viernes, febrero 07, 2025

LUMINARIAS DE RECUERDOS DE LA EX POBLACIÓN COSAF

 

Los Arraigos de COSAF

POR ABEL SOTO MEDINA, aficionado de la Historia

                    A mediados de los años 1960 y 1970, existió una generación de jóvenes, hijos de trabajadores, que se criaron en las casas que formaban la Población COSAF, y que por fuerza mayor debieron renunciar a lo que siempre consideraron suyo, porque ellos eran los dueños de esos lugares, y conocían el más oculto rincón de cada casa. Además estaba dentro de su ADN el sentido de pertenencia y ésas eran sus casas, donde habían nacido, criado y desarrollado su niñez, adolescencia y juventud, todo era de ellos y así lo sentían, guardando las proporciones y las situaciones puntuales. En el diario vivir para ellos no existía eso de quién era hijo de quién, muy por el contrario, todos eran amigos y se consideraban como hermanos. Si se trataba de defenderse, ¡todos estaban ahí! Y crecieron entre los juego infantiles, las inquietudes adolecentes y las conversaciones juveniles.

                    ¡Qué recuerdos! Quién no se acuerda del compartir junto a la fogata de Fin de Año, los pasos previos de ir a buscar ramas, comer maqui, risas, experiencias para los menores, ver a los mayores parar el mástil, era toda una ceremonia lo de la fogata, una vez prendida, todo era fiesta a su alrededor, los mayores compartían el champagne, cola de mono y ponche, mientras los jóvenes iban recorriendo cada una de las casas, donde los recibían con afectuosos abrazos y los cariños de las dueñas de casas; dulces, bebidas, queques y los más atrevidos solicitaban, algún ponchecito y mentita para las niñas. Todo se compartía, eran momentos donde los rostros dibujaban una sonrisa y los ojos brillaban alegría.¡Cómo no acordarse de sus experiencias de verano, en que a muchos los papás lo enviaban al campo con familiares y regresaban ganosos de juntarse en las tardes a contarse la aventurillas vividas en los lugares visitados. Así llegaba marzo y con ello, la escuela, las tareas otra vez, bueno venían las ayudas para superarse y así se pasaron tantas primaveras, fiestas, navidades, pero cómo no todo es resplandor en la vida, comenzaron a presentarse los otoños...

                    La empresa COSAF, se declara en quiebra, y eso era sinónimo, que los papás quedaban sin trabajo, las cosas se empezaban a complicar, pero cuando el cielo se oscurece, siempre hay una luz que desea alumbrar, guiando a que los rostros se puedan apreciar más cerca y el camino este iluminado para proseguir las sendas de los sueños.… Y llegaron las oportunidades y cuando un padre conseguía trabajo, la solidaridad lo hacía llevar a otro, y así se fueron superando las dificultades existentes, sin embargo algunos buscaron otros rumbos, y se marcharon marcados por este espacio habitacional llamado Población COSAF.

                    Cuando las cosas se comenzaban a arreglar vino el golpe de gracia, todo era oscuro como crudo Invierno, y por cosas que los niños y jóvenes nunca entendieron, la empresa decidió mejorar su gestión, y eso incluía ampliar el área productiva, llevando consigo recuperar los terrenos de la población, lo que significaba que las casas desaparecerían, es decir, había que demoler las casas sí o sí. Ahí terminaron los sueños para los jóvenes, ya no habría más show del Festival del Corcho (el trofeo en la foto de la izquierda), instancia de esparcimiento, organizada por los jóvenes, ocasión, dónde cada niño, cada adolescente y algunas mamás, sacaron su mejor parte artística, cantando, realizando sketch, humor y concursos… Quién no recuerda la actuación de la señora Delfina que llegó en Moto al Escenario, mucho antes que lo hiciera el Coco Legrand en Viña del Mar, acompañada de la estupenda Carla, que para deleite de los mayores lucía su hermosa y escultural figura, o cuando una de esas noches se tuvo como público a Patricio Renán, tantas horas de distracción y alegrías de ese festival del corcho... Bueno, ya todo sabemos que llegó el momento de abandonar físicamente las casas y una a una fueron desapareciendo, hasta no quedar ninguna, dejando atrás tanto pasado y pasando a enriquecer los recuerdo de cada niño, adolescente y juventud.

LA CHAPITA CONMEMORATIVA de «la primera junta» de vecinos de la desaparecida población COSAF en 2016.

                   Cómo los recuerdos son tan profundos de estas camadas de jóvenes, fue que a instancias de Mauricio y Leslie, hoy en matrimonio, quisieron realizar hace algunos años, la Primera Junta de Amigos COSAF, específicamente en noviembre de 2016. Entonces entregaron como testimonio una chapita recordatoria, que en su imagen luce el actual muelle, que para ellos siempre será de Cosaf. A Dicho encuentro, obviamente no llegaron todos los que querían, lo hicieron los que pudieron, pero no hubo ninguna duda, que todos los nombres desfilaron en las conversaciones y anécdotas del pasado, al acordarse de las diabluras y pasajes de vida, principalmente aquellas que le traían momentos gratos de alegría y esparcimiento, como tardes de playa, festival y fogatas, salidas a explorar el mundo. Y entre éstas, estoy seguro, que se repitió la anécdota cuando «habían ido a Lirquén» Mauricio, Moncho, Carlos y Marcelo, todos menores, pero querían experimentar sabores de adulto, para ello habían instruido al Moncho que por su aspecto físico aparentaba tener la menor edad del grupo de excursión. Una vez dentro de un local del «barrio chino», el encargado con voz ronca preguntó ¿qué se van a servir?, en respuesta Mauricio dijo, “4 cervezas”. Y tú, ¿qué edad tienes?, preguntó el mesero. «18 años». ¿Y tú? (Carlos). «18 también». Y en eso le preguntaron a Moncho: ¿Y tú? «…¡16 años, señor!» ¡¿Qué?!, exclamó con fuerza el garzón. ¡Ya!, se van los 4 para afuera, les dijo el mesero sin dudar. Frustrada la operación cerveza, reprimenda al Moncho, por más que lo habían instruido. ¿Por qué le dijiste 16 años, y no 18, como te repetimos tantas veces? El Moncho respondió muy suelto de cuerpo: «Bueno, pero igual engañé al caballero puh, le dije 16… y yo tengo 15». La capotera (imitación de golpiza, castigo con golpes muy suaves) que vino a continuación no se la despistó nadie. Lo más divertido de esta historia, es que el Moncho era el mayor del grupo de esta aventura.                    

UN GRUPO DE LOS PRIMEROS trabajadores de COSAF durante una actividad social.

Hoy, en honor a todos esos sueños, voy a recordar a los Parra, Mauricio, Marco, Cecilia (Chechi), Fernanda y Janette Parra, los Alarcón, Carlos, Raúl y Jannette Alarcón, a los Thon, Mirna, Lilí, Ana, Irma, Norma, Nelson (Chico Thon), Herminia y el Emilio, Los Rossi, Lily y Cristián; los Aguayo, Cecilia, Rosa, Isabel (Chavela) y Carlos (Choty) los Arce, Manolo, Victoria (Toya) y Alexandra; los Peralta, Cathy, Paula, Johana, Carola, Robinson «Leuche», y Carlos «Coné»; los Campos, Elsa, Marlene, Alberto y Juan Carlos; los Cártes, Susana, Alvaro, Marcelo, Marcía, Jannette y los sobrinos Ángelo, Ignacio y Francisco; las Saravia, Eva, Yasna y Patrica (la Pato); Los Sepúlveda, Andrea, Cristián y Hugo; Las Herrera Pedreros, Marcela, Paula y María Luisa (Mery; los Herrera Sanzana, Luis, Hernàn (Nancho) y Gisela; los Cid, Ana María, Carmen, Mónica, Alejandra (Janny), Marcela y Óscar; los Letelier, Carola y Camilo; los Vega, Bárbara, Daniela y Héctor (El Quico); los Cerda, Juan Pablo, Ricardo, Anita María y el Pedro Veloso (Peyo o Pirincho); los Matamala, Fabián, Silvana,Marcelo y Roberto; Los Valencia, Fermín (Nano), Rolando (Loly), Richard, Fabián, Adán, Iván (Moncho), Tilla, Miguel (Pipi) Irma, Las Salazar, Carmen, Ximena, Valeska y Cynthia (Chinita); Oscar, Macarena y César Orellana, y así tantos otros como, Pilar Peuker (Pily), Nelson Ulloa, Marco Antonio (Tonino), Angélica, Verónica y Sergio Véjar, Marcial y Betty Ríos, y otros que quedaron sin aparecer, pero espero se reflejen en los que están registrados, total, todos los sueños se unieron en el encuentro del año 2016, y como ya han pasado algunos años de la primera junta, quizás sea la hora, que los amantes de esos años, organicen una nueva junta y compartan hoy, muchos de ellos, con hijos, incluso con nietos, porque los años pasan para todos, y hagan recuerdos de sus infancias, adolescencias y juventudes, vividos en la Población COSAF.

                    Antes de terminar, debo nombrar a mis hijas Leslie y Cynthia, y mi buen hijo Christián «El Pelao» y Gustavo, por lo que ellos tuvieron que ver con muchos de estos recuerdos de la Población COSAF, de no hacerlo, me traería más de algún problema familiar.

A.S.M.

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