de fibra natural. Los estibadores, hombres rudos, usaban un garfio manual para
enganchar los sacos y acomodarlos para que los sacara una grúa desde las
bodegas de los barcos. Una vez en el muelle, se cargaban sobre unos palets para
su traslado en camión a su destino en Penco. Los sacos, muchas veces mal
sellados, durante su traslado arrojaban parte de su carga a la calle. Así, Freire, por ejemplo, por lo general presentaba grumos de azúcar
apelmazada, los que se disolvían y desaparecían con las lluvias. Algo parecido
ocurría antes con los carros de tren que circulaban por calle Talcahuano.
Muchos niños corrían en paralelo al convoy para agarrar a puñados el azúcar derramada en las puertas.
Camión Berliet. |
Este proceso de transporte de azúcar terminó con
el cierre de CRAV en 1975. Por otros años más sólo circularon los gigantescos
camiones franceses Berliet, de Cosaf, que llevaban su carga a granel hasta la
industria en Playa Negra.
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2 comentarios:
Hola Nelson...viendo la fotografía del camión...me acordé de uno que existía en la CRAV...le llamaban "El Canela"...¿sabes algo de su historia?
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