Imposible sería un desfile como el descrito por las calles de Penco atestadas de autos. Foto de 2011 tomada por Andy Urrutia. |
Allá por los años cincuenta (1950), los grupos scouts
literalmente se tomaban las calles de Penco para efectuar sus vistosos
desfiles. Sus bandas de guerra ocupaban la calzada de cuneta a cuneta, el
guaripola seguía la pista central, entonces demarcada con una gruesa capa de
alquitrán. Más atrás la tropa seguía a su banda marchando.
¿Cómo era posible efectuar un acto de presencia pública de esta envergadura?
Simplemente porque no había la cantidad de vehículos que tenemos hoy y que usan
las calzadas ya sea para desplazarse o para tomar estacionamiento. En los
tiempos de los desfiles que señalamos aquí, la calle le pertenecía por completo
al grupo scout. Los escasos vehículos que iban o venían por Freire, Las Heras o
Cochrane tenían que echarse a un lado para poder pasar. Así la banda con la
tropa detrás y su guaripola a la cabeza avanzaba a paso lento por las calles
causando la atracción de los vecinos que salían a la puerta a mirar o abrían
sus ventanas para oír mejor los aires marciales.
Estos desfiles públicos con motivo de algún aniversario o
por el sólo propósito de marchar ante la comunidad se estructuraban de la
siguiente manera: Primero, como señalábamos, iba el guaripola. A decir verdad
estos personajes no tenían la mejor pinta como es de imaginar. Recuerdo a uno
de ellos, que vivía en el barrio de Gente de Mar. En una
oportunidad no se presentó a la formación así que hubo que irlo a buscar a su
domicilio. Lamentablemente nuestro guaripola no pudo ser de la partida porque
estaba durmiendo la mona.
Detrás del guaripola marchaba la primera línea de tambores,
dependiendo de la disponibilidad de instrumentos y de ejecutantes, se podía
conformar una segunda línea. En la tercera hilera formaban los flautines y las
trompetas. Había un par de clarines que se ubicaban en los extremos y cerraba
la banda el par scouts que le daba duro al bombo y a los platillos. Ellos
marcaban el compás de las marchas. Nuestras bandas no usaban partituras.
Detrás venía el abanderado con sus dos escoltas. El primero
sostenía el asta de la bandera apoyado en un terciado. A continuación marchaban
los jefes: el comandante y sus asistentes. Seguía la tropa integrada por un
grupo de muchachos llamados rovers, luego las patrullas con su líderes o guías y
sus tótems. Por lo general había tres patrullas en la formación. Finalmente
venían los lobatos, que eran los más chicos. El responsable de ellos era el
akela quien marchaba atento a sus menudos dirigidos. Cerraban el desfile dos
scouts encargados de los botiquines. Llevaban un brazalete con la cruza roja.
Los botiquines contenían elementos de primeros auxilios y se comentaba que
incluían una cantimplora llena para el frío o la reanimación dependiendo del caso.
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