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Don Guillermo Pedreros recuerda los temporales de antaño en Penco. |
Eran frecuentes los temporales, esos fenómenos atmosféricos
que incluían fuertes lluvias acompañadas de vientos huracanados e inclementes
marejadas. En marzo se presentaban los primeros del año. Por eso en Penco
usábamos impermeables apenas iniciado el otoño. Pero, me dicen, eso era antes, hoy los
temporales son esporádicos o sus componentes se dan por separado: marejadas sin
vientos, cielos empañados de nubes con poca carga. El cambio climático aquí
también es una realidad. Personas mayores, con muchos años de experiencia asociada
a las condiciones meteorológicas, lo dicen derechamente. «Ahora llueve menos.
Antes caía mucha agua», afirma don Hugo Pinto, ex administrador de la granja
Cosmito. «Las lluvias recién aparecen en abril», señala don Carlos Crovetto,
propietario del fundo Chequén, cerca de Florida. «Ya no tenemos temporales como
los de aquellos años», nos dice don Guillermo Pedreros, un antiguo pescador de
Cerro Verde mirando el horizonte desde la ranfla.
«Al día siguiente de los temporales salíamos con canastos a
recorrer la playa para recoger todo el alimento que arrojaba el mar: cholguas,
machas, perchas de piures, jaibas, cualquier cantidad de cochayuyo. Era cosa de
recoger, recoger y llenar canastos»… recuerda don Guillermo. Claro que eran los
tiempos de su niñez allá por los años cuarenta o los cincuenta cuando Cerro Verde ─entre otras carencias─ no
tenía un camino directo de conexión con Penco, por ejemplo. Él y otros niños salían con sus
canastos a proveerse de lo que regalaba el mar y que era arrojado a la playa
por las olas.
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Un temporal de junio de 2018. (Foto de Jaime Robles). |
En Penco se daba un espectáculo parecido después de un
temporal. La playa amanecía con miles de changayes expuestos en
la arena mojada. El changay es un molusco similar a la almeja sólo que sus
valvas son más frágiles y quebradizas. Se los podía acopiar con las manos o usar palas o rastrillos si se quería llenar un tiesto más rápido. En Cerro Verde, me dice
don Guillermo Pedreros, con las lenguas de changay se preparaba un plato
exquisito: «pantrucas con changay», ¡hay que probarlo!
No es que el mar haya dejado de ser generoso hoy en día, ha
sido tan explotado que ya no tiene qué regalar.
El fenómeno del cambio climático ya golpeó las puertas en
Penco; es una realidad. Menos aguaceros con fuertes rachas de vientos, menos
poesía al oír la lluvia golpeando los techos de zinc sobre nuestras cabezas. Y en cierto modo, menos
expectativas para ir temprano a la mañana siguiente a tomar
los regalos del mar.
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Un sistema frontal se manifiesta en la costa de Penco 2018. (Foto Jaime Robles). |
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