lunes, enero 25, 2010

INFRUCTUOSA BÚSQUEDA EN EL MAR DE REMERO PENCÓN

Aunque parece un calmo lago interior, la bahía de Concepción es parte del océano, esto es que presenta súbitas marejadas a la vez que oculta corrientes impredecibles. Probablemente esa primera impresión prevaleció en el joven de Penco Marcelo Leiva Molina, de 19 años y estudiante de Derecho, quien el sábado 23 de enero saliera desde la playa pencona en su kayak sin chaleco salvavidas.

La embarcación apareció abandonada el domingo en unos roqueríos entre Tomé y Punta de Parra, pero del joven deportista no se sabe nada hasta este momento. Vi por televisión el llamado dramático que hiciera su madre para que los equipos de búsqueda y salvamento aceleraran su trabajo y ubicaran al muchacho. La mujer estaba quebrada e inmersa en la desesperación. Adhiero a su pensamiento maternal de creer que Marcelo pueda estar herido en alguna parte del litoral y que sólo resta hallarlo y prestarle ayuda.

La policía aún no ha divulgado ninguna hipótesis sobre la causa de su desaparición. No se sabe si el kayak fue golpeado por una ola y haya volcado o si el navegante solitario decidiera abandonar la embarcación y nadar hacia la playa enfrentado a algún problema grave. Las autoridades marítimas y la familia del joven han hecho un llamado a los turistas que acampan en el litoral a que contribuyan a ubicar al joven deportista desaparecido.

Me informé que Víctor Leiva, padre del deportista, se lanzó al mar frente a Punta de Parra desde una lancha de la Armada para nadar en dirección de unos roqueríos donde suponía que se encontraba Marcelo. Los marinos rescataron en un zodiac al desesperado padre del muchacho desaparecido...

28 DÍAS DESPUÉS

Familiares y amigos del joven Marcelo Leiva Molina, desaparecido hace 28 días, tras internarse en un kayac en la bahía de Concepción, marchan por calle Carrera hacia la Intendencia de Concepción para entrevistarse con alguna autoridad y exigir que no cese la búsqueda del joven deportista.
Por su parte, Carabineros sigue de cerca la manifestación, que hasta el momento es pacífica y acompañará a este grupo de personas hasta las inmediaciones de la Intendencia.
Sus padres declaran haber sido tratados con displicencia en la Gobernación Marítima de Penco, quienes no han continuado con la búsqueda como corresponde y es uno de los motivos que los instó a solicitar ayuda, utilizando este medio, a la Intendencia de la capital regional. (Diario El Sur)

jueves, enero 21, 2010

TEATRO EN EL GIMNASIO MUNICIPAL

Una entretenida obra de teatro se presentó el sábado 23 de enero en el gimnasio municipal de Penco. Se trató de la pieza "Dios las Cría, el diablo las Junta" con el montaje y la dirección de la compañía de Teatro Hecho a Mano, la actuación de Paulina Hunt y Gabriela Recabarren y la música de Rodrigo Pinto.

El municipio de Penco invitó a los vecinos amantes de arte escénico a asistir, como una actividad cultural del presente verano.

El argumento trata de la vida de dos mujeres que se encuentran en distintas situaciones del diario vivir. Ambas se plantean el reto de enfrentar los dolores, reconciliar y reír a carcajadas para que la fuerza de la alegría les abra nuevos horizontes.

Gabriela Recacabarren y Paulina Hunt son actrices que han destacado por su trayectoria en el teatro unipersonal. Por tanto esta fue una extraordinaria oportunidad para ver a estos dos talentos en Penco junto con la compañía Hecho a Mano, de vasta actividad en Santiago. Y, por cierto, para pasar un buen rato este tórrido verano 2010.

miércoles, enero 20, 2010

EL PERRO DEL HORTELANO DE CERRO VERDE

Foto referencial tomada de Internet.


Un vecino, cuyo nombre no llegó a mis oídos, vivía en Cerro Verde y en compañía de su familia cuidaba y trabajaba un hermoso huerto a los pies del cerro al lado oriente de la línea del tren. En primavera y en verano hacía "su agosto" vendiendo lechugas, cebollinos, cilantro, porros. Le iba bien al dueño de ese pequeño predio. Sin embargo, un día comenzó a sentirse mal. Un dolor al pecho y a la espalda minó su energía y su entusiasmo.

En 1949 poca gente iba al médico, más bien las curaciones venían por el lado de mujeres que ejercían de “meicas”. Médica entonces era sinónimo de bruja o machi. Atendían en sus casas o iban a hacer visitas, cobraban bien y otras veces prestaban sus servicios gratis.

Contaba el dicho popular de entonces que esta persona acudió a una que vivía en una modesta vivienda en una calle cerca de la ranfla. La mujer le diagnosticó tisis, le dijo que tenía que cuidarse y le recetó tisanas de hierbas. Le recomendó que le agregara brotes de una planta trepadora conocida como pila-pila, unas hojas de ortiga con unos cogollos de hinojo. Pero, el hombre no se recuperó. Seguía enfermo con fiebre y con tos.

Fue nuevamente donde la meica, quien esta vez le recetó el peor remedio que el dueño de la hortaliza pudo imaginar. La mujer le dijo que por una vez tendría que tomarse un plato de sopa de perro. El enfermo movió la cabeza, pero acató la receta en serio. Perros vagos había suficientes en Cerro Verde como para sacrificar uno. Sin embargo, más serio que nunca y tal vez desesperado por hallar pronta mejoría decidió que la fuente de su remedio no fuera un quiltro callejero, sino su propio mastín. Fue así como una noche le dio muerte. Lo descueró de madrugada y cuando estaba comenzando a aclarar tenía la sopa a punto. Cerró los ojos, no usó cuchara y se empinó el plato casi hirviendo. Soportó como pudo y se fue a dormir con el sol alto.

Quienes lo conocieron dijeron que el dueño de la hortaliza se recuperó a medias, pero de su sacrificio, de tener que matar a su mejor compañero, se habló durante muchos años en Cerro Verde. Incluso se comentaron detalles de cómo eran los perros descuerados. Por respeto a su mascota, el hombre de la huerta, ya recuperado,  nunca hizo referencia al asunto.

lunes, enero 18, 2010

HISTORIAS Y MITOS DE VINO PIPEÑO EN PENCO


         En un pueblo de alto consumo de vino pipeño, como era Penco en aquellos años, donde las bodegas abrían en horarios de comercio y atendían por una puerta falsa en domingos y festivos, tuve la oportunidad de oír dos historias sobre el pipeño que limitan con el mito y que narro a continuación:

EL ÁRBOL DEL VINO. En una reunión social al aire libre en una casa de Penco con un gran patio trasero, donde había hermosos árboles frutales, los invitados compartían comida, carne asada, mariscos y vino. Los presentes eran del pueblo, todos vecinos ampliamente conocidos. Pero, entre estas personas había un hombre que venía de afuera. El desconocido para la mayoría; miraba, escuchaba y conversaba poco. No pasaba inadvertido por su barba y traje oscuro. Cuando escaseó el vino, el sujeto pidió al dueño de casa si tenía una llave de madera, de esas que se usaban en las pipas para sacar vino. Cuando le pasaron una que se consiguieron en la bodega de la esquina, el hombre invitó a los comensales a que lo acompañaran a un pequeño paseo por entre los árboles del huerto. Miró cada uno de los ejemplares y eligió el de más edad, el más grueso. Pidió un martillo y un cincel y se puso a esculpir un agujero en el tronco del árbol. Cuando consiguió hacer un pequeño hoyo en la corteza acopló la llave de madera. La golpeó con cuidado para penetrarla en el árbol. En seguida tomó un jarro, abrió la llave y comenzó a salir un espeso vino tinto, para asombro de todos. El árbol dio vino durante todo el resto de la fiesta. La llave quedó puesta hasta que el dueño la retiró días después, porque ni una gota más salió del árbol. Nadie explicó cómo llegó el vino al tronco del árbol y tampoco se le pudo preguntar al desconocido que ya se había ido de Penco. Quienes contaron este cuento, mientras conversaban y bebían en una bodega, dijeron ¡eso sí!, que los participantes en la fiesta tuvieron que pagar lo consumido. Se supone que quien recibió el dinero por el bebestible del árbol del vino fue el bodeguero de la esquina. (₁)

EL VINO CORTADO. La persona que atendía la bodega de vinos de calle Yerbas Buenas, vendía el producto a granel como en todos los negocios del ramo. Llenaba botellas litreras, de medio litro y hasta de cuarto de litro. Tenía un embudo y las medidas para cada solicitud, unos jarros blancos con asa oscura. A veces el comprador no traía envase así que se llevaba el vino puesto. El vendedor le extendía al cliente el litro de vino, el medio litro o el cuarto en esos jarros blancos, según fuera la pedida, o sea, consumo directo in situ. Y así era todos los días. Hasta que en una oportunidad entró en la bodega un sujeto de feo aspecto, que pidió medio litro para bebérselo ahí mismo. Cuando le pasaron el "medio pato" sujetó el jarro con ambas manos temblorosas y se lo empinó. (Eso de las manos temblorosas era algo común en los bebedores empedernidos). Luego dejó el jarro sobre una pipa, pagó y se retiró silencioso. El vendedor notó que el desconocido no sacudió el envase apuntando al suelo para arrojar lejos las últimas gotas como lo hacían todos sus clientes. Así, cuando fue a tomar el jarro para lavarlo, se dio cuenta que el hombre extraño había dejado un resto. Cuál sería su sorpresa, al percatarse que el vino sobrante estaba cortado, separado en suero y un cuajo violeta gelatinoso. Entonces recordó haber oído que había algunas personas de malas vibras que ejercían ese efecto en las copas llenas: cuando sus labios tomaban contacto con el vino lo cortaban como leche ácida.

¡Salud!
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(₁) Esta historia tiene un referente en la literatura clásica alemana. En el poema dramático «Fausto» de J.Goethe (1832), Mefistófeles, personaje de la obra, saca vino de la madera de una mesa a la que le hizo un agujero con una barrena para incredulidad de sus contertulios. Claro que el mago que obtuvo el vino de la mesa era el mismísimo malo. A diferencia de lo acaecido en Penco, en el poema de Goethe ninguno de los borrachos pagó porque al final todo resultó ser una estafa, un encantamiento.

RESULTADOS OPUESTOS DE LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL EN PENCO




Columna de Opinión, por N. Palma

Por curiosidad miré las cifras de la elección presidencial en segunda vuelta en Penco. Y en realidad las cifras constituyen una sorpresa a la decisión nacional. Mientras el país dio su apoyo a Sebastián Piñera, Penco dijo lo contrario.

Según el último informe del sitio oficial www.eleccion.gob.cl en Penco hubo 23.954 votos válidamente emitidos, de los cuales 9.198 fueron para Piñera y 14.756 para Frei. Esto que el Presidente electo logró el 38,39 por ciento mientras que el senador de la Concertación alcanzó el 61,60 por ciento de los sufragios.

¿Por qué las cifras en Penco marcharon al revés de la tendencia? Extraño. ¿Por qué el mensaje de la Alianza no convenció a la mayoría de los votantes de la ciudad y sí a la mayoría del país? ¿La autoridad política local tendrá alguna responsabilidad pensando que es un independiente pro UDI? Interesantes preguntas que en su momento debería responder el alcalde Cáceres. Ello porque no obstante haber ganado la última elección municipal su estilo no sirvió para respaldar a Piñera.

Es de esperar que la nueva administración del estado a la luz de estas cifras no postergue a Penco y le dé todo el apoyo político y económico que necesita.

viernes, enero 15, 2010

UN PENCÓN ENAMORADO DEL CIELO NOCTURNO


Arnoldo Bustos salió con la suya y construyó su sueño: instalar en el patio de su casa un observatorio dotado de un buen telescopio óptico. Ni siquiera puedo imaginar cuánto dinero significó para él todo ese proyecto, lo que sí imagino es que el trabajo físico para montar y ajustar el domo giratorio tiene que haber sido enorme. Como haya sido, lo hizo y ahí está todavía el telescopio en los altos de Penco como un ícono de su perseverancia.

Bustos bautizó su observatorio con nombre de mujer: Elke, a lo mejor inspirado por la actriz alemana de los años sesenta Elke Sommer. Dotado de una energía sin límites y de una decisión a toda prueba, Arnoldo Bustos golpeó decenas de puertas para conseguir apoyo para su observatorio: fue a los diarios, a las universidades, a las empresas de turismo, a los grandes centros científicos instalados en el norte de Chile. Una vez me lo encontré en Cerro Tololo solicitando una entrevista con el director. No siempre le iba bien, pero al final lograba los aportes para mantener la actividad.

Daba charlas sobre su proyecto en distintos medios. Recuerdo que en una oportunidad ofreció un cursillo en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Concepción. Hablaba de sus investigaciones sobre las estrellas variables del hemisferio sur. Decía que reportaba su información a astrónomos interesados en sus observaciones.
Bien movido era Arnoldo Bustos, en otra ocasión me lo topé en las Termas de Chillán. A los Giner les vendió el proyecto del turismo astronómico, en los tiempos de la visita de cometa Halley (1985/86). Instaló el telescopio con el domo en un cerro cerca del hotel Pirigallo y ahí iban los esquiadores y pasajeros del hotel en las noches despejadas a contemplar los astros.

Fue toda su vida un astrónomo aficionado amante de los planetas y los cuerpos celestes que orbitan en el espacio y que son visibles en el cielo nocturno.

He tomado dos fotos de Facebook para ilustrar esta nota. En una de ellas aparece Arnoldo Bustos junto a Elke y en la otra, el observatorio tal como se encuentra hoy. Después de su muerte ocurrida el año 2000, según leo en esa fuente, el observatorio lo maneja y opera su hijo Paris.

lunes, enero 11, 2010

EL MUNICIPIO TAMBIÉN RECHAZA LA TERMOELÉCTRICA




Por Nelson Palma.
Mi opinión.

A juicio de observadores locales, el alcalde Guillermo Cáceres en forma paulatina ha ido modificando su postura respecto de la instalación en Penco de una industria termoeléctrica. Tanto así que recientemente ordenó instalar en el hall del municipio un pendón en el que se lee: "Alcalde y Concejo municipal dicen No queremos Termoeléctrica en Penco".

Si bien a comienzos del año pasado el edil expresó su entusiasmo ante el anuncio de la empresa de instalarse en Playa Negra, ahora sostiene lo contrario. Este hecho revela un viraje en 180 grados. Sin duda se dio cuenta que una buena parte de la población pencona no quiere la materialización de ese proyecto en la desembocadura del río Andalién. El cambio fue la consecuencia de lo que le dijo su olfato político, que era mejor estar con las mayorías.

Quienes conocen a Cáceres dicen que esta nueva postura es en realidad más política que auténtica. Agregan esas fuentes que en privado sigue respaldando a la termoeléctrica porque cree que esa industria supuestamente ofrecería algunas oportunidades laborales. Pensamiento por lo demás que va en contra del sentido de la historia, porque todos sabemos que la política moderna avanza en la exploración de otras fuentes de energía no de aquella que se genera quemando carbón.

En todo caso, debemos reconocer su nueva postura como verdadera, porque es pública y explícita. Porque una vez dado este paso él sabía que ya no podría dar una vuelta atrás.

domingo, enero 10, 2010

EL HUMOR PARA UNA FOTO DEL RECUERDO

En esta foto del recuerdo se puede valorar el sentido del humor que tenía don José Riquelme, al costado derecho de la imagen junto a su perro Rusthy. El presidente del club Atlético decidió que el grupo de jugadores del equipo posara para la posteridad. Lo curioso del caso es que un jugador decidió incorporar su caballo en la foto y el pingo se ubicó en el mejor ángulo de la composición, como se aprecia exactamente al centro. Al lado izquierdo del caballo aparecen abrazados Jaime Ortiz y Juan Matus de la Parra, conocido entonces cariñosamente como Cachivache.

PRESENTACION FUTBOLÍSTICA PENCONA EN ÑIPAS

De izquierda a derecha: Víctor Riquelme, Eduardo Gajardo, Miguel Ortiz, Roberto Contreras,
Guillermo Nourdin  y Patricio Ramírez. La fotografía la captó don José Riquelme.
En marzo de 1967, el club Atlético de don José Riquelme, tuvo una presentación estelar en la localidad de Ñipas. Invitado por un equipo local, Atlético concurrió en pleno a disputar un partido un fin de semana. Este hecho revelaba que la fama del club de Penco había traspasado las fronteras del pueblo y hacía ver sus merecimientos en tierras algo más alejadas. Esta fotografía de la época que nos ha enviado gentilmente nuestro lector Andy, muestra parte de la formación del equipo que actuó en esa oportunidad.

Los integrantes del equipo que vemos acá son de izquierda a derecha: Víctor Riquelme, Feúcho; Eduardo Gajardo, Lalo; Miguel Ortiz, Jimmy Rackett; Roberto Contreras, Pirincho; Guillermo Nourdin, Casey Jones; y Patricio Ramírez, Patas Largas.

Si usted presta atención a la imagen, los jugadores lucen vestidos para practicar el fútbol, sin embargo, o por la escasez de recursos de entonces o porque el utilero olvidó llevar la bolsa con chuteadores, los muchachos tuvieron que jugar con sus zapatos de calle.

La atracción del equipo de don José Riquelme era tal, que el recinto deportivo de Ñipas, situado a dos cuadras de la estación ferroviaria, estaba con su capacidad completa, como se aprecia en le fotografía de la época (ni que el visitante hubiera sido Colo Colo). Luego de terminado el match el representativo regresó a Penco en el tren chillanejo, probablemente trayendo buenos regalos, principalmente canastos con uva Italia, un producto típico de Ñipas, en esa temporada del año.

viernes, enero 08, 2010

ENTRE COPAS DE TROFEOS CON ROLANDO SANDOVAL

 
ROLANDO SANDOVAL, el atleta de Penco,  en una de las tantas pruebas en que participó.
Si hubo un pencón que ganó trofeos en un número insuperable, ése fue el atleta Rolando Sandoval. Vi en su casa copas de bronce, caupolicanes de la misma aleación, medallas de todos los tamaños, bandejas de cobre y un sinfín de otras creaciones artísticas replicadas para premiar a una persona por sus logros. Todos estos trofeos tenían la inscripción: a Rolando Sandoval, atleta de Penco.

SANDOVAL aparece corriendo en Penco, con la camiseta de Atlético.

Tuvo que comprarse un mueble para colocar sus copas, caupolicanes y lo demás. El mueble con repisas medía dos metros de alto. No había rincón en ese armario donde no hubiera un adorno de bronce dedicado al deportista. Y, a decir verdad, no había rincón de la casa donde uno no se encontrara con uno de ellos: arriba de la radio, en el comedor, en los veladores de los dormitorios. Una vez me tropecé con una copa con dos enormes orejas en el patio, donde en virtud de su tamaño, Raquel, su mujer la había destinado como macetero para el cultivo de plantas medicinales.

Rolando Sandoval había ganado todos esos trofeos gracias a su habilidad para correr y por su preocupación constante de su estado físico. Era fondista, corría y corría como Forrest Gump. Y no lo hacía solo iba acompañado de sus hijos, de los vecinos y de un séquito de chiquillos de Penco de todas las edades que querían intentar correr con él por los caminos y cerros.
Al lado derecho del atleta aparece su hijo Iván Rolando vistiendo un vestón.
Sandoval era obrero de Fanaloza, industria que se favorecía con sus logros y por tanto le facilitaba tanto la práctica como los permisos para viajar a competir. A Santiago fue muchas veces para participar en pruebas de renombre, la más conocida, el circuito del Roto Chileno. Una vez comentó que estuvo a punto de ganar la prueba de no haber sido por un error en el trazado. Como él no era de Santiago se extravió en las calles y llegó a la meta en la Plaza Yungay un par de metros atrás del líder. A Penco regresó con una amplia sonrisa y una tremenda copa de bronce.
ROLANDO SANDOVAL, un auténtico crack pencón, luego de culminar una prueba atlética en Concepción.
Sandoval no dejó nunca de correr ni de entrenar. Como no tenía asesoría técnica, hoy me pregunto cómo lo hizo para estar en forma sin una guía de alimentación saludable, sin entrenador dedicado. La pasión por ese deporte pudo más en él: Un día corría hasta Primer Agua, otro hasta Quebrada Honda, otro hasta Chaimávida, otro hasta Curapalihue, otro hasta Talcahuano. Cada vez que lo recuerdo, pienso que los pies de Sandoval pasaron presurosos por todas las calles de Penco y los senderos de sus cerros.
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CURIOSIDAD DE LA SEGUNDA FOTO: Sandoval corriendo por calle Freire al llegar a Alcázar, Penco, en agosto de 1958. Entonces lucía la camiseta de Atlético. Nótese los lienzos de la campaña presidencial: Adelante un pasacalles de Allende y más atrás del radical Luis Bossay.  Agradezco este valioso material fotográfico de archivo que nos ha enviado Andy Urrutia, de Penco.
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COMENTARIOS RECIBIDOS VIA E-MAIL:
Estimado Nelson: muchas felicitaciones por el articulo sobre mi tio Rolando. El fue mi primer entrenador alla por el año 1971 y desde ese entonces me mantengo corriendo incluso incursionamos en la Maraton y he sumado ya 10 maratones alrededor del mundo cosa que he podido hacer debido a mi condición económica privilegiada para un chico oriundo de Penco. Mi nombre es Juan Carlos Sandoval Medico Urólogo Jefe del Servicio del Hosp. Fach en Santiago. Le mandaré algunas fotos de las maratones de New York, Berlin y Buenos Aires al igual que otros nombres de otros atletas de Penco que seguimos el ejemplo del tio Rolo. Saludos Dr Juan Carlos Sandoval.

Hola me llamo Didiers Sandoval, hija de Mario Sandoval y nieta del gran atleta que me llena de orgullo.no sabes como emociono tu historia y a un mas que todavía tengan fotos de él; es lindo saber que aun lo recuerdan como un gran atleta; te doy las infinitas gracias en nombre de toda la familia Sandoval, sé que fuiste un gran amigo de mis tíos sobre todo de mi tío Lucho jaja bueno de Luis rolando Sandoval; te mando un caluroso abrazo y saludos a la distancia desde Antofagasta y mi papá también te manda muchos saludos él se encuentra en Calama. Muchas gracias Adiós.

jueves, enero 07, 2010

PROFESOR UNIVERSITARIO DE PENCO EN LA MONEDA





Feliz y orgulloso abandonó el Palacio de La Moneda, el profesor universitario e ilustre vecino de Penco, Luis Méndez Briones. Y la razón fue que su universidad, la U. del Bío Bío recibió un público reconocimiento por buenas prácticas laborales.

La entrega del diploma, que lleva la firma de la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, se realizó en una ceremonia efectuada en el salón Montt Varas de la casa de gobierno, el jueves 7 de enero.

Encabezó la delegación de la Universidad de Bío Bío, el rector del plantel, Héctor Gaete junto a un grupo de siete docentes entre los que estaban Luis Méndez; Leonardo Seguel Briones, quien es presidente nacional de la Federación de Académicos de Universidades Estatales, FAUECH; y Gloria Gómez.

Méndez Briones destacó el hecho que la Presidenta Bachelet haya estado presente en la ceremonia, lo que contribuyó a realzar la importancia de la obtención del diploma. La Universidad del Bío Bío, con su sede central en el barrio Puchacay de Concepción, es un modelo de prácticas docentes y sociales que le han valido éste y otros reconocimientos.
FOTO: Leonardo Seguel Briones; Luis Méndez Briones y Julio Méndez Briones, momentos después de la ceremonia, en un café de la capital.

domingo, diciembre 27, 2009

LA DOLCE VITA PENCONA


La bohemia de Penco tuvo atisbos de esplendor, que en épocas distintas permitió desarrollar un tipo de turismo para fiesteros y noctámbulos, con fama regional. Hubo lugares donde los penquistas amigos de la dolce vita lucían sus buenos autos y mujeres llamativas. Eran sitios para gastar dinero y para hacerse ver.

Recuerdo la quinta recreo El Paragüita, que se ubicaba en la calle Membrillar, en los altos de Penco. El recinto debía su nombre a un enorme ciprés que daba a la calle y que un jardinero podó prolijamente dándole la forma de un gran paraguas. Hasta el Paragüita llegaban autos encopetados y también vehículos de alquiler trayendo a nuevos ricos deseosos de pasarlo bien. Muchos norteamericanos que trabajaban en Huachipato venían a la quinta recreo acompañados de mujeres de lujo.

El Paragüita quedaba cerca de la calle Penco Chico. Era de imaginar el ruido para los vecinos hasta altas horas de la madrugada con bailes, brindis, orquestas en vivo y riñas, los ingredientes típicos de lugares como éstos. Los pencones no visitaban mucho el Paragüita, porque era muy caro o porque estaba reservado para la elite social penquista, que huidiza se arrancaba a sitios como el señalado para retozar a sus anchas.

Años después del cierre o la clausura del Paragüita abrió las puertas otro recinto para gente conspicua, con buenos resultados económicos, me imagino. El Pollo Dorado, copió su nombre al famoso local nocturno de Santiago. El lugar pencón estaba en calle Talcahuano, entre Freire y Las Heras.

El Pollo Dorado era un lugar para ir a comer. Buena cocina, atención refinada y comedores espaciosos. También había música en vivo los fines de semana y la demanda de clientes era fuerte. Ciertamente era más ordenado que el Paragüita, donde después de cierta hora había chipe libre. El Pollo Dorado se eclipsó al poco tiempo y quedó transformado en un almacén.

Con posterioridad se construyó especialmente un local para la diversión en la esquina de Membrillar con Freire. Nunca bien terminado por fuera, volcaba sus adornos hacia dentro. Era El Impero. Tenía un pequeño escenario para los artistas y una pista de baile. Buena cocina también, pero más que nada trago. Los dueños invirtieron y desplegaron grandes pinturas trabajadas directamente en los muros interiores. Los motivos eran étnicos: distintos aspectos del imperio de los incas.
Una de las características del Imperio era su invitación a que los clientes subieran al escenario a hacer sus propias actuaciones, como un karaoke moderno. Roberto Pirincho Contreras (foto) subía periódicamente a cantar tangos gardelianos con la compañía de algún somnoliento guitarrista presente en las mesas. (Pirincho ya ha partido).

También declinó el Imperio. ¿Habrán preservado los murales multicolores y bien logrados que engalanaban sus paredes?

LAS LETANÍAS CALLEJERAS DEL CHELÍN

      El Chelín, me escribe un lector. Acuérdese del Chelín. Claro, me acuerdo de él. Era un vendedor ambulante de verduras, que vivía en un conventillo de calle Freire. Un hombre pobre, solitario. El Chelín tenía una complexión delgada, pelo crespo y sucio, caminaba encorvado. Tosía y escupía constantemente. La gente decía que era tísico. Por su aspecto, se trataba de un hombre enfermo. Pero, la enfermedad no mermaba su coraje por ganarle a la vida y correteaba por las calles de Penco voceando su verdura. La tuberculosis le había robado el vozarrón por lo que su oferta sonaba aguda como un chillido o una letanía “¡perejil, cilantro fresco, orégano para la cazuela!”. Después uno se preguntaba ¿cuánto tiempo haría que el Chelín no probaba una cazuela? Porque era flaco, esmirriado, los pantalones casi se le caían.

          Cuando iba por las calles gritoneando sus verduras daba la sensación de ir siempre apurado, como que iba a perder la movilización si no hacía las cosas rápido. El Chelín tendría unos 50 años, ¿cómo se llamaba? ¿lo supo alguien?

          Como un pencón proveniente de los campos no era inmune a las tentaciones locales: el vino. A veces se lo veía durmiendo la mona cerca de una cuneta, con su inseparable canasto de mimbre al lado. Cuando despertaba de esas borracheras terribles, su enfermedad del pulmón le pasaba la cuenta. Se arrinconaba a las murallas para toser por largos minutos y escupir.

      El Chelín fue un testimonio de la pobreza de Penco y de esfuerzos sin recompensa. No obstante, con todas sus limitaciones luchó, nunca se lo vio pidiendo limosna. Él fue un emprendedor de la nada, un hombre sin recursos que vendió verduras hasta el final aunque hubiera sido nada más que para financiar el único placer al que podía acceder con las pocas monedas de sus ventas: una caña de vino agrio en la bodega de don Leopo, al lado de la vía férrea. Y después toser, toser y toser hasta morir.

sábado, diciembre 26, 2009

LA NOCHE EN QUE LUIS DIMAS DESAFIÓ A UN PENCÓN

Esa noche no había viento y la lluvia caía persistentemente en la ciudad escasamente iluminada por las débiles ampolletas incandescentes del alumbrado público. Las veinte personas que nos habíamos reunido en el gimnasio de Fanaloza esperábamos aplaudir al rey: Luis Dimas.
 
¿Por qué había tan poca gente para ver en vivo a la estrella del rock del momento? Fue la misma pregunta que se hizo el artista cuando miró el recinto vacío desde detrás de las cortinas del escenario. Para entonces yo me sentía seguro de poder identificar a las veinte personas que formábamos la audiencia: estaban los hermanos Cuevas, taxista el mayor; el “Facha”, el Juan y el Orlando Salazar; varios colados; un celador de Fanaloza y punto. Nadie más.

La cortina no se abrió jamás, por lo que el recinto permaneció semi a oscuras, con la sola iluminación mortecina pegada al techo. Un locutor informó que Luis Dimas había suspendido su actuación en Penco por razones de fuerza mayor. La misma voz invitó a los presentes que acudiéramos a la ventanilla a retirar el valor de las entradas. Ahí me di cuenta que los colados eran varios porque salieron el recinto sin acercarse a que les devolvieran la plata.

Fue en el pasillo embaldosado del gimnasio que nos percatamos que Luis Dimas salía junto con nosotros. ¿Por qué no cantaste?, le preguntó patudamente el taxista. ¿No te debes a todos nosotros, ah?, lo siguió provocando Cuevas, el mayor. Dimas se acurrucó en su abrigo de cuello subido y avanzó rápido a la salida, sin responder. Bajó las escalinatas de la puerta y cruzó el puente peatonal que antiguamente unía al gimnasio con la calle Penco.

Hasta ahí lo siguió Cuevas y un grupo de seis personas, entre las que me encontraba. ¡Dinos, pues, por qué no actuaste!, prosiguió agresivo el taxista. Dimas miraba por la calle Penco hacia arriba. Esperaba que lo recogiera un auto, que lo había venido a buscar de Concepción. La lluvia se hizo más densa y por la falta de viento era posible percibir el olor del mar.

Dimas que estaba solo sin sus músicos que se habían ido en otro medio a la ciudad penquista, se dio vueltas, miró a sus fans mojados y decidió enfrentarlos. ¡Mira, viejo –le gritó a Cuevas, el mayor de los hermanos presentes— yo no puedo actuar para diez pelagatos. Un artista de mi categoría necesita actuar para unas cien personas como mínimo! Cuevas el taxista se quedó sin argumentos. Sin embargo, volvió a la carga: ¡Pero, pagamos nuestra entrada, por lo tanto tienes la obligación de actuar! Dimas le respondió: ¡Tienes razón, viejo. Pero, ponte en mi lugar con esta recaudación no alcanzo ni a pagar a mis músicos!

Antes que Cuevas respondiera, Dimas lo desafió: ¡Anda, busca a cien personas, las metes en el gimnasio y actúo, aunque no me paguen ni un peso. Pero tenís que reunirlas ahora, altiro!

Cuevas el taxista nos miró, éramos ocho. El resto, es decir los colados se habían ido. Nunca se interesaron en la polémica farandulera ahí en calle Penco. Era casi la media noche y llovía cada vez más fuerte. El taxista movió la cabeza y miró en todas direcciones, estaba dispuesto a recoger el guante y obligar al cantante a cumplir su palabra. Pero, no andaba ni un alma. La gente se había recogido a dormir temprano. Donde había alguna posibilidad de juntar a unas doce personas sería en el Capri, el restaurant de calle Freire donde los parroquianos permanecían hasta la madrugada. Pero, eso era difícil. En eso llegó el auto. El artista lo abordó y desde el interior le gritó a Cuevas ¡Junta a la gente puh viejo!. El auto arrancó y Cuevas hizo las veces que recogía una piedra para lanzarle al auto en marcha. Al final nos miramos los ocho fans, Cuevas movió la cabeza frustrado. Calabaza, calabaza. Era una noche de junio de 1968.

miércoles, diciembre 23, 2009

LOS AÑOS NUEVOS DE PENCO




Marcaban la medianoche la potente sirena de Fanaloza y al unísono el ronco y profundo silbato del pito a vapor de la Refinería. Los bomberos hacían sonar su alarma.

El ulular de las sirenas y ese silbido similar al de un barco perdido en una tormenta anunciaban la llegada del año nuevo. ¿Esa era la característica de tales celebraciones durante Era Industrial? Al menos así ocurría en Penco en los años cincuenta.

El reloj pulsera a cuerdas podía marcar las doce de la noche, las radios podían emitir sus gongs horarios, pero si no sonaban las tres bocinas antes señaladas, simplemente no había abrazos. Tal era el rito de las fiestas.

La Refinería hacía sonar su pito a vapor durante tres minutos. Fanaloza y los bomberos se tomaban tiempos similares. La gente llenaba sus copas de ponche de frutillas y duraznos, los niños retiraban los viejos calendarios de papel colgados de las murallas y los reemplazaban por nuevos, los que lucían la misma publicidad, del almacén de la esquina.

Acto seguido, todos a la calle, a visitar a los vecinos a repartir abrazos. Los niños más grandes disparaban petardos, empanadas y viejas. Los bolsillos de sus pantalones cortos iban cargados de cohetes y piedras embadurnadas de pólvora seca. Esas piedras se hacían rodar por la calles. Brincaban como trompos cucarros por los golpes y las explosiones.

Los viejos se iban a la cama después de los pitazos; los enamorados caminaban por la plaza en la noche cálida y los borrachos tambaleándose buscaban algún sitio donde comprar más vino.

Temprano al día siguiente, las familias se iban de picnic. Los pinos de Playa Negra; la poza de Coihueco, las bateas de Copucho eran los lugares preferidos. Así se cerraba la celebración de año nuevo en Penco.

¡Feliz 2010!

miércoles, diciembre 16, 2009

MEDIO PIQUE: DE VENEZUELA A CERRO VERDE EN AUTO

     Ocurrió hace 25 años. Don Segua vivía en Caracas donde se había trasladado desde Penco. Se instaló en la capital venezolana, como muchos chilenos que se vieron obligados a abandonar el país y buscar horizontes después del 11 de septiembre de 1973. Al quedar cesante en Cholguán intentó sin suerte volver a Fanaloza, donde antes de irse a las maderas prensadas había trabajado como electricista. O sea, estaba con los brazos cruzados y con el temor vivo y real de ser detenido. Por lo tanto tuvo que dejar su familia y su casa, una linda propiedad con vista al mar en alto Cerro Verde y partir solo a Venezuela. Ya instalado en Caracas tuvo que trabajar duro, pero le fue bien. Logró juntar algo de dinero, adquirió un departamento y se compró un Cadillac de segunda mano.

     Cuando la cosa comenzó a normalizarse, venía a Penco una vez cada dos años. En reuniones familiares y de amigos, don Segua contaba historias venezolanas. Decía, por ejemplo, que una vez cruzó en bote el río Orinoco infestado de pirañas hambrientas que perseguían la embarcación por si algo comestible caía. Afirmaba que él se sujetaba firmemente del borde del bote para no convertirse en alimento vivo de esos voraces peces carnívoros.

     En otra oportunidad contó que se aventuró en la llanura del este venezolano y que vio de cerca una anaconda gigante, escondida entre la espesa hierba de un humedal. Dijo que se quedó paralizado de espanto y que el animal se alejó sin fijarse en él. Porque decía que así cazaban las anacondas a sus víctimas. Esos reptiles, según el relato de don Segua, aprovechaban que sus presas quedaran inmóviles por el terror y ¡zas! se las engullían. Fue honesto en señalar que nunca vio a una anaconda en plan de caza, pero que oyó historias horripilantes de personas siendo devoradas aún con vida por esos ofidios.

     Los vecinos de Penco movían la cabeza sorprendidos al oír las historias que traía don Segua de tan lejos. Sin embargo, lo que no creyeron jamás fue la promesa que les hizo una noche. Les dijo que vendría a Penco en su auto, el Cadillac con dos años de uso que se había comprado en Venezuela. Imposible, le dijeron sus amigos. Estás loco. Caracas está en el hemisferio norte. Imposible.

     Tal como lo afirmó, dos años después don Segua les tapó la boca a los incrédulos. Al volante de un vistoso Cadillac coludo de color verde botella, con registro de Caracas, llegó a Penco. El auto cruzó frente a la puerta del recinto de la Refinería, siguió por calle O’Higgins, Talcahuano, Las Heras, pasó frente a la plaza. La gente se daba vueltas a mirar ese vehículo tan exótico con una patente nunca vista. Don Segua guió su auto por Infante, cruzó la línea férrea, entró en el camino a Cerro Verde y cuando llegó a la calle principal de la población comenzó a hacer sonar la bocina tatatá-tatatá-tatatá. Don Segua había llegado a Penco directo desde Caracas y en auto propio.

    Esa misma noche contó en resumen todos los percances que debió sufrir y sortear en el penoso raid de Venezuela a Penco.  Seis mil kilómetros sentado al volante cruzando selvas, fronteras, aduanas, campos de guerrilleros, zonas de alta peligrosidad, caminos de tierra, de ripio, barriales. Durmiendo en hoteles, en moteles, en casas de pensión o en el Cadillac. Luego de pasar ese verano en Penco, don Segua regresó a Caracas usando el mismo medio. Años después contó que cuando llegó a la capital venezolana se bajó del Cadillac en un supermercado para comprar bebidas. Cuando regresó, se dio cuenta que le habían robado su auto del que no supo más. En ese mismo lugar don Segua juró que jamás intentaría repetir la gracia de viajar a Penco en auto.

(Estimado lector: Debí resguardar el nombre completo del protagonista de este relato, porque no lo pude ubicar para solicitar su autorización).

martes, diciembre 15, 2009

EL PINO DE NAVIDAD EN PENCO


          En Penco el aroma del bosque se metía en las casas y permanecía adentro todo el verano. La brisa del campo entraba por estos días de diciembre, cuando los niños llegábamos con el árbol de Navidad recién cortado. Entonces el aroma recorría todas las piezas, los rincones y escondrijos de la casa.
Ir a buscar el árbol de Navidad era una fiesta. Salíamos en grupos de cinco o de diez. Muy temprano recorríamos los bosques por el cerro Copucho o nos metíamos entre los pinos que crecían a las espaldas de Villarrica. Había árboles para regodearse.
         Se requería tener buen ojo para cortar el árbol preciso: no muy alto, no muy grueso, simétrico por donde se lo mirara, con un cogollo proporcional a las ramas, las hojas debían ser tiernas no rígidas. Con esos criterios en la mente, era seguro que los buscadores de árboles de Navidad podríamos regresar con el mejor ejemplar al hombro.
      Dejar el árbol dentro de la casa incluía la presencia de cuncunas, mariposas, arañas, chinitas y palotes, bichos que habían elegido justamente ese pino como su hogar. Los portadores de esos árboles enfrentábamos un percance esperado: la camisa embadurnada completamente de resina. Esta rutina del árbol de Navidad tenía una segunda etapa. Había que salir con una bolsa derechito a la playa a buscar arena. Con ese ingrediente se plantaba el árbol dentro de un balde.
         Después venía la ceremonia de engalanar el pino. Motas de algodón para que se viera nevado, guirnaldas de papel celofán y globos de todos colores (muchos reventaban por las agujas de las hojas). En algunas casas vecinas vi que al pinito le colgaban cerezas corazón de paloma. Alguien que hubiera llegado a Penco desde Atacama pudo pensar entonces que así serían los cerezos. Bien, había una competencia no declarada en el vecindario del árbol más bonito o más original.
         En todas las casas un pino fresco era el centro de las miradas en Nochebuena: el olor fresco de las hojas y la resina inundaba las narices como si de una esencia exótica se tratara. El pino de Navidad permanecía hasta fines de enero. El paso de los días y el calor iban mermando el aspecto y modificando el aroma del árbol. Cuando lo retirábamos terminaba de resecarse en el patio, quedando en la casa por un buen rato el rico olor de hojas color ocre. Y el próximo mes de diciembre, el ceremonial se repetía.

sábado, diciembre 05, 2009

¿LLEGÓ CHARQUI A PENCO?






     Bartholomew Sharpe fue un bucanero inglés descolgado de la isla Narvis, en el Caribe, --madriguera de piratas-- que se aventuró por los dominios españoles de la costa del Pacífico sur, donde asestó golpes en los que obtuvo botines cuantiosos: llegó a capturar 25 navíos con carga completa. (Fuentes dicen que el apellido es Sharp, pero el documento oficial presentado al rey de Inglaterra dice Sharpe, nos quedamos con esta versión.)

        Sharpe ejerció ese vergonzoso oficio sólo por tres años (gracias a Dios que no fue más) entre 1679 y 1682. Era corsario, un nivel superior al de pirata vulgar porque tenía licencia de la corona británica para asaltar (¡Qué descaro!). Ciudades de Chile y Perú fueron blanco de sus saqueos. Desembarcó en Coquimbo y asaltó La Serena. En Arica los vecinos repelieron su ataque y algunos de sus compañeros fueron detenidos y llevados a la horca.

          Uno de los golpes más formidables de Sharpe fue la captura del barco español San Pedro, frente a la costa chilena, cargado con 37 mil piezas de oro, centenares de jarras de vino, agua ardiente y pólvora. Cuentan que Sharpe repartió el oro entre sus bandidos como pago por sus lealtades.
El autor de este texto en La Planchada. Foto captada
por Alfred Von Auersperg.
     En otra ocasión con su velero Trinidad amenazó al galeón Santo Rosario cerca de El Callao, y lo abordó apropiándose de un libro de mapas, que a la postre le serviría para salvar su vida. Estas andanzas temerarias de Sharpe (se pronunciaría charpi) sembraron el terror en los puertos chilenos por lo que el pueblo lo llamó despectivamente charqui.

      Es probable que el Trinidad haya ingresado a la bahía de Concepción y que Sharpe y sus secuaces se hubieran desistido de un saqueo inminente de la ciudad, tal vez disuadidos por la fama penquista de capital militar y por la semblanza de su aguerrido gobernador Alonso de Ribera .  Esa supuesta visita sería una explicación para el dicho popular “llegó Charqui a Penco”, que quiere significar llegó la peste, porque al respecto existe una segunda historia que explicaremos en otro post.

      En 1682 Sharpe decidió dejar las costas sudamericanas y regresar al Caribe. Su hoja de ruta incluía llegar al Atlántico a través del Estrecho de Magallanes, pero lo sorprendió una tormenta austral y el Trinidad fue arrastrado más al sur, hasta el paso Drake.           La historia cuenta que los piratas se vieron en la obligación de alimentarse con carne de pingüino y Sharpe les administraba a cada uno un cuarto de litro de agua ardiente diario, para mitigar el frío. Por este motivo circunstancial, Sharpe se convirtió en el primer británico en cruzar el tempestuoso mar de Drake de Oeste a Este. Se dice que el corsario se tuvo que comer la mascota del Trinidad, un perro cocker spaniel, cuando el barco estaba cerca de su destino en el Caribe.

Documento presentado por Sharpe al Rey.
      Poco después regresó a Inglaterra donde luego de la recepción fue detenido y encerrado en la Torre de Londres, acusado de crímenes. Sin embargo, justo antes del inicio del juicio, presentó ante la corte del Almirantazgo el libro con mapas robado del galeón Santo Rosario. El documento fue valorado por el rey Charles II y, Sharpe obtuvo la libertad. La Armada británica no tenía ningún registro de las costas sudamericanas del Pacífico.

Bartolomé Sharpe tenía unos 40 años cuando murió alrededor de 1690, una edad bastante "avanzada" para un pirata con harto historial, pero redimido. Desde aquellos años de corsarios, bucaneros y filibusteros dataría el dicho “llegó Charqui a Penco”. A raíz de aquellas amenazas marítimas latentes, la gobernación española de la ciudad dispuso la planificación y construcción de un fuerte que se llamaría La Planchada, para disuadir a piratas. En 1687 cuando fue inaugurada lucía como debía ser: limpia, reluciente y bella.

lunes, noviembre 23, 2009

LA TERMOELÉCTRICA DESDE LA PERSPECTIVA DEL MUNICIPIO


Mi conversación con el concejal Víctor Hugo Figueroa ocurrió ahí en la plaza, frente a la Municipalidad. Admite que no es pencón de nacimiento, pero siente que ha pertenecido a la comuna desde siempre. Tanto le interesan las historias de Penco, que es seguidor de este blog desde hace un buen rato.
Sus respuestas al tema de la termoeléctrica me aclararon el caos de informaciones y rumores sobre el estado del proyecto. Víctor Hugo maneja datos duros y documentados, por lo que sus afirmaciones aclaran dudas y suspicacias sobre esta materia tan sensible.

¿En qué situación está el proyecto privado termoeléctrica para Penco?
El proyecto Termoeléctrica “Río Salado” se encuentra en una situación muy compleja para los inversionistas. Primero, el actual uso de suelo les impide instalarse, ya que tiene una denominación solo para uso portuario, ZAP-1, (no Industrial, ZAP-3), para cambiar aquello es necesario modificar el Plan Regulador Comunal, materia exclusiva del Concejo Municipal, situación en que cinco concejales nos oponemos claramente. Esto, en principio, bastaría para detener el proyecto. Paralelamente surgió la iniciativa de impulsar un Plebiscito Comunal para cambiar el uso de suelo a uno más restrictivo: Declararlo Zona de Valor Natural (ZV-6). Lamentablemente esta determinación no es facultad de un Plan Regulador Comunal, por ende, NO es de competencia municipal (requisito necesario para convocar a un Plebiscito vinculante). Por lo tanto, creo que el Alcalde tiene las herramientas legales para impugnar el Plebiscito.

¿Qué camino les queda a los inversionistas?
Recurrir a una instancia superior, esto es modificar el Plan Regulador Metropolitano, que rige a 10 comunas de la provincia, este instrumento es de competencia del MINVU- Consejo Regional -Conama y Gore. Por lo tanto, lo urgente hoy es prepararse para dicho escenario. En esta etapa, los Consejeros Regionales (COREs) tendrán la palabra. Previo a esta modificación se les debe consultar la opinión a los 10 alcaldes respecto de esta modificación. Solo aquí sabremos el desenlace de esta historia. En resumen, el proyecto está hoy absolutamente bloqueado, cambiar el Plan Metropolitano no es un camino fácil y será clave la posición del futuro Gobierno Regional (Intendente), para aquello será importante saber quién será electo Presidente de la República en enero.

¿Es suficiente el dictamen del seremi penquista para que el proyecto se detenga?

En efecto, todos los dictámenes, resoluciones y circulares del Ministerio de la Vivienda confirman que en el actual escenario no hay posibilidad de instalar una Termoeléctrica en Penco, más aún si no existe la posibilidad de modificar el Plan Regulador Comunal, a través del Concejo Municipal.
Posteriormente se generaron dudas respecto de este pronunciamiento del MINVU, por la declaración de un Concejal, que aseguro que el MINSAL manifestó que por su parte el proyecto se puede instalar. Esto fue desmentido por Andrea Aste, Jefa del Depto. de Acción Sanitaria, y por el contrario aseguró que el MINVU es quien tiene la palabra en esta materia.
Por lo anterior, el mensaje a los vecinos es a estar atentos y tranquilos, y por sobre todo a informarse adecuadamente.

Sobre el turismo, una de las buenas opciones de desarrollo para Penco, ¿hay algún plan del municipio para recibir el verano 2009?
Lamentablemente no hay nada nuevo, solo estamos a la espera que esta semana se licite el esperado Proyecto Costanera y que ojala se puedan iniciar las obras de este proyecto en el verano. Estas obras comenzarían desde calle Yerbas Buenas hasta el estero, en una primera etapa para terminar en dos etapas más y llegar así hasta el sector de Playa Negra. (Paradojalmente muy cerca de la eventual Termoeléctrica).

¿La campaña electoral ha frenado el impulso de ideas de la autoridad para hacer más atractivo el balneario?


No, el tema tiene que ver con la obtención de recursos a nivel del Gobierno Regional. En efecto, los recursos que se captan son orientados a dotar de mejor infraestructura y equipamiento a las distintas unidades vecinales. El problema es una cuestión de prioridad.

Entendemos que el desempleo es grave ¿en el seno del municipio se barajan opciones para enfrentar el problema, que no sea la termoeléctrica?

Sí, efectivamente el Gobierno ha aprobado un conjunto no menor de proyectos de infraestructura que requerirá de considerable mano de obra; la reconstrucción de la Escuela Patricio Lynch por más de $1.000 millones, la próxima construcción de la Costanera por más de $600 millones, un conjunto de proyectos de infraestructura, PMU y PMB menores por casi $800 millones, y esperamos en un mediano plazo iniciar el proyecto de construcción de las 750 viviendas de la Agrupación de Allegados, en los terrenos aledaños a la Población Forjadores de Chile.
Además, se ha apoyado con la creación de más cupos de empleos de emergencia y muchos cupos para financiar con capital semilla y acompañamiento la generación de actividades de emprendimiento como microempresarios. Lamentablemente, por la cantidad de desempleados cualquier ayuda se hace insuficiente.
Estoy convencido que mucha gente puede generar actividades productivas en una ciudad turística como Penco. Es necesario fortalecer los proyectos en esta línea. En aquello estamos.
Una vez terminada la costanera, tengo fe en que abrirá inimaginables oportunidades de empleo, en el rubro de la gastronomía, manualidades (Talleres Laborales), servicios, comercio menor, residenciales, turismo, etc. Creo que esto puede marcar un antes y un después para esta histórica comuna. Sin duda, se vienen tiempos mejores.

viernes, octubre 30, 2009

LA TERMOELÉCTRICA POR AHORA NO



El Ministerio de la Vivienda, VIII Región, dictaminó que el plan regulador de Penco impide la instalación de la planta termoeléctrica, que la empresa Southern Cross planea construir en Playa Negra en el predio de Muelles de Penco. Así lo dio a conocer el jueves 29 de octubre el seremi de Vivienda Osvaldo Arenas al concejal de Penco, Víctor Hugo Figueroa, alejando por el momento los temores de una gran mayoría pencona que no desea una industria contaminante tan cerca de la población.
En declaraciones publicadas por el diario El Sur, el concejal Figueroa dijo que “el análisis de pronunciamientos como el de la Contraloría y las modificaciones de la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción, además del rechazo de cinco concejales, la termoeléctrica y el plan regulador permite afirmar que no hay ninguna posibilidad de que se puede instalar la termoeléctrica”.

Sin embargo, esta situación no cierra las puertas a que el proyecto siga adelante, porque Southern Cross puede solicitar un cambio de uso del suelo en el plan regulador metropolitano para lo cual requiere de la aprobación del Consejo Regional de Gobierno. El alcalde Guillermo Cáceres Collao dijo que la legalidad no impide la materialización del proyecto, pero que el pronunciamiento de Vivienda despeja dudas y que el municipio no tiene nada que hacer al respecto.

Vecinos de Penco consideran que manifestaciones organizadas por parte de la población, realizadas dentro del orden gravitarán de modo significativo en mantener este fallo y evitar así, de forma definitiva, un lunar industrial en la desembocadura del río Andalién por muy tecnológica que sea la industria, según el marketing de Southern Cross.

lunes, octubre 26, 2009

DESDE NUESTRO CERRO COPUCHO SE PUEDE VER EL MAR Y LA CORDILLERA



Por Iván Ramos Castro

Cuando el tiempo pasa así, tan raudo y "chitacallando", voltear la página al revés y perdernos entre nuestros sueños del pasado de origen, nos queda la certera impresión de que hemos vivido en promedio, mucho más que las nuevas generaciones. No lo digo por vanagloria ni por pasarme de cachiporra, ante algunos de estas nuevas generaciones que crecieron viendo mucho de Animal Planet, Discovery Channel y otro canales de la media, sin ocurrírseles jamás asomarse "pa`fuerita de la puerta de su casa, a atisbar, cuando en las estrelladas noches de esta primavera, fresca y asombrosa, cualquier cosa rara e inexplicable que se presentara. Recuerdo que poco después del terremoto de 1960, a cualquiera que se le ocurriera alguna idea extraña fuera de lo común, le dijeran que tenía "las tejas corridas". Por eso mismo, cuando uno observaba algo a nuestro alcance inexplicable, se prefería silenciarlo u olvidarlo para no quedar por enajenado. En ese tiempo, del disfrute exclusivo de los partidos de la liga de primera división de fútbol solo por el radio, de los goles cantados por Darío Verdugo, Sergio Planells, Raúl Hernán Leppé y otros tantos, mucho antes que Pedro Carcuro y el Sapo Livingstone, quién aun jugaba por la U. Católica; de nuestro conocimiento del mundo a través del Repórter Esso, el diario El Planeta y otros periódicos locales de menor importancia, tiempo en el cual la esfera que parecía enmarcar nuestra visión del mundo no sobresalía más allá de nuestro ombligo, todo esto, quizá nos impulsaba a imaginar y a realizar acciones casi inmediatas como respuesta a nuestro aislamiento. Uno de mis maestros acerca de que cosas se podían observar con solo pelar el ojo, fue el maestro zapatero, Rosamel Bravo, de quien deseo siga tan bien de salud y alegre como siempre. Donde don Don Rosamel acudíamos periódicamente a que nos compusiera los zapatos o cosiera el balón de fútbol para el partido del domingo. El vive actualmente en la Población Desiderio Guzmán y considero que es una verdadera memoria viviente, cuyas historias y experiencias merecerían ser escritas. El sufrió desde pequeño de poliomielitis, lo que le obligó a usar una muleta para desplazarse. Una de las historias que más me intrigó fue aquella en la cual, desde Penco, se podía observar la cordillera de Los Andes. Eso me dejó cabezón: - ¿y desde dónde se ve tal maravilla? - le pregunté pensando que solo era una de sus tantas bromas.
- De aquí bien cerquita pús cabro, pero para verla debes subir al cerro Copucho, te encaramas en el pino más alto, miras hacia el mar y después volteas a lo contrario y entonces podrás ver la cordillera con sus picos blancos y azulosos.
Pensé preguntarle al Profesor González pero, mejor me hice el gil, la idea me comenzó a dar vueltas y vueltas, hasta que un día, en clases de geografía, don Jorge, el maestro nos preguntó: - ¿alguno de ustedes conoce nuestra cordillera de Los Andes? - Nadie dijo ni pío, - la cordi… qué, - respondió el Atahualpa Chandía y la contrarespuesta fue una reprensión inmediata por su despiste. No sé por qué levanté la mano. -- ¿La conoces, desde dónde..?--, me preguntó apuntándome con su puntero directo a los ojos.
--Desde el cerro Copucho profesor--. Por suerte, solo sonrió, dejándome pasar tal ocurrencia, esta vez me salvé. Pero, estoy seguro de que tiene que verse de algún lado y de por aquí cerquita, pensé.
Sería a finales de octubre o principios de noviembre de ese mismo año del gran terremoto, que se me ocurrió dar una vuelta de día sábado por las inmediaciones del "tranque" del fundo Coihueco.(Foto: entrada del fundo Coihueco, en la actualidad vista desde el viaducto. El camino es una de las opciones para llegar a la cima del cerro Copucho) Los pozones estaban repletos de improvisados bañistas, quienes en cada zambullida miraban hacia la entrada por si se aparecían los vigilantes o el temible "señor Pinto" acompañado por un grupo de celadores para meter a todos estos nudistas presos. La cuestión fue, de que en vez de meterme a uno de los pozones, decidí subir por el empinado cerro al costado del estero, me fui apartando quilas, zarzas y cuanta mata crecida entre los pinares. Subí hasta llegar a la superficie más plana y escogí lo que me pareció ser el árbol más alto. Me quité los bototos que mi viejo me los mandara a fabricar a la medida en el taller de don Licho Mendoza, allá por la calle Infante, cerca del antiguo matadero municipal, el papá de Marcelita, tan linda y bella. No, mejor los subo conmigo. Agarré mis botines y nos fuimos pa`arriba. Poco a poco, agarrándome con firmeza de cada gancho fui ascendiendo hasta llegar casi a la copa. La vista resultaba impresionante, los copetes se mecían de un lado a otro, balanceándose rítmicamente al compás del viento como un inmenso océano verde, era como estar en la cofa de "La Baquedano" y con la sensación de ser su último grumete, pero sin la menor intención de caerme al vacío. Sobre el azul verdoso del mar, la Quiriquina y algunos techos de sus edificaciones, Talcahuano, la punta de Tomé y por supuesto, todo Penco. Así estuve durante unos cuantos minutos, medio con la boca abierta y con un temor creciente a caerme, a que me diera un desvanecimiento repentino, a que se rompiera el cogollo del árbol y me mandara a la misma cresta… Decidí bajar lo más rápido que pudiera, entonces escuché la voz de mi amigo Rosamel el zapatero, soplándome en la oreja: -- Mira pa`trás gil, mira…-- Poco a poco, giré la cabeza y miré: carajo, solo nubes, nubes blancas como las que se asoman por la chimenea del Vaticano anunciando un nuevo Papa. La visión de los montes, verdes con sus quebradas verdes, sus esteritos verdes y cuanto verde viera o imaginara, me puso verde. Buen cuentero era este Rosamel, caramba.., entonces, como si una mano invisible apartara el blanco velo que tenía enfrente, se logró lo imposible. Los picachos nevados, blancos y azulados, de las pétreas montañas andinas, divisándose lejanos pero al alcance de mis ojos.

lunes, octubre 19, 2009

NOCHE DE MIEDO EN LA PLAYA PENCONA

Por Iván Ramos Castro, desde Venezuela


A veces, cuando me encuentro con un compatriota conocido que viene de regreso de Chile a la isla, no puedo dejar de preguntarle: ¿como está el tiempo por allá?, La respuesta es casi siempre la misma: Bueno fíjate, en las mañanas un poco de fresco, pero después..Todo esto a consecuencia de que como le han dado tanto bombo a esto del cambio climático y otros detalles técnicos que solo incumben a los geofísicos, astrónomos y por su puesto a los gobernantes de cada uno de los países de este planeta. Para este tema sobran opinólogos de tendencias varias, incluso existe un Partido Verde que se la juega por un mejor pasar para el hombre y sus hermanos menores aquí en la tierra. Pero claro, esto es na`que ver con el tema que les quería plantear y, que por estos lares, también es del conocimiento popular, como lo es el tema de lasa artes ocultas. De partida, esa es una creencia que viene del otro lado del océano Atlántico y por acá si tales manifestaciones ya existían, terminaron fusionándose con las de los esclavos venidos de África, lo que se conoce hoy como Santería, Vudú, Macumba, el culto a María Lionza acá en el estado Yaracuy, Venezuela. Como fenómeno social, han sido ya investigados y muchas teorías y estudios ya se han publicado al respecto. Créanme, en lo que a mi respecta, "no creo en brujos Garay, pero de haberlos…" Todo este rollo se me viene a la mente en base a una "experiencia personal", "realismo mágico", dirán otros, pero lo juro por la suela de mis zapatos de que el siguiente relato es verídico: Fue a comienzos del verano del año 1974. Ya estaba haciendo preparativos para mi viaje al extranjero, sin tener en mente aun a que país largarme. La crisis económica era tal que ninguno de los planificadores económicos de turno daba en el clavo, todo era un experimento en lo económico, por cierto que apoyados por toda una maquinaria que infundía terror en la gran mayoría de la población. Era bastante común ver a gente trabajadora desmayarse de hambre al regresar del trabajo, lo vi personalmente por la calle Barros Arana muy cerca de la plaza o en los propios autobuses del recorrido Concepción-Penco-Lirquén. Muchos choferes de la Empresa de Transportes Colectivos del Estado, más conocida como la ETCE, recogían trabajadores por la puerta trasera para no cobrarles el pasaje en horas tempranas, los inspectores que subían a recortar boletos en cualquier punto de la ruta, también hacían la vista gorda. "Tremenda pelazón mi llave...", dirían por acá en Venezuela, pero bueno, todo esto fue para situarnos mejor en el contexto. Mi hermano Gastón me colaboró con los materiales para levantar el kiosco en el balneario, recuerdo que el camarada Tiznado, quien trabajaba en el municipio me recomendó el mejor lugar, muy cerca de donde se levantaban las duchas y vestidores. Mi compañera, adornó la puerta de entrada totalmente con cajas de cigarrillos de todas partes del mundo, y yo por mi parte puse en todo el frente del local, diez remolinos hechos en cartulina de colores rojo y negro, los cuales giraban como queriendo alzar vuelo. Toda una suerte de rebeldía giratoria. Como a los tres días de abierto el local, una comisión de carabineros se apersonó al sitio verificando los permisos, muchos de mis amigos, quienes me habían advertido acerca de la tonalidad irreverente de los remolinos, por ser los colores de la Izquierda Revolucionaria en ese momento, como todas las organizaciones de izquierda, proscritas. Pensaron que nos iban a detener y clausurar la venta. El oficial apenas miró los papeles sellados por la Alcaldía, nos deseo suerte y continuaron su acostumbrado recorrido. Al cuarto día, a eso de las cinco de la tarde, se acercó un gordo bigotudo con una inmensa radio encendida y sintonizando la emisora "Voz y Progreso" de radio Moscú en idioma castellano. Hablaban de Chile y de cuanto aquí ocurría y que por supuesto alguna gente jamás creyó y aun no cree, así les muestren la evidencia por los informativos. El tipo me pareció sospechoso desde el principio, insistía en preguntarnos si sabíamos de donde venían tales ondas. - ¡Será que vienen de por ahí de Coihueco puh! Ni gil decirle que venían desde Moscú. Al poco rato se largó con su aparato a otra parte y no lo volvimos a ver. Al quinto día, no pasó nada, todo fue tranquilo y con mis compadres de siempre que me acompañaban, jugábamos una partida de ajedrez tras otra. Cayó la tarde y decidí quedarme como las otras noches a dormir en el kiosco, a cuidarlo por si las moscas..Serían como las doce de la noche y el movimiento de carros de trenes haciendo cambios y maniobras en las vías, más parecía una bombardeo aéreo enfrentándose a la artillería. De pronto se hizo un silencio que parecía durar el resto de las horas, cuando sobre una pequeña palmera ubicada a un costado del techo sentí posarse a un pájaro y a quien le dio por ponerse a cantar de una manera tal como me lo había contado nuestra madre: "tuetue-tuetue-tuetue.." Tal asociación me puso los pelos de punta, pero después, me serené y decidí hablarle como si fuera un invitado, total, era solo entre él y yo: "Mire mi amigo, ¿porque no viene mañana a tomarse una Pilsener?" Casi al instante el extraño pajarraco se calmó y prontamente alzó vuelo largándose se ahí. Al poco apague el radio y me dormí como un gato. Me tocaron la puerta temprano, eran mis socias. Al abrir me di cuenta de que eran como las nueve y media y la playa estaba llenándose, poco después me fui a comprar jamón, queso y mortadela al mercado y dos docenas de chupetas de helado de la Heladería Rex. Al salir alcancé a divisar a un tipo sentado de frente al negocio en posición de loto y con sus ojos semicerrados. -"Un lunático" pensé, y me fui a las compras. A mi regreso, mis socias estaban algo preocupadas, puesto de que el extraño sujeto se les había acercado y preguntado por mí. Ya eran cerca de las once de la mañana y el hombre seguía de nuevo como en meditación Zen. Opté no pararle bola al asunto y me puse a jugar un encarnizada partida de ajedrez con mi amigo Pito, quién hacia rato quería ir a darle una aclarada al sospechoso, pues según el, tenía pinta de ser un punga. Lo calmé y seguimos el juego despreocupados, de pronto una de mis socias me llama. Era el tipo, ahí, parado frente a nosotros como queriendo entablar una conversación. Era de mediana estatura, flaco y de sus penetrantes ojos verdes dejaba escapar a veces una mirada huidiza, no daba bien la cara, de pelo ralo y castaño, vestía camisa a cuadritos color café claro con líneas negritas, pantalón negro a rayas y zapatos del mismo color, pero sin medias. Sacó de uno de sus bolsillos un gran mazo de cartas del Tarot Marsellés, ajado y medio borroso por la grasa dejada por sus manos de largos dedos al igual que sus sucias y mal recortadas uñas. No pasaba de los cuarenta: "Suerte - me dijo - ¿quiere vérsela? - Caramba, pensé, resultó ser un charlatán el hombrecito este. - No, respondí, gracias. Guardó las cartas y miró hacia el túnel de Punta de Parra. - El tren, allá viene el tren; dijo indicándomelo con su mano. - ¿Y eso que? dije. Bueno, es que en ese tren me voy jefe. Lo dejé y me fui a terminar la partida. A la cuarta jugada siguiente, perdí una torre, a la sexta, la reina y poco después me clavaron feroz mate. Mi amigo el Pito de la Loza estaba feliz, me ofreció la revancha pero un nuevo llamado de mis socias me obligó a posponer la revancha. Ahí seguía el tipo, sus manos temblorosas se movían como convulsionando. - "Este gallo como que se deshidrato en la playa caramba", pensé. - Que pasa hombre, le pregunto. - Bueno jefe, es que ahí viene el tren y.., - Si, ahí venía el tren de Dichato, puntual a mediodía. - ¿Necesita dinero? le dije. Movió su cabeza negativamente, de sus ojos parecía querer brotar una expresión de ira contenida, entonces para que se terminara de largar, saque una bebida gaseosa diciéndole: - ¿quieres una? Entonces, el individuo, de quien supe después era un gitano cuya carpa estaba levantada cerca de Talcahuano, mirándome fijamente a los ojos me dijo: "refresco no, yo vine por la Pilsener que me ofreciste anoche..". Reaccioné nervioso y a tiritones, como pude metí mano a la nevera, saqué la bendita cerveza, la fui a destapar pero el destapador lo que hacía resbalar una y otra vez de la tapa. El gitano estiró su mano y quitándomela la destapó con sus dientes. Se la mandó al hilo sin respirar siquiera, dejó la botella vacía tirada sobre el mostrador y sin despedirse siquiera, lo vimos pegar veloz carrera hacía la estación para alcanzar su tren. Esa tarde me fuí a casa, mi padre me había confinado a un cuarto pequeño y el resto se lo había alquilado a la familia de César González, más conocido como el "Negro Peter", quién por cierto fuera unos años antes, Campeón Nacional de Boxeo de la categoría pesada. Su esposa María al verme aparecer lo primero que me dijo fue: " Mire que andaba preguntando por usté bien tempranito, un tipo medio estrafalario con pinta de gitano.." Nunca más lo volvimos a ver, ni a escuchar por los alrededores el canto aquel extraño pájaro.