Texto y fotos, Abel Soto Medina
Prosiguiendo con el tema de la Inteligencia Artificial, que bien ya lo explicó el profesor Juan Espinoza Pereira, y considerando como ejemplo de ello el Teléfono Celular, me nacen unas suspicacias que con el tiempo uno va cambiando de parecer. Le podría preguntar hoy a la alumna de antaño del Liceo Penco, que salía a marchar, protestando para que no se instalaran las Antenas para Celulares en el cerro Bellavista, ubicadas en el mismo sector del liceo. Ella lo hacía convencida y apegada a sus principios en esos entonces. Con los años ella fue llamada por la vida a ser madre, hasta ahí, todo bien, pero el niño fue creciendo y comenzaba a demostrar sus inquietudes, es aquí donde aparece la Inteligencia Artificial.
El famoso e inofensivo aparatito telefónico llamado comúnmente celular, y para delegar la responsabilidad de otorgarle entretención a este nuevo integrante, ella le fue mostrando el gatito, la vaquita, el perrito, el caballito, y otros gráficos para que el niño se concentre en ese aparatito que, acompañado de música, el niño instintivamente devora como si fuera un chocolate. Pero ambos van descubriendo que aparte de lo anterior, hay voces que le dan a conocer letras, números, colores animales, etc. y la guagua, se va desarrollando con el aparato y pasa a ser parte de él, porque es su entretención, su compañía, y va descubriendo que su alrededor no existe, o mejor dicho, no lo necesita y le es completamente ajeno e indiferente. Entonces se puede decir que la alumna del ayer pensó equivocadamente a oponerse a las antenas y que hoy la realidad le acomodó tan bien, y que ya no es posible pensar como el ayer, porque le venció la inteligencia artificial, habría que preguntarse ahora las interrogantes que nos brindan títulos de canciones y frases, como por ejemplo:
“Lo único constante en la vida, es el cambio”,
“Que todo cambie, para que nada cambie”,
“Todo Cambia”.
Si bien esta nota está inspirada en alguien real respecto a las protestas por la instalación de las antenas, pero frente al desarrollo tecnológico abismante y voraz, lo cierto que todos tenemos la culpa, Padre, Madre, Tíos, Hermanos y por qué no, también nosotros los abuelos, somos parte y formamos la sociedad, nadie se puede enajenar del desarrollo tecnológico y por ende de la inteligencia artificial. Lo real es que avanza a pasos agigantados en esta era que inevitablemente se va incrustando cada día más en nuestro quehacer diario y que es imposible vivir sin ella.
PEGADOS AL CELU, la abuela Teruca y el nieto Alfonso.
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