En
el cementerio parroquial de Penco terminó el sábado 10 de agosto de 2019 el
capítulo inconcluso por 45 años, del secuestro y asesinato del dirigente locero
Arturo Villegas, quien permanecía en calidad de desaparecido desde el 18 de
septiembre de 1973.
Sus
restos fueron hallados en la tumba de Mario Ávila —otro dirigente asesinado por
parte de agentes del Estado en circunstancias similares— e identificados
gracias a los peritajes realizados en el extranjero, por una orden judicial.
Una gran
cantidad de amigos, vecinos, trabajadores loceros, dirigentes sociales y
políticos, parlamentarios, ediles, entre otros, concurrieron a su funeral y acompañaron a sus familiares. La comunidad testimonió así su reconocimiento al dirigente
sindical y expresó su repudio a la crueldad de sus verdugos.
Arturo
Villegas fue un amigo, un hombre recordado, serio, dedicado a sus labores. Su defensa por los intereses y
derechos de los trabajadores de Fanaloza está en el historial del sindicato
locero. En más de
una ocasión y junto a más personas de entonces, Arturo nos hablaba con pasión de
sus tareas como dirigente.
Luego
de la misa, el cortejo avanzó seguido por centenares de personas. Uno de los
puntos altos en la emotividad del funeral fue el paso por la puerta de la fábrica Fanaloza.
El carro mortuorio ingresó por el portal de calle Freire para salir por el
acceso al camino a Lirquén. Trabajadores salieron a la puerta de la industria y le tributaron un prolongado y cariñoso
aplauso a la vez que el silbato de Fanaloza permaneció sonando largamente, como
una letanía de adiós. Este doloroso capítulo en la historia local era una herida abierta en el alma de Penco que a partir de ahora y con el paso del tiempo comenzará a cicatrizar. Descansa en paz Arturo.
Dos aspectos del funeral de Arturo Villegas en su paso por la fábrica Fanaloza. (Imagen obtenida del video de Penco Noticias en Facebook). |
1 comentario:
Cómo bien dices, empezará a cicatrizar la herida de nuestra historia local,porque para una cicatrización total, faltarán acciones y años,una buena acción, podría ser un monumento en la plaza de nuestro Penco, para que nunca más en Chile,se cometa genocidio,como el vivido con la dictadura.
Gracias,Nelson,por el sencillo homenaje a un dirigente trabajador de nuestra ciudad,y tomando las palabras del alcalde,"que la historia se toque con las manos"y con el corazón.
Mis respetos a la familia de don Arturo y que ahora descance en paz.
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